En las temporadas de otoño e invierno es frecuente encontrar rostros afligidos y taciturnos. La familia o los seres cercanos muchas veces quieren ayudar, entregando alegría o consintiendo a quien presente estos estados de melancolía y, porqué no decirlo de una incipiente depresión.

Existen suposiciones que relacionan estos cambios anímicos con los ocurridos en ámbito meteorológico, un ejemplo es el nexo existente entre la tristeza y la lluvia. Si bien, estas pseudo-hipótesis carecen de fundamentos sólidos que avalen sus dichos, para la ciencia creer en estas especulaciones es estar en lo cierto.

Muchos habrán escuchado sobre la existencia de un reloj biológico al que se le atribuye, por ejemplo, despertar todos los días a una cierta hora. Pues bien, para la ciencia el creer en este reloj es estar en lo cierto, y es a él a quien se le atribuyen los cambios de ánimo antes mencionados.

Su nombre médico es glándula pineal y se ubica en la parte posterior dela base del cerebro. Sus funciones las realiza mediante moléculas llamadas neurotransmisores, que son una especie de mensajeros que conectan entre sí a todas las neuronas del cerebro.

Esta glándula, también conocida como epífisis, produce aquellas hormonas que regalan optimismo y, contrario a la anterior, melancolía. Los responsables de esto se llaman serotonina y melatonina, respectivamente. La primera se produce en ciertas células del sistema nervioso central (encargado de procesar todos los impulsos nerviosos generados en el organismo) y en el tracto gastrointestinal, mientras que la segunda se produce en la epífisis a partir de la serotonina presente en el organismo.

Las dos hormonas son clasificadas como ”fotoperiódicas”, ya que dependen de la luz dispuesta durante el día y la noche.

En otoño e invierno, la disminución de las horas de luz solar se traduce en que personas sensibles respondan con estados de aletargamiento, ausencia de motivación y en los casos graves, depresión. Esto se debió a un déficit de la serotonina, producto de la escasez de luz, con el consiguiente aumento de melatonina, acarreado por el protagonismo de la oscuridad.

Por supuesto, no todo el mundo tiene la misma sensibilidad al tiempo, y algunas personas tienen más tendencia que otras a que la disminución de la luz solar altere su balance hormonal.

¿Cómo podemos equilibrar nuestro organismo?

Algunos consejos para tener una mayor producción de serotonina en estos tiempos, es incrementar el consumo de alimentos ricos en triptófanos. Éste es un aminoácido esencial que pone en equilibrio a la ansiedad, el insomnio, el estrés, y sólo se obtiene mediante la ingesta de alimentos. Ejemplos de alimentos en los que abunde este aminoácido son: huevos, leche, cereales, chocolates, plátanos, nueces, entre otros.

Según recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el momento ideal para consumir este tipo de alimentos es durante el desayuno, y posterior a ello, al medio día y luego en la media tarde con colaciones que sean pequeñas proporciones.

Resulta curioso que una simple molécula pueda influir tanto en los estados de ánimo y, sin embargo, esto es solo un ejemplo de hasta dónde las emociones tienen fuertes nexos con la bioquímica de nuestro cuerpo, ya que como éste hay muchos más.