Una curiosa tradición se está expandiendo por Chile entre los pacientes con cáncer que terminan con éxito sus tratamientos o completan alguna etapa difícil de estos. Este martes 3 de junio, en el marco del Día Mundial del Superviviente del Cáncer, algunos nos compartieron sus testimonios.
Es un rito muy simple que consiste en tocar una campana para dar cierre al proceso, pero que ha demostrado una percepción más positiva del largo camino que recorren los pacientes durante sus tratamientos.
De hecho, así lo demostró un estudio publicado en 2024, en la International Journal of Radiation Oncology, Biology and Physics. Se trató de una encuesta hecha en Chile a más de 200 pacientes que realizaron este ritual.
Allí, el 93,6% de los participantes calificó la experiencia como “positiva” o “muy positiva”, demostrando que tocar la campana al finalizar la radioterapia puede considerarse una forma de alivio psicológico, que impacta positivamente en su salud mental.
“Es un camino súper largo que los pacientes tienen que transitar y puede ser muy agobiante, sobre todo cuando te dicen inicialmente que vas a tener que pasar por todas esas cosas“, comenta en conversación con BiobioChile la doctora Valentina Ovalle, oncóloga radioterapeuta de la Clínica IRAM.
“La campana al final da como un cierre a una de esas etapas y yo creo que los ayuda un poco a ver que esto no es algo tan largo que tienen que transitar, sino que al romperlo en pequeños pedazos e ir dándoles un cierre, los ayuda a ver que van avanzando en el tratamiento“, plantea.
La oncóloga además apunta a que es un proceso íntimo que solo algunos pacientes prefieren. “Yo creo que eso es muy personal. A mí no me gusta estar siempre, a no ser que el paciente me lo pida, yo feliz los acompaño, pero tampoco me gusta imponerlo”, señala.
“A la mayoría de los pacientes les encanta, lo hacen súper animados, llevan a la familia ese día cuando van a tocar la campana, pero si algunos quizás son más tímidos o no quieren mostrar tanto el proceso, hay que respetar eso. Es un momento emocionante, tanto para el paciente como para la familia”, concluye.
El ritual de la campana
Esta tradición se remonta a 1996, cuando el almirante estadounidense Irve Lemoyne donó la campana de bronce de su barco al centro oncológico MD Anderson Cancer Center, en Houston, Texas, para agradecer que había conseguido superar un cáncer de cabeza y cuello.
Desde entonces, tocar la campana se ha convertido en un símbolo para los pacientes que culminan su tratamiento oncológico, aunque en Chile no tan conocido, ya se ha instalado en algunos centros.
Elizabeth Rubilar Medina, una paciente con cáncer de mama que se trató con la doctora Ovalle, tocó la campana recientemente. En su testimonio, contó que “fue un proceso muy difícil, me costó lágrimas”, pero al completar esa etapa sintió “una emoción inmensa, estoy muy feliz ahora y muy contenta. Nunca olvidaré este día”.
María Loreto Riquelme, por otra parte, que fue diagnosticada con cáncer de mama por segunda vez en enero de este año. Tras cinco meses de tratamiento, tocó la campana el pasado jueves 22 de mayo.
“Es un hito donde dices ya, terminé este proceso y puedo seguir adelante. Tocar la campana me dio el alivio de saber que ya se terminó un proceso y poder contarle al mundo que ya estoy sin cáncer, entre comillas, porque igual debo seguir tomando medicamentos”, explica.
En Chile, la campana se ha instalado en pocos hospitales, entre ellos la Clínica Ciudad del Mar, en Viña del Mar, el Hospital Guillermo Grant Benavente, en Concepción, el Hospital Clínico de Magallanes y la Clínica IRAM, en Vitacura.
La campana de esta última reza la leyenda:
“Toco esta campana tres veces y confirmo lo que mi ser exclama: mi tratamiento ha terminado, me siento afortunado de seguir mi camino y continuar mi recorrido”.
¿Bueno para los pacientes con cáncer?
Desde hace algunos años que se han viralizado estos momentos en redes sociales, a raíz de pacientes que quisieron compartir el momento en que tocaron la campana, y esto ha traído diversas opiniones.
En 2022, por ejemplo, un artículo en El Español tildó esta costumbre como “polémica” y algunos profesionales salieron a decir que podía ser perjudicial para quienes no podrían tocar la campana, o cuestionaron ¿qué pasa si la tocan y vuelven a enfermar?
Sin embargo, otros lo ven como un método de motivación. La doctora Ovalle, por su parte, expresó que puede llegar a ser muy útil, especialmente para pacientes cuyos tratamientos no tienen un término definitivo.
“En la radioterapia, por ejemplo, no hay un examen al final del tratamiento que nos diga esto funcionó o no funcionó, no es como la cirugía en la que uno saca el tumor y ahí entonces sabemos que el tratamiento fue exitoso”, puntualiza.
“Entonces para los pacientes de repente es difícil que puedan dar un cierre y decir esto fue exitoso o no exitoso, entonces ahí también ayuda el tema de la campana”, añade.
“Al menos nuestros pacientes ponen harto el foco en la campana, invitan a participar de esto a los familiares, y claro, hay una instancia de celebración“, cierra.
Referencia:
Sebastián Solé y otros autores. Valoración percibida por los pacientes al tocar la campana del cáncer al final de su radioterapia. International Journal of Radiation Oncology, Biology and Physics, 2024.