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El italiano Andrea Piombetti, conocido como "El Rey de los Piratas del Cactus", fue condenado a 18 meses de cárcel y una multa de €25.000 por un caso de tráfico de plantas que involucraba casi mil ejemplares de cactus Copiapoa, endémicos del Desierto de Atacama en Chile, valuados en un millón de dólares. La investigación reveló que Piombetti, junto a su cómplice Mattia Crescentini, comerciaba ilegalmente estas plantas a nivel mundial a través de redes sociales y sitios de subastas. Tras cinco años de litigio, en enero de este año, ambos fueron sentenciados por violar la convención CITES, recibiendo Piombetti 18 meses de prisión y Crescentini 12 meses, siendo considerado un crimen no solo legal, sino también contra la naturaleza.

Andrea Piombetti, el italiano que se hacía llamar “El Rey de los Piratas del Cactus”, fue sentenciado a 18 meses de cárcel y una multa de €25.000 ($23.326.250 millones de pesos chilenos), por uno de los casos de tráfico de plantas más grandes registrados en nuestro país.

Y es que pese a su apariencia tosca, no muy atractiva y espinuda, los cactus son unas de las plantas más cotizadas a nivel mundial, ya que pueden sobrevivir en los ambientes más inhóspitos.

En febrero de 2020, a Piombetti le encontraron casi mil ejemplares de cactus Copiapoa, que existe solo en el Desierto de Atacama en Chile.

Según el portal de la Fiscalía de Chile, entre 2013 y 2019, Andrea Piombetti, quien, aparte de “pirata de cactus” se identificaba como coleccionista, realizó siete viajes a Taltal, donde fotografió, referenció y extrajo 964 ejemplares de cactus Copiapoa. El avalúo, un millón de dólares.

Pero la caída de Piombetti no fue precisamente por estas plantas, sino que fue por una mera casualidad.

La caída de “El Rey de los Piratas del Cactus”

El portal de noticias británico, BBC, detalla que en 2013, la aduana del Aeropuerto de Milán-Malpensa, interceptó un envío de 143 cactus con documentos fitosanitarios falsificados, dirigidos a la casa de Andrea Piombetti en Senigallia, Ancona.

Tras una inspección policial, encontraron más cajas de cactus en su vivienda y en la de un amigo en un pueblo cercano, añade el medio. Pero esto no pasó a mayores y el caso se archivó.

En 2020, Simone Cecchini, jefe de la unidad de comercio de Especies en Peligro de Extinción de la policía local en Italia, recibió una denuncia donde se acusaba al coleccionista de robar un brote de un vivero local, propiedad del botánico Andrea Cattabriga.

Primero, no quería dejar entrar a la policía a su casa, e incluso se atrincheró durante 10 minutos, explicó el teniente coronel al medio británico.

El brote nunca fue encontrado, pero lo que sí había, eran más de 1.000 cactus Copiapoa. Piombetti, al verse atrapado, no pudo escapar de la verdad, incluso cuando dijo que había perdido su pasaporte, el que la policía encontró sobre un armario.

Este documento, tal como detalló la Fiscalía, registraba cinco viajes a Chile entre 2016 y 2019.

En su computador y celular había aún más datos, como los que permitieron dar con Mattia Crescentini, su cómplice, además de una red de otros 10 comerciantes ilegales de plantas y 10 compradores habituales.

Las plantas eran publicadas en páginas de redes sociales y sitios web de subastas, para luego ser vendidas a personas de todo el mundo.

El avalúo total de las plantas robadas en ese momento, era de un millón de euros. Cattabriga explicó que “eran plantas increíbles, plantas antiguas, de cientos de años”, mientras que el mismo Piombetti recalcó en que “eran perfectas”.

Piombetti y su cómplice

La “Operación Atacama”, que se convirtió en una de las mayores operaciones de tráfico de cactus en Europa, terminó en un juicio contra Piombetti y Crescentini.

Tras cinco años de litigio legal por violar la convención del Comercio Internacional de Especies amenazadas de Fauna y Flora Silvestre (CITES), en enero de este año, Piombetti recibió una sentencia de 18 meses de prisión y una multa de €25.000.

Su cómplice, Crescentini, recibió 12 meses de prisión y una multa de €18.000.

El tribunal también reconoció que el crimen de “El rey de los Piratas de cactus” no solo violó la ley, sino que también es un delito contra la naturaleza.