Estamos a días que se conozcan los resultados de las postulaciones a las universidades del Consejo de Rectores y las adscritas al sistema de ingreso vía PSU.

Sin duda hoy son miles los jóvenes que esperan con ansias estos resultados. Muchos esperanzados en poder quedar en la carrera o universidad a la que postularon.

Pero entre tanta alegría de aquellos que lograrán matricularse desde este lunes, está la otra cara de la moneda, aquellos que si bien postularon esperanzados en poder entrar a la universidad, no les alcanzó el puntaje, y peor aún están aquellos hoy invisibles que no lograron ni siquiera poder realizar la postulación por no alcanzarles el puntaje. Se pensará que todos estos jóvenes que no lograron sacar un puntaje PSU mínimo que les permitiera postular a la universidad es porque sencillamente son “flojos”, “no estudiaron”, o como acostumbran decir “no se esforzaron”, olvidando las grandes y profundas diferencias y desigualdades que hoy tiene el sistema educacional chileno, injusticias que hoy se incrementan con la existencia de los preuniversitarios, que lo único que han logrado es aumentar y expandir la brecha existente entre aquellos que tienen dinero y los que no.

Para entender lo anterior hay un dato que es clave. Este año fueron cerca de 900 los jóvenes que aún siendo los mejores de su colegio o liceo municipal, destacando por sobre todos aquellos que le rodeaban, no lograron sacar más de 475 puntos en la PSU.

Claro está que quizás para estos jóvenes el único medio de aprendizaje era su colegio, y sin duda que lo aprovecharon al máximo¡eran los mejores!, pero por otro lado teníamos a jóvenes de colegios particulares, en muchos casos con un promedio de notas simplemente regular, pero junto con tener una educación diametralmente distinta a la de los primeros, lo más probable es que sus padres junto con esto les hayan pagado un buen preuniversitario, por lo cual hayan sacado un buen puntaje, que les permitió postular a las mejores universidades y en las carreras que ellos eligieron.

Este lunes ellos serán los primeros matriculándose, sus familias estarán felices, a más de alguno le harán una celebración por su ingreso a la universidad, mientras tanto estos 900 jóvenes que representan a miles y miles de jóvenes chilenos, estarán con la impotencia de no haber logrado sus sueños, no por falta de esfuerzo o dedicación, sino porque simplemente el sistema les dijo que no, les cerró la puerta.

Porque al igual como cuando se va al supermercado, y mientras muchos compran todo lo que quieren, otros solo compran lo que pueden y les alcanza, y para comprar una educación de calidad a estos jóvenes no les alcanzo.

Es esta realidad, la que nos exige no seguir esperando y que este 2014 sea un año de transformaciones reales en educación, en que avancemos concretamente en lograr una educación gratuita, de calidad verdadera, y buscando romper la segregación del sistema. De una vez por todas necesitamos que la educación sea entendida como un derecho social al servicio de todas y todos los jóvenes chilenos.

Boris Negrete Canales
Coordinador Reforma Universitaria UCSC.