Quiero transcribirle esta historia, real por cierto, reporteada a una familia trabajadora chilena. Es una carta para la máxima autoridad del país, con el fin de exponer su situación. No piden ayuda, ni tampoco la esperan, sólo es un llamado a la conciencia.

No expongo el nombre de la familia, por respeto a ella. Y así es la historia.

Señor Presidente :

Con todo respeto le quiero exponer mi caso familiar, que sé que es el mismo que afecta a millones de chilenos, entendiendo de que hay muchos en peores condiciones de vida, lo que es más grave aún, pero mi misión particular, es velar por el bienestar de mi familia.

Para poder escribirle, he debido usar un medio de comunicación como intermediario, ya que su equipo asesor filtra las cartas, y sé que nunca tendré respuesta a ella.

Agrego que antes de enviársela, he leído la prensa para informarme bien sobre lo que quiero relatarle y no equivocarme.

Soy un guardia de seguridad, gano $190.000 líquidos al mes. Mi señora trabaja como empleada particular o asesora del hogar, como quiera llamarle. Ella gana $ 180.000 al mes, es decir, nuestro ingreso familiar alcanza los $ 370.000. Ambos trabajamos en promedio entre 10 a 12 horas diarias.

Tenemos dos hijos. El mayor tiene 15 años, pasó a 1º medio (no diré donde por razones que usted comprenderá) en un liceo fiscal. La menor cumple en abril 10 años, pasó a 5ª básico y estudia en el mismo establecimiento. Es cierto, sólo pagamos una matrícula, pero debemos gastar una importante suma en sus útiles escolares en el mes de marzo de cada año.

Tenemos nuestra casa propia, en la comuna de Puente Alto, que compramos gracias a varios años de ahorro, pero tuvimos que endeudarnos por 15 años, por el cual, pagamos un dividendo de $75.000 al mes. Lo lindo de esto, es que disfrutamos de nuestra casa propia y luchamos por no atrasarnos en la cuota de crédito.

Ambos trabajamos en la comuna de Ñuñoa, por lo que son dos pasajes diarios cada uno, es decir, gastamos $2.400, lo que al mes significa un total de $60.000. Los niños gastan en locomoción para ir a su colegio $14.000 en el mismo período.

En las colaciones de los niños para su jornada escolar nos significa un costo de $15.000 mensual. Además dejamos $10.000 para sus gastos de materiales que le piden sus profesores.

El primer sábado de cada mes, como estamos recién pagados, vamos a hacer el pedido al supermercado, donde compramos la mercadería justa para el mes, lo cual nos significa un promedio de $80.000. A ello, le agregamos que todos los fines de semana vamos a la feria y ello nos genera un gasto de $40.000 más.

En los servicios básicos de nuestra casa, pagamos en gas un promedio de $15.000, en agua $12.000, luz $18.000 y telefonía $37.000 que incluye Internet para nuestros hijos, necesaria para su educación y también entretención.

Tenemos un auto pequeño, que sólo lo usamos para ir a las compras y cuando salimos a dar un paseo el día domingo, que es como el único gusto que nos damos como familia. En el mes, no recorremos más de 150 kilómetros en él, porque sólo disponemos de $ 10.000 para bencina.

Cargamos los 4 celulares de la familia con una tarjeta de prepago de $3.000 cada una, lo que significa un costo de $12.000 por mes. El celular lo usamos para emergencias y comunicarnos entre nosotros en el día.

Si restamos todos los gastos normales por mes a nuestro ingreso familiar, nos está quedando un saldo de $ –28.000.

Como verá usted Señor Presidente, no nos alcanza el sueldo, para vestirnos, para enfrentar cualquier gasto en medicamentos e incluso ni para una emergencia que nos pudiera suceder.

Es por ello, que hace unos años, sacamos dos tarjetas de crédito en dos casas comerciales, que no son La Polar. Si bien los cupos no son altos entre ambas, nos sirve para comprarnos ropa cuando es necesario y la ocupamos para farmacia cuando es debido. Y por supuesto, tenemos que hacer de vez en cuando, un avance en efectivo, ya que nos quedamos sin dinero para casos fortuitos.

Esto nos significa que, a pesar de ser una familia ordenada en nuestro presupuesto, caemos en el famoso círculo vicioso de la bicicleta, es decir, trabajamos para pagar las deudas, y a la vez, nos volvemos a endeudar.

Lo que no entiendo Presidente, es cómo podemos vivir en un país en que el 25% o más de nuestros ingresos se nos va en locomoción. Entiendo que para sacarse el pillo, culpan justificadamente al Transantiago, pero pienso que si el costo del combustible fuera más barato y no nos carguen altos impuestos por éste, los medios de transporte serían más económicos.

La luz en Chile es una de las más caras en Sudamérica. El gas, para que decir. Y usted sabe, que si el costo del petróleo sube en forma descabellada, todos los bienes de consumo se van al alza.

Lo peor es que el sistema estatal, nos cataloga como familia de clase media, lo cual es falso porque nuestro ingreso familiar no nos alcanza para vivir tranquilos.

Entonces lo que me decepciona Señor Presidente, es que todos los sectores políticos de nuestro país, hablan a destajo del ingreso ético familiar, que van a luchar por una educación de calidad y gratuita, que van a rebajar el impuesto al combustible, que se lo subirán a las grandes empresas, etc.

Y como muchos chilenos, ya no les creemos. Porque este cuento que le planteo, es cosa de nunca acabar. Los intereses creados por la mayoría de ustedes, hace díficil lograrlo y como siempre la clase media y baja es la que pierde.

He leído que en los últimos años, que el cobre genera más recursos de lo que se gasta, y que el sobrante, lo guardan para una emergencia o una crisis económica mundial, etc. Me pregunto que si tienen plata ¿por qué no terminan de una vez por todas con el excesivo aumento del costo de la vida, subsidiando por ejemplo, el combustible (me refiero a eliminar los impuestos que se le aplican)?

Y así me nacen cientos de preguntas, que da para muchas lineas.

Lo que me molesta Presidente es que sólo se acuerdan de la gente, para un aprovechamiento político, para una elección o para la tele.

Lo invito a que lea esta carta, que representa la realidad de millones de chilenos y que piense que vivimos gran parte de nuestras vidas acosados por las deudas, por el costo de vida, lo que conlleva a un desgaste sicológico permanente, y a la vez, a un daño tremendo en la sociedad, ya que la falta de dinero, es un factor importante que llama a la delincuencia a robo, como forma de conseguir dinero.

Y termino estas palabras, insistiendo en que muchos no confiamos en ustedes y en todos los sectores políticos, porque no vemos voluntad ni empatía por solucionar parte de nuestros problemas.

El ejemplo más actual de ello, son los precios de los combustibles, pero en años, nadie se las juega.

Me despido Señor Presidente, para que lea esta carta y vea, aunque sea por unos minutos, lo que vive mi familia, que grafica a la mayoría de la gente.

Víctor Huidobro es periodista. Vive en Santiago y escribe regularmente en su blog, El Nada Serio. Tiene su cuenta de Twitter en @elnadaserio