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Resumen generado con una herramienta de Inteligencia Artificial desarrollada por BioBioChile y revisado por el autor de este artículo.

El aumento de la obesidad preocupa a autoridades de salud mundial, con Chile proyectándose como el país más obeso para 2025. Un estudio destaca que la dieta, más que el ejercicio, juega un papel decisivo en este problema. Investigadores analizaron a 4,213 adultos de diversas poblaciones, concluyendo que el incremento de la obesidad en países desarrollados se debe principalmente a la ingesta calórica excesiva, especialmente de alimentos ultraprocesados. Subrayan que el ejercicio sigue siendo crucial para la salud, pero sin una alimentación adecuada, es improbable prevenir la obesidad solo con actividad física.

El aumento en las tasas de obesidad —y sus problemas de salud relacionados— ha sido motivo de especial preocupación para autoridades sanitarias alrededor del mundo, siendo especialmente prevalente en aquellos lugares donde el desarrollo económico es mayor.

A menudo, el sedentarismo se asocia de igual manera a la alimentación como los principales culpables del aumento de la obesidad. No obstante, un nuevo estudio sugiere que la dieta tiene un papel mucho más decisivo.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, la obesidad es una compleja enfermedad crónica, definida por una acumulación excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud. Por ejemplo, puede aumentar el riesgo de diabetes, cardiopatías, afectar la salud ósea, disminuir la capacidad reproductiva e incluso puede incidir en la aparición de determinados tipos de cáncer.

Según datos de la Federación Mundial de la Obesidad, en pleno 2025, un 42% de la población chilena padece obesidad.

¿Qué influye más en la obesidad: la dieta o el ejercicio?

“Aún existe un intenso debate en salud pública sobre el papel de la dieta y la actividad física”, señaló Herman Pontzer, profesor de antropología evolutiva y salud global en la Universidad de Duke en Carolina del Norte y autor principal del nuevo estudio, a The Washington Post.

Históricamente, la obesidad era poco común hasta el siglo XX, y lo sigue siendo en las comunidades agrícolas y recolectoras tradicionales en la actualidad. Sin embargo, se ha vuelto un problema cada vez más común durante en la mayoría de las poblaciones industrializadas, a las que se atribuyen mayores tasas de sedentarismo.

Para entender si la obesidad se debe más a comer en exceso o a gastar menos energía, los investigadores estudiaron a 4,213 adultos de 34 poblaciones distintas alrededor del mundo. Midieron de forma directa cuántas calorías quemaban al día, cuánta energía usaban en reposo y cuánta grasa corporal tenían, usando métodos muy precisos como el agua doblemente marcada y la dilución de isótopos.

También estimaron la energía gastada por actividad física y clasificaron a las poblaciones según su nivel de desarrollo usando el Índice de Desarrollo Humano (IDH) de la ONU. Con estos datos, buscaron ver si las diferencias en obesidad entre países más o menos desarrollados podían explicarse por cuánto se gasta o por cuánto se consume.

En pocas palabras, los expertos encontraron que el aumento en las tasas de obesidad en aquellos países con un mayor desarrollo económico se debe en mayor medida a una ingesta calórica elevada —especialmente de alimentos ultraprocesados— que a una disminución en la actividad física o el gasto energético.

Dicho de otra forma, el problema principal en la crisis moderna de obesidad no sería que nos estamos moviendo demasiado poco, sino que se están consumiendo muchas más calorías —y de baja calidad— que las que se pueden quemar.

¿Entonces el ejercicio no es importante?

Para nada. Es fundamental dejar claro que hacer ejercicio sigue siendo clave para mantener una buena salud general, mejorar la condición física y apoyar el control del peso corporal. A lo que apunta la investigación es que, si no se cuida la alimentación, es poco probable que la actividad física por sí sola sea suficiente para prevenir el desarrollo de la obesidad.

“Esta nueva investigación importante y otros estudios dejan claro que los cambios en nuestra alimentación, no nuestra actividad, son los principales impulsores de la obesidad”, dijo Dariush Mozaffarian, director del Food is Medicine Institute de la Universidad Tufts en Boston, a The Washington Post.

“Sabemos que el ejercicio es esencial para la salud. Este estudio no cambia eso”, agregó, indicando que la sugerencia es que para “abordar la obesidad, los esfuerzos de salud pública deben centrarse en la dieta”.

Estudio científico
Este artículo se basa en un estudio científico que puede ser sometido a nuevas pruebas para ser validado o descartado. Sus resultados NO deben considerarse concluyentes.