El abuso emocional puede ser difícil de reconocer, ya que tiende a ser sutil, y quienes lo ejercen, frecuentemente culpan a sus víctimas. Asimismo, con el tiempo el abusador va sepultando la autoestima del otro, haciendo que duden de ellos mismos.

El abusador probablemente es afectuoso entre episodios abusivos para que así los neguemos u olvidemos”, describe la licenciada en terapias familiares, Darlene Lancer, en una columna del sitio especializado Psychology Today.

De este modo, añade que tal vez las víctimas no han tenido una relación saludable en el pasado, para hacer comparaciones. Por otra parte, cuando los abusos ocurren en privado, no existen testigos que puedan validar la experiencia.

En este contexto, la especialista describe cómo es la personalidad de un abusador. “Usualmente quieren controlar y dominar. Son egocéntricos, impacientes, poco razonables, insensibles, implacables y carecen de empatía, suelen ser celosos, suspicaces y distantes”, describe Lancer.

Para mantener el control, aíslan a sus parejas de sus amigos y familiares. Además, sufren de cambios de humor muy notorios, ya que pueden pasar de “divertidos y románticos” a “enojados y taciturnos”.

“Algunos castigan con enojo, otros con silencio, y algunos más con ambas. Usualmente las cosas tienen que ser como ellos quieren o no suceden“, ejemplifica la terapeuta.

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¿Están abusando de ti?

Tras conocer las cualidades de un abusador, la especialista describió cómo inicia y ejerce el abuso emocional, para reconocer si eres víctima de una situación de este tipo.

“En retrospectiva, es posible recordar señales de control o celos. Eventualmente, estamos caminando de puntitas, intentando no molestar al abusador. Estar sujeto a abuso emocional con el tiempo puede llevar a ansiedad, estrés post traumático, depresión, inhibición del deseo sexual, dolores crónicos y otros síntomas físicos”, enumeró.

“La gente que se respeta y honra a sí misma no permitirá que nadie abuse de ellos”, advierte Lancer, destacando que muchas personas permiten este tipo de situaciones por miedo a las confrontaciones.

Por otra parte, señala que las víctimas se sienten responsables y se culpan a sí mismas tras sufrir estos abusos. “Algunas no son capaces de acceder a su enojo y poder para defenderse”, especifica.

Según plantea la teraputa, si permites que el abuso continúe, es probable que lo hayan hecho contigo en el pasado. Puede tratarse de un padre estricto o alcohólico, una madre invasiva o un hermano burlón. “Sanar involucra entender cómo han abusado de nosotros, perdonarnos y reconstruir nuestra autoestima y confianza”, puntualiza Lancer.

El abuso emocional

En primer lugar, debes diferenciar el abuso emocional, de la violencia física, la cual incluye empujones, acorralamientos, romper y arrojar cosas, entre otras acciones.

“El abuso emocional son comportamientos o discursos humillantes, manipuladores o agotadores. Retener el afecto, la comunicación, el apoyo o el dinero son métodos indirectos de controlar y mantener el poder. El comportamiento pasivo-agresivo es hostilidad encubierta. El agresor pasivo es un ‘lobo en piel de oveja"”, precisa.

De este modo, la especialista comenta que estos comportamientos se relacionan con controlar a dónde vamos, con quién hablamos, o incluso cortar todas las tarjetas de crédito de la otra persona. “Espiar, acosar, e invadir nuestro espacio, persona o pertenencias también es abusivo, porque ignora las barreras personales”, añade.

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El abuso verbal es la forma más común de abuso emocional, y se traduce en amenazas, juicios, culpas, insultos, críticas, mentiras, órdenes e ira.

A continuación, la especialista detalla otros tipos sutiles de abuso verbal que son tan dañinos como las formas abiertas, particularmente porque son más difíciles de detectar:

Oponerse: El abusador argumentará en contra de cualquier cosa que digamos, retando nuestras percepciones, opiniones y pensamientos. El abusador no escucha o proporciona pensamientos o sentimientos, sino que nos trata como adversarios, effectivamente diciendo que “no” a todo, imposibilitando una conversación constructiva.

Bloquear: Esta es otra táctica que se utiliza para abortar conversaciones. Los abusadores tienden a cambiar de tema, acusarnos o usar palabras que en efecto nos están diciendo, “cállate”.

Descontar y Minimizar: Este es el abuso verbal que minimiza o trivializa nuestros sentimientos, pensamientos o experiencias. Es una manera de decir que nuestros sentimientos no importan o están mal.

Socavar y Interrumpir: El objetivo de estas palabras es socavar nuestro autoestima y confianza, como “no sabes de lo que estás hablando”, completar nuestras oraciones o hablar por nosotros sin nuestro permiso.

Negar: Un abusador también tiende a negar acuerdos o promesas que se hicieron, o que una conversación u otros eventos sucedieron, incluyendo abusos anteriores. En su lugar, el abusador tiende a expresar afecto o hacer declaraciones de amor y afecto. Este comportamiento manipulador con el objetivo a hacer como que la otra persona está loca, nos lleva a dudar gradualmente de nuestra propia memoria, percepciones y experiencias. En el extremo, un patrón persistente termina por convertirse en gaslighting, llamado así por la clásica película de Ingrid Bergman, Gaslight, en la que un esposo usa la negación en su plan para hacer que su esposa crea que está perdiendo el contacto con la realidad.

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Confrontar el abuso

Para confrontar situaciones de este tipo, es importante comprender que el objetivo del abusador, es controlar y evitar conversaciones significativas. Por este motivo, si “nos enfocamos en el contenido, caeremos en la trampa de intentar responder racionalmente y negando acusaciones (…) En ese punto habrá ganado el abusador”, explica.

En ocasiones, la especialista aconseja desviar el abuso verbal con humor. Esto los pone a ambos en una posición de “iguales” y le quita al abusador el poder para hacerte sentir inferior.

Otro método, es repetirle de vuelta lo que te dice. “Por ejemplo, ‘¿dijiste que crees que no sé lo que estoy haciendo?’ Probablemente nos respondan con una repetición desafiante del insulto. Entonces, podemos responder con un, ‘no estoy de acuerdo’, o un ‘no lo veo de esa manera’“, plantea.

Asimismo, en algunos casos es mejor atender el abuso verbal con declaraciones fuertes. “Ya basta”, “no me hables así”, “no me insultes”, “no me levantes la voz”, “no uses ese tono conmigo” o “no me des órdenes”, son algunas de las opciones para poner límites.

“Usualmente, un abusador verbal se volverá todavía más abusivo, en cuyo caso podemos seguir enfrentándonos al abuso de la misma manera“, explica Lancer.

Si seguimos poniendo límites, el abusador entenderá el mensaje de que la manipulación y el abuso no serán efectivos. Es posible que la relación mejore, pero también puede que no, o que problemas más profundos salgan a la luz”, explica sobre los resultados de confrontar el abuso.

Finalmente, la terapeuta comenta que si retomas el poder y recuperas tu autoestima, no permitirás que alguien abuse de ti. “Si eso se detiene, puede que mejore la relación, pero para lograr un cambio positivo, ambos deben estar dispuestos a arriesgarse a cambiar”, sentencia.