Como profesor conozco el poder de las buenas preguntas. A fines de septiembre estuve en el Centro Educativo Mariano Latorre de La Pintana, conversando con sus estudiantes y la pregunta en esa oportunidad fue simple: ¿Qué necesitan? Dentro de todas las posibles respuestas, un estudiante eligió “sentir cariño”. Como ministro no puedo responder sino intentando atender a esa necesidad, no puedo dejar pasar la oportunidad de diseñar una política que les enseñe a las comunidades educativas que somos personas que nos vemos afectadas por el entorno, por la cultura, y que a la vez, somos sujetos que afectan a otros.

Decido comenzar esta columna con este ejemplo, porque cuando se habla de educación en sexualidad se tiende a situar la discusión desde lo reproductivo, olvidando que la sexualidad también implica educar en afectividad. Los jardines, escuelas y liceos pueden y deben ser lugares donde todas y todos puedan aprender, sentirse protegidos, felices y jamás discriminados.

Educar en afectividad y sexualidad integral también implica empoderar a niñas, niños y estudiantes, para que reconozcan su valor personal y puedan identificar situaciones en las que ese valor corre peligro. La educación en estas materias es urgente porque las y los protege de abusos, maltratos y vulneraciones de diversa índole.

Como ministerio, nuestra tarea es educar a las próximas generaciones y para eso debemos hacer las preguntas necesarias y escuchar. El compromiso del Programa de Gobierno del Presidente Boric es construir una Política Nacional de Educación en Afectividad y Sexualidad Integral que responda a las necesidades de las comunidades educativas, y para ello, elaboramos la II jornada nacional hacia una educación no sexista “Nuestras voces hacen ley”.

Entre el 17 de octubre y el 18 de noviembre las y los estudiantes desde educación parvularia a educación media, vivirán una jornada que tiene por objetivo recoger sus voces e integrarlas en el diseño de esta política. Esta jornada se ha pensado en dos grandes hitos: uno para niñas, niños y estudiantes, y otro para trabajadores de la educación y familias.

Invitamos a todos los establecimientos educacionales del país a detenernos en la programación regular y sentarnos a dialogar sobre cómo, entre todos y todas, podemos comenzar a avanzar hacia una educación no sexista e inclusiva dentro de nuestras escuelas.

La Educación en Afectividad y Sexualidad Integral complementa la formación de las familias, no la sustituye. Queremos decirle a las madres, padres y apoderados, que cuentan con nuestro compromiso para avanzar en este tema tan relevante para la formación integral de niñas, niños y adolescentes, pero queremos hacerlo junto a ustedes.

¿Cómo me gustaría que se trataran a niños y niñas en mi escuela?, le preguntaremos a estudiantes de tercero a sexto básico. ¿Qué crees que debiera ser importante para vivir tu sexualidad de manera segura y respetuosa con las demás personas?, contestarán jóvenes de tercero y cuarto medio. ¿Qué mecanismos se podrían utilizar para llegar a las familias con formación en afectividad y sexualidad integral?, responderán apoderadas y apoderados. ¿Qué contenidos se podrían abordar? ¿Cuál es la formación inicial y continua que necesitan las y los trabajadores de la educación?, nos indicarán docentes y otros profesionales. Estas y otras preguntas serán las que trabajarán las comunidades educativas para avanzar con cariño, respeto y escucha, para que sean sus voces las que construyan la ley en afectividad y sexualidad que Chile necesita.

Por eso, hoy quiero invitar a todas las comunidades educativas del país, sin importar su dependencia administrativa, a realizar estas jornadas; así como también a todas las y los estudiantes, apoderados, docentes y asistentes de la educación a ser parte de estas conversaciones, pues sus voces serán ley.

Nuestra sección de OPINIÓN es un espacio abierto, por lo que el contenido vertido en esta columna es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial de BioBioChile