Luego del fin de la II Guerra Mundial, fueron muchos los criminales de guerra nazi los que escaparon hacia diferentes lugares para evitar ser juzgados.

Utilizando los sistemas de escape conocidos como “líneas de ratas”, una gran cantidad de fascistas llegó hasta Argentina.

Además de ser un destino más bien tranquilo y seguro, los nazis se vieron favorecidos gracias a la admiración que Juan Perón sentía por Alemania.

De hecho, el 10 de abril de 1938, cerca de 20 mil personas -entre alemanes, austríacos y argentinos- se reunieron en el mítico Luna Park de Buenos Aires para celebrar la anexión de Austria a la Alemania nazi.

Tal como recoge el medio trasandino Infobae, es conocido como el evento nazi más grande del que se tenga registro fuera de Alemania.

Uno de los que escapó hacia Argentina fue Adolf Eichmann, quien se desempeñó como teniente coronel de las SS nazis.

Según registran diversas fuentes, fue responsable directo de la solución final, principalmente en Polonia, y de los transportes de deportados a los campos de concentración alemanes durante la guerra.

Y a pesar de haber comenzado una nueva y tranquila vida en este país, un “simple pero a la vez grave” descuido de su hijo más pequeño dio pie para que se iniciara un cinematográfico operativo, que terminó con agentes secuestrándolo y llevándolo hacia Israel, en donde resultó juzgado y ultimado.

Este viernes 11 de mayo se cumplieron 58 años de su captura.

Adolf Eichmann en 1942 (CC) Wikimedia Commons
Adolf Eichmann en 1942 (CC) Wikimedia Commons

Después de la caída de la Alemania Nazi, Eichmann fue detenido por los norteamericanos, aunque gracias a que se mintió respecto a su verdadero nombre, pasó inadvertido. En 1946, escapó de la custodia del Ejército estadounidense y vivió oculto en Alemania.

Cuatro años más tarde, se consiguió un pasaporte emitido por el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) y un visado argentino. Estos documentos estaban a nombre de “Ricardo Klement, técnico”.

En junio de 1950 salió en barco desde Génova y llegó a Buenos Aires el 14 de julio, instalándose en un hotel para inmigrantes en el barrio de Palermo Viejo. Luego de la llegada de su familia, se fueron a vivir a Tucumán.

Tras deambular en diferentes puestos de trabajo, Eichmann logró convertirse en gerente en la fábrica de Mercedes Benz. Esto le permitió mudarse a una nueva casa que él mismo mandó a construir, en la zona norte del Gran Buenos Aires.

Pasaporte de Eichmann con los datos falsos de Ricardo Klement (CC) Wikimedia Commons
Pasaporte de Eichmann con los datos falsos de Ricardo Klement (CC) Wikimedia Commons

En este lugar sería vecino de un judío alemán ciego llamado Lothar Hermann. Él había llegado a Argentina en 1938, y su hija adolescente forjaría amistad con el menor de los hijos de Eichmann.

Sin siquiera sospechar, este lazo terminaría siendo fundamental en su destino. Esto ya que la muchacha comenzó a contarle a su padre respecto a sus visitas y anécdotas en la casa del “señor Klement”, lo que comenzó a levantar sospechas en Hermann respecto al origen de su vecino.

Sin embargo, el hombre no realizó comentarios para así poder conocer más respecto a la vida de Eichmann. Luego de un tiempo, decidió contactarse con la agencia de inteligencia israelí Mossad, aunque no tuvo una respuesta positiva, debido a lo difícil que resultaba creer en que un ciego podría descubrir a un criminal de guerra nazi.

Recién a fines de la década de 1950, Mossad decidió intervenir, gracias a la revisión de una serie de fotografías de Eichmann. El primer ministro de Israel de aquel entonces, David Ben-Gurión, le encomendó a la agencia la captura del nazi.

Para cumplir con este objetivo, Isser Harel, director de Mossad, utilizó información aportada además por el cazador de nazis Simon Wiesenthal. El primer y gran problema es que el estado argentino rechazaba las solicitudes para extraditar a criminales nazis, por lo que la captura de Einchmann se debió hacer de forma ilegal.

En mayo de 1960, un grupo de agentes del Mossad arribaron a Buenos Aires, y durante dos semanas vigilaron y monitorearon la vida diaria del nazi. Su suerte ya estaba echada: sería secuestrado.

Secuestro cinematográfico

Hasta que llegó el día: el 11 de mayo de 1960 los agentes raptaron a Eichmann luego que éste bajara del bus. Tras ser llevado a un departamento, el alemán dijo llamarse Ricardo Klement y luego Otto Henniger. Tras tensos momentos de interrogatorios, finalmente reconoció su verdad, e incluso dio su número de registro en las SS.

Al cabo de unos días en los que esperaron el vuelo, fue obligado a firmar una carta en la que aseguraba viajar hacia Israel por su propia voluntad, para “limpiar su conciencia”.

El 20 de mayo, Eichmann fue sacado del país drogado, caracterizado como mecánico y con pasaporte falso. Llegó a la ciudad de Haifa, en Israel.

Si bien esto posteriormente se hizo público, y a pesar de que generó un impasse diplomático, desde Israel nunca mostraron interés en devolver a Eichmann.

Juicio en Israel

En Jerusalén, Eichmann fue sometido a juicio, en el que se defendió asegurando que simplemente ejecutó órdenes de sus superiores.

No obstante, hay quienes sostienen que el nazi no sólo no se opuso a las crueldades a las que sometieron a miles de judíos, sino que además colaboró de manera eficiente en el exterminio, incluso excediendo las órdenes que se les daban.

“No perseguí a los judíos con avidez ni placer. Fue el Gobierno el que lo hizo. La persecución, por otra parte, sólo podía decidirla el Gobierno, pero en ningún caso yo”, señaló en el juicio.

Adolf Eichmann caminando en el patio de su celda en Israel (CC) Wikimedia Commons
Adolf Eichmann caminando en el patio de su celda en Israel (CC) Wikimedia Commons

“Acuso a los gobernantes de haber abusado de mi obediencia. En aquella época era exigida la obediencia, tal como lo fue más tarde la de los subalternos”, agregó.

Finalmente, el jurado lo declaró culpable de genocidio, y el 15 de diciembre de 1961 fue condenado a morir en la horca por crímenes contra la Humanidad. Esta sentencia se cumplió el 31 de mayo de 1962 en la cárcel de Ramla.

Sus últimas palabras fueron: “Larga vida a Alemania. Larga vida a Austria. Larga vida a Argentina. Estos son los países con los que más me identifico y nunca los voy a olvidar. Tuve que obedecer las reglas de la guerra y las de mi bandera. Estoy listo”.

Sus restos fueron incinerados y dispersadas en el mar Mediterráneo, fuera de las aguas jurisdiccionales de Israel, para así evitar que su tumba se convirtiera en lugar de peregrinación.

Adolf Eichmann en su juicio en Israel en 1961 (CC) Wikimedia Commons
Adolf Eichmann en su juicio en Israel en 1961 (CC) Wikimedia Commons