Científicos de la Universidad Tufts en Boston descubrieron que el Bisfenol-A (BPA), uno de los compuestos de varios tipos de plásticos a los que estamos expuestos todos los días, podría afectar de forma directa la infertilidad en mujeres.

Experimentos en ratones llevaron a un equipo de endocrinólogos a concluir que, cuando un mamífero queda expuesto a pequeñas cantidades de este químico, no tiene problemas en concebir durante las primeras etapas de su vida, sin embargo su efecto a largo plazo podría provocar que las mujeres queden infértiles a una edad mucho más temprana de lo que se considera normal.

“Todo el mundo sabe que nuestra fertilidad comienza a declinar cerca de los 35 años. Si se produce un efecto como este donde algo acelera nuestro ocaso reproductivo y, en vez de comenzar a los 35 años comienza a los 30, significaría serias repercusiones para nosotros. En resumen, se traduce en que más parejas enfrentarían problemas de infertilidad y no serían capaces de tener las familias que esperaban”, explicó la doctora Patricia Hunt, de la Universidad del Estado de Washington.

Para empeorar las cosas, pese a que su potencial nocivo es conocido desde la década de 1930, el BPA sigue estando presente en muchos productos de uso diario, como comida envasada, bebidas, botellas plásticas, biberones, utensilios de cocina, DVDs e incluso recibos de cajas registradoras.

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De hecho, prácticamente la totalidad de los seres humanos tenemos BPA en nuestros cuerpos, lo que interfiere directamente con hormonas como el estrógeno femenino. Más aún, la evidencia sugiere que los efectos acumulativos de este compuesto puede incidir además en la generación de cáncer, problemas de desarrollo e incluso de comportamiento, describe el portal MSNBC.

“Todas estas patologías que hemos observado en animales expuestos de forma prenatal al BPA van en aumento en los seres humanos. Por razones éticas no podemos hacer estudios similares en las personas, pero lo que le sucede a los animales muy probablemente le ocurre también a los humanos”, concluyó la endocrinóloga de la Universidad Tufts, Ana Soto.