El caso, que se hizo viral desde TikTok, recuerda la procesión de decenas de estudiantes de la carrera de criminología en Chile, a quienes les prometieron encontrar trabajo a lo CSI, pero nunca fue así.

La cuenta de TikTok de Halis Montero, la joven mexicana que estudió 4 años una carrera que no existe, tiene abundante evidencia de su vocación por la profesión elegida.

Desde su inscripción, la cual tuvo lugar en una Escuela Normal de su país, las cuales son una opción para optar por una carrera profesional a falta de dinero para estudiar en una universidad privada, al final le pasó la cuenta a menos de una semana de obtener su licenciatura.

Su situación no es única. Contó que cientos de compañeros de la misma escuela enfrentan su situación, pero ella ha sido la única que ha alzado la voz por medio de redes sociales, buscando una acción judicial para resarcir los daños causados por la institución. No obstante, nadie la quiere acompañar a una instancia legal.

“Una sola persona demandando… no creo”, aseguró, refiriéndose a que una demanda colectiva tendría más peso.

Entre todo lo negativo, se rescata que su caso se viralizó en México, donde medios como TV Azteca retomaron el tema, así como otros a nivel latinoamericano, donde su situación tuvo eco haciendo que estudiantes se pongan en sus zapatos, cuando están a punto de colocarse la toga y birrete que simboliza llegar a la meta

“Desde el primer día todo estuvo mal”

Las famosas “red flags“, forman parte de la vida diaria de los jóvenes que han masificado el término para detectar, en distintas situaciones de la vida, indicios de que algo no anda bien.

Halis Montero se topó con algunas, desde el inicio de su inscripción en la Escuela Normal que escogió en el Estado de Guerrero. Éstas, fueron creciendo con el paso de su vida estudiantil.

Debido a su carencia económica para optar por una universidad prestigiosa, tuvo que aceptar algunas situaciones. Sus padres le dijeron que podían pagarle Enfermería o Licenciatura en Educación Especial.

Según la descripción de la joven, esta última “se enfoca en personas con discapacidad y niños en situación de vulnerabilidad”, algo que le gustó mucho por el hecho de ayudar a quienes más lo necesitan. Nunca imaginó que, simplemente, su carrera que no existiría en el sistema educativo.

Su vocación crecía con el paso de los semestres, al punto de aprender, entre otras técnicas, la lengua de señas necesaria para comunicarse con algunos de sus estudiantes de práctica.

Hasta esa etapa todo parecía bien, pero vendría un desengaño grande en medio de su preparación académica.

4 años de estudio, pero su carrera no existe: de banderas rojas al real problema

Las advertencias de que algo no andaba bien comenzaron a ser más notorias cuando le dijeron que su carrera cambió de nombre y que ahora se llamaba Inclusión Educativa. Otra bandera roja: a 4 meses de recibirse, le indicaron que debía validar dos semestres de inglés en tan sólo dos semanas.

“No está bien que le digas a tus alumnos: ‘tienes que dar estas materias que se me olvidó enseñarte’”. Sin embargo, lo peor fue que cuando de su trabajo en una Secretaría, llamaron para hacerle una advertencia escalofriante para cualquier estudiante que, a punto de graduarse, comienza a laborar.

“’Sabes qué, creemos que vas a tener problema con tu licenciatura. Es muy nueva. Mejor comunícate tú con tu (Escuela) Normal para ver si te van a dar el título y si no te lo dan, pues te tenemos que remover de tu cargo’”.

La joven dijo entenderlo, sabiendo que no pueden haber profesionales de la educación trabajando sin un título, por lo que se puso en contacto con su escuela, donde le prometieron que se harían cargo de la situación. Ella, ante todas las banderas rojas, no les creyó y fue a la Dirección de Profesiones para saber si su escuela tenía registrada su profesión.

“Y me dijeron: ‘No, pues no está. No existe’. Pues resulta que en la escuela que estudie, 4 años me tuvo estudiando y no solamente a mí, sino como a 500 personas. No, como a 300”, aseguró.

