El estadounidense Justin Willoughby, de 27 años, no siempre fue una persona saludable. Hace 11 años, cuando apenas tenía 16, llegó a pesar 362 kilos, situación que lo llevó a estar al borde de la muerte.

El joven de 1.73 metros de estatura, relató su historia al diario Huffington Post, donde comentó que llegó a ese nivel extremo de obesidad simplemente comiendo más de la cuenta.

“Consumí una abundancia de cosas. Me encantaban los hotdogs y las sopas. También comí un montón de pan y pretzels. No comí mucha chatarra, sólo una gran cantidad de alimentos”, comentó.

Willoughby dijo que su gran problema era la adicción a la comida. “Me gustaba la forma en que me hacía sentir la comida. Me perdí en ella. Luego se convirtió en un hábito. Yo la anhelaba, y a veces era todo en lo que podía pensar. Me ayudó a manejar todas mis emociones. También me ayudó a afrontar la ansiedad y los ataques de pánico”, contó.

Pero el punto de quiebre llegó en agosto de 2003, cuando debió ser hospitalizado en el hospital en Pittsburgh en Pennsylvania.

“Los médicos prácticamente me dijeron que tenía que bajar de peso, o podría morir. Sólo tenía 16 años. Me sentí abrumado”, indicó, agregando que el impacto lo llevó a tomar una determinación. “No sabía si iba a vivir o morir. Sólo sabía que tenía que centrarme en el día que estaba viviendo. Tenía que perder peso ‘o morir en el intento’”, añadió.

Desde ese momento comenzó a moverse, poco a poco, ya que su peso no le permitía realizar grandes esfuerzos. Su primer ejercicio fue ponerse de pie y volverse a sentar.

“Recuerdo que mis piernas estaban adoloridas de pie. No podía esperar para volver a sentarme. También sentí que había logrado algo cada vez que completaba unos minutos más de pie. Entonces empecé a tomar más pasos cada día”, relató.

Justin indicó que después de un mes se puso como meta lograr completar una caminata de un kilómetro y medio. En 33 días lo logró.

Tras esto, comenzó un tratamiento con ejercicios de rehabilitación en el hospital local, donde tenía que estar entre 15 y 20 minutos en una caminadora eléctrica a velocidad moderada. Allí perdió un poco de peso, lo que lo motivó a continuar e inscribirse en un gimnasio, además de caminar por 45 a 60 minutos, de 5 a 6 días por semana.

Luego, adicionalmente se inscribió en un programa de levantamiento de pesas y comenzó a trabajar con máquinas de ejercicio cardio. “Empecé con la elíptica, la escaladora y otras”, indicó.

Como comía demasiado, también debió aprender a alimentarse. Comenzó a leer sobre el control de porciones en Internet. “Pasé de comer pan blanco, carnes procesadas, y alimentos ricos en grasas o alto contenido de azúcar a comidas más naturales, como claras de huevo, panes integrales, cereales integrales, leche, queso, frutas y verduras”, narró.

“Ahora, paso cerca de una hora y media en el gimnasio haciendo una hora de cardio y 30 minutos de entrenamiento de fuerza. Hay algunos días en los que hago una hora y media de actividad cardio. Todavía consumo alimentos, pero ellos no me consumen. Han pasado 11 años, y estoy prosperando en la vida. Estoy en una misión para hacer una diferencia en las vidas de otros que también luchan con la adicción, a través de charlas en público y mi propio sitio web”, manifestó.

Tras este largo camino, Justin logró bajar 268 kilos, llegando a pesar 94. Sin embargo, actualmente pesa 106 kilos, porque ha ganado más masa muscular con el ejercicio.