Una ruptura amorosa, independiente del tiempo que haya durado la relación, siempre nos va a dejar algo de dolor y ansiedad. Más allá de quién decidió ponerle fin al romance o si fue una decisión en conjunto, cortar de raíz el vínculo afectivo que los mantuvo unidos por meses o años, requiere una fortaleza, madurez y seguridad que no se consigue de la noche a la mañana.

Es por eso que en medio de ese proceso pueden ocurrir muchas cosas. Los primeros que resentirán esta sensación de pérdida o abandono serán tu corazón y tu mente. Y aunque suene un poco obvio, el punto es que podríamos experimentar sensaciones que hasta entonces eran desconocidas.

Dormir todo el día, estar a solas 24/7, salir de fiesta cada fin de semana para evitar pensar en el quiebre o incluso querer llamar a tu ex cuando no estás en tu mejor momento, son sólo algunas de las vías de escape más comunes que se presentan en una persona tras una ruptura.

Para algunos la situación puede ser tan dramática que el cuerpo también pasa la cuenta. De acuerdo al psicoterapeuta Ronald A. Alexander, “el desamor afecta físicamente a tu cuerpo”, y agregó, al Huffington Post, que “no eres el único que se va a la cama y se siente apartado del mundo”, pues “un corazón roto puede hacer que te sientas como si hubieras perdido el timón de tu vida. Llorar y quejarse es habitual, al igual que el sentimiento de melancolía, pero además hay síntomas físicos”.

En este contexto, a veces la respuesta de tu cuerpo es tan extrema que se llega a experimentar lo que se conoce como “síndrome del corazón roto”, una afección similar a un ataque al corazón, y que se manifiesta de manera temporal y suele desencadenarse tras situaciones de intenso estrés emocional o físico, como lo es la muerte de un ser querido o, precisamente, un quiebre amoroso.

Pero ¿qué pasa cuando estamos haciendo de todo para olvidar a esa persona, han pasado unos tres meses y decide aparecer nuevamente en tu vida?

La primera respuesta, casi automática, de alguien que está intentando superar un quiebre es decir ‘no me importa, yo no volveré con…’, pero sabemos que decirlo es una cosa y cumplirlo es otra.

Todo suele ocurrir con un encuentro en la calle, un mensaje por Instagram, Facebook o WhatsApp (si es que antes no bloqueaste su contacto). La conversación avanza por tópicos superficiales hasta que la otra persona te pregunta si te gustaría ‘hacer algo’ algún día de ‘estos’.

Si la relación pasada no está totalmente superada y no fuiste tú quien decidió terminar, lo más probable es que exista una pequeña ilusión dentro tuyo, pero sumada a varias preguntas del tipo: ‘¿Por qué apareció ahora?’; ‘¿Por qué querrá verme?’; ‘¿Se habrá arrepentido?’.

Lo primero que debes tener en cuenta, al estar en esta situación, es que una expareja puede volver por diversas razones. De acuerdo al académico y psicólogo Robert Taibbi, existen al menos cinco razones por las que los o las “ex” pueden regresar: tienen dudas después de un quiebre abrupto, quieren intentarlo de nuevo, se sienten solos, buscan sexo o quieren un mejor cierre.

Pero independiente de esas razones, lo importante es pensar ¿qué quieres hacer tú frente a eso?

En este contexto, el terapeuta de parejas de Virginia, Estados Unidos, ofrece 5 preguntas básicas que debes hacerte para ordenar tus sentimientos y decidir qué pasos seguir.

1.- ¿Debo alejarme o no?

Por lo general, cuando una persona mira en retrospectiva su relación se da cuenta de que cuando pensaba que todo estaba bien en realidad estaba pasando por alto problemas importantes como la comunicación, manipulación emocional, confianza, etc.

Necesitará recordar y reforzar este punto, a modo de control, cuando la otra persona aparezca, y así pensar en frío qué tan buena fue esta relación pasada y qué podría mejorar si se dan una nueva oportunidad.

Lo principal es no dejarse seducir frente a una posible nueva relación con la misma persona, simplemente porque él o ella aparecieron y muestran interés. Sentirse necesitado, solo o creer, sin reflexión de por medio, que la persona simplemente cambió para bien porque está de vuelta, es un grave error.

2. ¿Es necesario generar uno o más encuentros para curar viejas heridas?

Cuando se acaba una relación los motivos no siempre quedan claros. Esto provoca confusión en una o ambas partes, y si quien decidió terminar reaparece de la nada, es normal que la otra persona se pregunte cosas como ‘¿Por qué aparece nuevamente si él/ella no quería nada?’ o ‘¿Por qué quiere juntarse si se supone que no quería verme nunca más?’.

Frente a esta situación, es probable que un encuentro proporcione una oportunidad para resolver algo de esas dudas, pero para ello debe existir un control. En ese sentido, debes prepararte con una serie de preguntas difíciles que la otra persona debe saber responder. No sirven respuestas como ‘estaba pasando por un mal momento’.

La honestidad y la comunicación es fundamental en cualquier relación amorosa, y si estamos pensando en una segunda oportunidad, mucho más aún.

“Se trata de deconstruir: desentrañar lo que no funcionaba, entender cómo se sentía cada uno, descubrir la moraleja que dejó la historia de la relación pasada. Lo que este encuentro no debe ser es una oportunidad para que descargues tu ira, o para que la otra persona simplemente ignore el pasado”, explica Taibbi.

 Pexels (cc)
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3.- ¿Qué expectativas tengo/tenemos?

Como el académico señalaba anteriormente, cuando una expareja vuelve a tu vida, puede ser por distintas razones y, en función de eso, se generan expectativas. El tema es que independiente de si te las comunica o no con anterioridad, debes pensar en cuáles son tus expectativas al respecto.

¿Qué es lo quiero en esta posible nueva relación? ¿A qué ritmo quiero avanzar en esta nueva oportunidad? ¿Cómo podría sentirme más seguro o segura en este regreso? Son algunas de las preguntas que debes hacerte, sobre todo si viviste una ruptura difícil.

4.- ¿Qué tiene que ser diferente esta vez?

El principal temor cuando se retoma una relación fracturada, es volver a cometer los mismos errores. Por eso, este tiempo distanciados debe servir para reflexionar acerca de las cosas que pudimos haber hecho mejor y cuáles no deberíamos haber cometido. Eso te dará una sensación de mayor control.

Esto tiene que ser una conversación en la que ambos decidan poner de su parte para construir una relación más sólida. ¿Qué necesitamos para sentirnos más seguros y ser más honestos? ¿Cómo equilibraremos los tiempos individuales y en pareja? ¿Tenemos planes de un futuro juntos? Son interrogantes que ambos deberían responder sin vacilaciones.

5.- ¿Existen algunos criterios o prácticas para asegurar el éxito de la relación?

El éxito en una relación no está asegurado, pero sin duda la comunicación facilita todo.

Quizá uno de los dos necesita ser más abierto con sus necesidades o inquietudes, mientras el otro debe aprender a escuchar más y ser paciente. Eso dependerá de las personalidades de cada uno, pero Robert Taibbi asegura que sentando las bases de lo que cada uno quiere, obviamente con empatía, es posible que esa historia que los llevó a un quiebre no se repita y, en cambio, vivan una segunda oportunidad mucho más sincera y enriquecedora.

Lo anterior no asegura que si vuelves a terminar no sufras, pero sin duda estarás en una posición mucho más segura y madura para enfrentar el dolor.