El tiempo invertido y la posibilidad de no ejercer la profesión con la que podría ayudar a muchos niños, es un trago amargo para esta joven.

“Y me tuvieron estudiando una licenciatura que no existía, que no estaba registrada, que no era oficial y las autoridades grandes ni siquiera sabían que la escuela estaba ofreciendo esa licenciatura”.

Montero ha recurrido a todas las instancias posibles. Sin embargo le dijeron que tiene que arreglarlo con la Escuela Normal. Incluso, intentó demandar a la institución, “pero una sola persona, demandar a una universidad, pues no sé, la verdad. Aparte, soy la única inconforme. Mis compañeros, nada”.

Chile y los criminalistas que no pudieron ejercer

El caso de la joven mexicana y su carrera que no existe, tras cuatro años de cursar una serie de asignaturas, recuerda a la situación que vivieron decenas de chilenos quienes se especializaron en una profesión en la que les prometieron un universo laboral criminalista, muy a lo CSI (programa televisivo sobre investigación de la escena del crimen).

En 2004, la Universidad Tecnológica Metropolitana, una institución del Estado, entre otras como la del Mar, Santo Tomás, Iberoamericana de Ciencias y Tecnología, y la República, según consignó La Tercera, ofrecieron la carrera de Criminalística para trabajar como peritos en las filas de la PDI (Policía de Investigaciones) o en Carabineros de Chile.

“¿Ustedes ven CSI? ¿Les gustaría dedicarse a eso, estar en el sitio del suceso y encontrar la verdad de un crimen?”, era la pregunta que les hacían a los jóvenes entusiastas con trabajar como un Horacio Caine (CSI Miami) o un Mac Taylor (CSI New York). Años después, al fin de su carrera, fue todo lo contrario.

“Quería ser una profesional de alto prestigio y ser pionera en este cuento. Nunca nos imaginamos que esto podía ser una estafa, que no había campo laboral. Había una universidad del Estado detrás”, aseguró Jocelyn, quien sería la primera profesional en su familia y, al no reconocerse su carrera en las instituciones antes mencionadas (PDI o Carabineros), decidió trabajar como ejecutiva de ventas, tras una inversión de un millón y medio anual.

7 años más tarde, vino una especie de mea culpa de parte del entonces rector de la USACH (Universidad de Santiago), según lo publicado por el medio Cooperativa.

En el marco de su comparecencia a la Subcomisión Mixta de Presupuesto, Juan Manuel Zolezzi, aseguró: “Para sobrevivir hemos tenido que hacer maldades como la carrera de criminología, por ejemplo”.

En total, fueron 5 mil personas las afectadas y esperanzadas de obtener una justicia que nunca llegó, según una petición que publicaron en el sitio Change.org.

El Ministerio de Educación ya les había confirmado que no tenían cabida en la Reforma Procesal para ser registrados como peritos, pese a que en sus universidades, la carrera la promocionaron incluso con logos de la PDI y Carabineros.

En 2004, la UTEM y otras universidades de Chile dictaron una carrera de criminalística que resultó un fracaso para sus estudiantes quienes no encontraron mercado laboral en PDI o Carabineros
Change.org

Su carrera no existe, pero joven mexicana está dispuesta a dar la pelea

Chile y México comparten una historia similar por las carreras que no resultaron como les prometieron a cientos de estudiantes que se enrolaron, desde su vocación, para poder obtener un título universitario.

En el caso de la joven mexicana, la pelea que inició contra el sistema, desde las redes sociales, le ha traído algunas críticas o comentarios poco empáticos como, “¿por qué estás peleando tanto para trabajar como maestra?”.

Ella devolvió una respuesta en video que incluyó a algunas de las personas por las que, desde el día uno, se decidió a estudiar la educación especial o inclusiva (luego del cambio de nombre repentina en su universidad o escuela normalista).

“Quisiera explicártelo pero, la verdad, es que no lo entenderías”, aseguró en otra publicación de TikTok, mientras lucha porque su universidad pública reconozca su título. Si no, en un compás de espera prudente (hasta julio próximo) tomar las acciones que sean necesarias para que cumpla con su obligación.