Se esperaba que este año la actividad turística retomara la normalidad y se acercara a cifras prepandémicas. Empresarios y autoridades proyectaban a inicios de temporada números positivos, tanto para el turismo interno como receptivo. Pero una serie de acontecimientos terminaron con el optimismo. La temporada alta hoy se parece más a una tragedia griega, llena de fatalidades, algunas inevitables y difíciles de prever y otras bastante predecibles y mal manejadas.

Paro de guardaparques

La primera alarma se encendió en noviembre de 2022 con el paro de guardaparques de Conaf, quienes alertados por la baja presupuestaria de un 25% destinada al Sistema Nacional de Áreas Protegidas del Estado (SNASPE), exigieron a las autoridades mejoras en sus condiciones laborales y en la infraestructura de las áreas protegidas.

Los empresarios agrupados en Fedetur lejos de solidarizar y atender las legítimas demandas de los guardaparques, exigieron al gobierno terminar a la brevedad con el conflicto que evitara que los turistas no pudieran ingresar a los parques nacionales. Una medida cortoplacista que no consideró el tema de fondo: reducir el gasto público destinado a la mantención de nuestras reservas naturales es un daño que se le hace al turismo que tarde o temprano se pagará.

Hoy lo vemos en toda su magnitud con la tragedia de los incendios forestales, pero no es la única amenaza: en 2021 grupos armados ingresaron a la fuerza a las reservas nacionales Malleco (Ex Tolhuaca) y Alto Pemehue, y a comienzos de este año predios cercanos al Parque Nacional Alerce Andino considerados como “tierras ancestrales” fueron tomados por comunidades indígenas. Estos hechos evidencian que nuestros parques nacionales requieren a la brevedad de un catastro que identifique sus amenazas y de cuenta de las acciones que la puedan resolver y/o minimizar.

Turistas argentinos

Muchos destinos turísticos, principalmente los ubicados en el litoral central, proyectaron al inicio de la temporada un ingreso masivo de turistas trasandinos. Sin embargo, los números actuales están lejos de ser los esperados. Los argentinos cruzan la cordillera motivados para comprar neumáticos y ropa importada que para hacer turismo. Y la razón es muy simple: hacer turismo en Chile es caro y los argentinos gozan en su país de un subsidio que les reintegra hasta el 50% de sus gastos turísticos. De acuerdo a cifras oficiales, el programa gubernamental de fomento al turismo interno Previaje ha beneficiado a más 6 millones de personas, con un impacto económico cercano a los 200 mil millones de pesos argentinos (alrededor de 800 mil millones de pesos chilenos) para el sector turístico. 

No existe ninguna razón económica que motive a los argentinos a recorrer nuestro país. Lamentablemente, esta situación no se previó y a la falta de una política de incentivos para competir con el turismo interno trasandino, la burocracia aduanera terminó por espantar a los indecisos: cruzar a Chile implica una espera de 5 a 8 horas, toda una pesadilla que no ha pasado desapercibido allende Los Andes. Son constantes las quejas de los turistas en las redes sociales y medios de comunicación. Uno de esos viajeros fue el exvicepresidente de la República, gobernador de Mendoza y actual diputado, Julio Cobos, quien cansado por la alta espera usó Twitter para su reclamo: “Después de 4 años, por conflictos en Chile y luego pandemia, volví a viajar al vecino país. Hermoso complejo aduanero, pero de 18 cabinas solo 5 habilitadas para los trámites de migraciones y aduana. Más de 5 horas de demora, a pesar del poco flujo vehicular”, escribió Cobos, quien además le envió un mensaje a las autoridades chilenas: “los cambios no sólo se deben generarse desde lo estructural, sino también desde lo administrativo y desde el recurso humano, para permitir una real integración”.

Delincuencia

Otro de los problemas que está afectando al turismo nacional es la delincuencia. Los atracos y asaltos a turistas dejaron de ser hechos aislados y han comenzado a normalizarse. Al punto tal que muchas zonas del centro de la ciudad de Santiago son evitadas por operadores locales y empresas importantes como Turistik no permite a los turistas bajar de sus buses para evitar que sean asaltados. “Lamentablemente, no invitaría a los turistas extranjeros a visitar Santiago”, reconoció la vicepresidenta ejecutiva y vocera de Fedetur, Helen Kouyoumdjian.

Pese a las advertencias de los empresarios, la inseguridad comienza a escalar a otras importantes ciudades como Viña del Mar, Valparaíso y La Serena. Más al norte, en Antofagasta, Iquique y Arica, la crisis migratoria también espanta a los turistas, quienes tampoco se atreven visitar importantes atractivos ubicados en la provincia de Arauco y la Región de La Araucanía debido a la violencia y los ataques terroristas. De estos hechos, los ciudadanos norteamericanos ya están advertidos por el Departamento de Estado de su país, que en noviembre de 2022 levantó una alerta en la cual recomiendan “tener especial precaución en Chile con las protestas callejeras, la delincuencia y el terrorismo”.

Incendios forestales

Si existían algunas regiones que estaban libres de estas adversidades eran las de Centro sur. Sin embargo, los incendios forestales, todavía en curso, terminaron por sepultar cualquier esperanza de un buen año. Los prestadores turísticos ubicados en las regiones de O’Higgins, Maule, Ñuble, Bío Bío y Araucanía que no sufrieron el rigor del fuego experimentaron importantes cancelaciones de sus reservas y los emprendimientos que fueron afectados por los siniestros sumaron a las pérdidas económicas por la baja o nula demanda, millonarios daños materiales. Pequeñas viñas patrimoniales del Valle del Itata que estaban haciendo una apuesta al enoturismo fueron arrasadas por el fuego y se prevé que el proceso de restauración de los viñedos puede durar de 2 a 3 años.

Los incendios forestales no son un fenómeno nuevo en nuestro país. En 2017, los mega incendios que se conocen como Tormenta de Fuego afectaron a más de 500 mil hectáreas de bosques, plantaciones forestales, viñedos y cultivos agrícolas. Pueblos enteros fueron arrasados por el fuego y a pesar del drama ambiental, económico y humano, el aprendizaje parece ser lento y muchas veces hasta negligente.

Plan de resiliencia turística

La actividad turística está llena de acontecimientos, variables y vicisitudes que la hacen ser tan impredecible y compleja que requiere de un amplio conocimiento de la realidad económica, social, cultural, política, ambiental e incluso científica. No basta elaborar un plan de marketing para atraer turistas, aumentar la demanda o para posicionar un destino. Se requiere de análisis más complejos, y sobre todo, de un abordaje interdisciplinario y un constante intercambio de conocimientos entre las autoridades sectoriales con las autoridades locales, el mundo académico, el sector empresarial y los representantes de medios de comunicación.

Son muchos los desafíos que se ve enfrentado el turismo en Chile y uno de los más importantes es disponer de manera urgente de un Plan Nacional de Resiliencia Turística que permita a nuestros destinos y territorios anteponerse a una crisis y salir fortalecido. Si el turismo como industria no aprende de las lecciones y no corrige los errores, solo acrecentará sus problemas.

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