Este domingo se vivirá un proceso eleccionario especial en nuestro país. Si bien no es la primera vez que se eligen alcaldes y concejales, el debut del sistema de voto voluntario tendrá muy atenta a la clase política, no sin cierto temor.

Generalmente los cambios traen un componente traumático, puesto que el hombre como animal de costumbre tiende a la rutina. Y cuando ese hábito se modifica, confunde, desconcierta y finalmente genera resistencia en las personas.

Por consiguiente, la decisión de ir a votar sin una amenaza de multa, podría dar pie a la deserción de electores que no tienen la costumbre de ir por propia voluntad a sufragar. En palabras simples, para algunos les resultará mas sencillo quedarse en casa frente a la televisión esperando los resultados.

Pero no sólo el “desánimo” propio del chileno posiblemente atentará con la participación en las elecciones. El evidente descrédito de la clase política, y el alto rechazo de la ciudadanía a quienes detentan el poder, claramente determinará los niveles de abstención.

Por esto último, existe en nuestro país un clima de desidia respecto a la política, que no se condice con los niveles de descontento popular con el sistema, que vale la pena aclarar, no es sólo con el Gobierno de turno.

Disgusto que también involucra a las administraciones municipales, debido a la forma en que han llevado el conflicto estudiantil, y que motivó el llamado hecho por los secundarios liderados por Eloísa González, a “funar” las elecciones absteniéndose de ir a votar.

Pese a que podría aventurar una baja asistencia a las urnas, no es menos cierto que una democracia sana se construye con el apoyo o la aprobación de la mayoría.

Democracia es la soberanía de los pueblos por un bien común, no la decisión de unos pocos por sobre la mayoría. Democracia es participación en la toma de decisiones que nos afectan, más allá de las diferencias económicas o sociales.

En ese sentido, es importante que la ciudadanía se acostumbre y entienda que debe ejercer su derecho a elegir, y no tomar el ir a votar como una molestia.

Por lo mismo, es un contrasentido evidente no acudir a decidir en el mecanismo otorgado por el sistema democrático actual, y luego andar por las calles protestando y exigiendo respuestas a personas que pudieron no ser elegidas si todos hubiesen sufragado.

Si nuestra democracia no es representativa es por culpa de sistema binominal, está claro y no hay mayor discusión al respecto, pero también el dejar de votar contribuye a que unos pocos decidan por la mayoría, y eso nos acerca a una dictadura, la dictadura del conformismo y la apatía de quienes gustan alegar, pero no hacen algo por contribuir a generar cambios.

Eso es democracia, el resto son pamplinas.