Con un recuento que supera ya los 5.000 muertos y 8.000 desaparecidos tras el terremoto y tsunami que lo devastaron, Japón parece ser el último lugar donde uno podría acudir en busca de esperanza. Sin embargo, igual de innumerables son los testimonios de fe que afloran en los sobrevivientes, a medida que tratan de reconstruir sus vidas.

Uno de los casos más estremecedores es el de Toshihito Aisawa, un niño de apenas 9 años quien perdió a toda su familia mientras intentaban escapar del tsunami, y que ahora se dedica a recorrer los refugios en busca de alguno de sus parientes, tal como cuenta el Asahi Shimbun.

Según narra Toshihito, su padre, Kazuyuki, pasó por él a su escuela momentos después de que el terremoto de 9 grados de magnitud estremeció la ciudad de Ishinomaki. En el automóvil se reunió con su madre Noriko, su abuela Kyoko, y sus primos menores, Yuto y Yuna Shima.

Fue mientras se desplazaban hacia un cerro en el centro de la ciudad que los sorprendió la ola del tsunami.

“¡Viene un tsunami, dobla a la izquierda, a la izquierda!”, recordó Toshihito haber escuchado gritar a su madre, mientras veían cómo las aguas se abalanzaban sobre ellos.

Pese a los esfuerzos de su padre, el automóvil quedó atrapado en un sector de estacionamientos, momento en que fue engullido por el mar. El pequeño de 3º año básico, recuerda el caos, escuchar cómo todo tipo de cosas chocaban contra el vehículo y, finalmente, cómo los cristales comenzaron a romperse.

En su desesperación, Toshihito rompió con su propias manos el vidrio del automóvil para escapar de él, aferrándose para sacar a Yuto, su primo que cursaba 1º año básico.

“Pero entonces algo, probablemente un árbol, se estrelló contra nosotros y tuve que soltarlo”, cuenta.

Toshihito Aisawa | Asahi.com

Toshihito Aisawa | Asahi.com

Toshihito dice que fue arrastrado mientras escuchaba las voces de Yuto y de su abuela pedir por ayuda y volverse cada vez más distantes. Posteriormente perdió el conocimiento, y despertó cerca de 30 minutos más tarde, con sus ropas agarradas a unas ramas de bambú.

El niño fue rescatado y entregado a la familia de Mitsunari Kitahara, un peluquero de 64 años cuya familia conocía a la de Toshihito.

Desde entonces el pequeño visita todos los días los refugios de la prefectura de Miyagi, con la esperanza de hallar a alguno de sus familiares. “Volveré mañana”, reza uno de los carteles escritos a mano que exhibe, con los nombres de sus seres queridos.

“Cuando hayan despejado los caminos, iré a ver si están en nuestra casa”, declara Toshihito, determinado a encontrar a su familia.