Este 9 de febrero se celebra el Día Internacional de la Pizza, un platillo tan popular como rico en sabor y elementos de debate sobre su preparación. Por ejemplo, en el caso de la pizza con piña, mientras que algunos lo consideran un sacrilegio contra el famoso platillo napolitano, otros la ven como un innovador agregado que otorga un sabor agridulce al platillo.

La pizza, la palabra italiana más utilizada en el mundo, celebra hoy su día internacional sin perder un ápice de popularidad, gracias a su capacidad reinventarse.

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Con muchos ingredientes como la ‘capriciosa‘ o simple como la ‘margarita‘, es un imperdible entre locales y turistas que viajan a Italia en busca de la pizza perfecta, que podría ser la de Franco Pepe, el mejor pizzero del mundo, según los Best Pizza Awards.

Según consignó Deutsche Welle, este cocinero napolitano, símbolo de la innovación, ha catapultado al éxito la pizza frita, entre otras exquisiteces, mientras otros restauradores, como Stefano de Miguele, dueño de un popular restaurante romano que sigue llenándose de turistas desde hace tres décadas, apuestan por las fórmulas clásicas.

Celebrando la innovación en el día internacional de la pizza

Uno de los secretos para que la pizza tenga más adeptos cada día es la adaptación a nuevas técnicas, en algunos casos “científicas”, como explica a EFE Pepe, ganador de innumerables premios que no ha abandonado su pueblo de 5.000 habitantes cerca de Nápoles, a pesar de su enorme éxito.

“A veces es la ignorancia del ‘pizzaiolo’ (pizzero) la que demoniza algunas materias primas”, dice sobre ingredientes como la piña, después de que el afamado cocinero napolitano Gino Sorbillo reabriera hace unos meses el debate al añadir a su menú una versión de pizza ‘bianca’ ´-sin tomate- con esta fruta caramelizada.

El propio Pepe la introdujo en una de sus creaciones ya en 2017, tras el “desafío” de una periodista en Hong Kong, lo que dio lugar a su ‘Ananascosta’ (Piña escondida) que ha sido incluso premiada: “El discurso no es meter un ingrediente en la pizza, sino utilizar una materia prima de la manera correcta”.

Y él lo cumple cada día, con otras creaciones revolucionarias, como la ‘Margherita Sbagliata’ (Margarita equivocada) o la ‘Crisommola’ (Albaricoque en napolitano), su famosa pizza frita, que ha recibido todos los galardones imaginables.

“Es un producto versátil, se puede hacer fácilmente en casa, no hace falta hornos, solo el aceite, y se puede crear en familia”, asegura.

Sam Panopoulos, el creador de la pizza con piña

En 1954, un hombre de 20 años de origen griego llamado Sam Panopoulos llegó a Canadá sin imaginar el impacto que una de sus futuras creaciones tendría en la cultura culinaria alrededor del mundo.

Con la intención de expandir la carta de su restaurante Satellite, Sam, junto a sus dos hermanos, Elias y Nikitas, decidió un día agregar trozos de piña en conserva.

Esta preparación tenía salsa de tomate, queso, piña y tocino o jamón. En un comienzo, la mezcla era solo furto de la diversión, no obstante, a algunos clientes les gustó tanto que tuvieron que integrarla al menú.

“En Canadá no se conocía la pizza en absoluto. Incluso en Toronto no se sabía nada sobre las pizzas en esos días. El único lugar donde se podía comer pizza era en Detroit”, habría dicho Panopoulos en el 2015, en una entrevista, según consignó El Mundo.

“Probamos con la piña solo por diversión, solo para ver a qué sabía. Éramos jóvenes en el negocio y hacíamos un montón de experimentos”, describió Sam sobre su creación.

¿Pizza con o sin piña?

La pizza es “el motor de la restauración” italiana, señala a EFE De Miguele, miembro de una familia que se dedica a la restauración desde 1908 y propietario del restaurante ‘La Soffita‘, un local de comida típica romana a unos pasos de la Ciudad del Vaticano, uno de los centros turísticos de la capital de Italia.

De Miguele confiesa que las pizzas que más triunfan en su local son las clásicas. La ‘margarita’, a base de tomate, albahaca y queso mozzarella, y la ‘marinara’, solo con tomate y albahaca. Él es partidario de usar “siempre productos italianos” y no los “que vengan de América o África”.

Es uno de los restauradores que defienden que la ‘italianidad’ de la pizza reside en el uso exclusivo de productos originarios del país, entre los que, por su puesto, no está la piña.

“La piña en la pizza no existe. La dejamos para que se la coman en California o Miami”, asegura De Miguele, que ve una intención publicitaria en los chefs italianos que la utilizan.

El futuro

Para Franco Pepe, el futuro de la pizza pasa por la formación de los jóvenes, ya que el ingrediente secreto para que triunfe es “el saber”, como el que le transmitió su padre y como el que él mismo intenta transmitir a su hijo.

“A los clientes les digo que no hay secretos ni recetas mágicas. Solo el conocimiento de las materias primas”, explica, al destacar, que ese es el talón de Aquiles que hoy en día tienen las escuelas de pizzeros de Italia.

De Miguele, sin embargo, cree que la mejor manera de conocer el oficio no son las escuelas, sino que “a ser pizzero se aprende delante del horno”.

Con piña o sin ella, la pizza continúa siendo el elemento sobre el que gira la gastronomía italiana, manteniendo su equilibrio de adaptarse a las nuevas tendencias sin perder una esencia por la que miles de personas la comen cada día.