En 1983 Donna Haraway acuñó el término “ciborg” (o cyborg), con el cual designó la fusión humano-máquina. La idea de un humano asemejado a la máquina inspiró, a su vez, lo contrario: máquinas asemejadas a los humanos. Y a casi cuarenta años después del surgimiento de esta idea, la tecnología avanza en la materialización de máquinas humanas, pero estos no serán robot de metal y cables, sino virtuales: humanos digitales o, si se quiere, metahumanos.

La digitalización del ser humano responde al contexto en que Internet y, particularmente los smartphones (en tanto dispositivos de acceso a la red), aceleraron la interacción digital entre las personas y su entorno. Qué decir con la pandemia. El quehacer diario adoptó la forma virtual, sin sustituir lo físico, sino que fortaleciendo la experiencia humana. Y a diferencia de los sueños que nos embargan por las noches, las actividades digitales son reales. De este modo, el cerebro de las personas navega hoy en estos dos planos: el físico y el virtual como si fuera uno.

No es extraño observar que las niñas, niños y adolescentes de hoy se “encuentran” con sus pares en espacios digitales, interactuando tal como si estuviesen de forma presencial. Aquellas experiencias se convierten en recuerdos que, ciertamente, componen la historia de las vidas de cada persona: ahora, una que también se escribe digitalmente. En este escenario, el metaverso es el acontecimiento tecnológico que da inicio a esta era que comienza. Una en que lo físico y lo virtual se unen en una misma realidad.

Y el paso no es la robotización del cuerpo humano, sino la creación de metahumanos, avatares controlados por humanos, o bien, por máquinas digitales con inteligencia artificial que interactuarán con nosotras y nosotros en el metaverso de cualquier realidad.

Raj Koneru, fundador y CEO de la primera plataforma de inteligencia artificial conversacional, Kore.ai, asegura que la IA permitirá generar robots digitales con capacidad de comunicarse en tiempo real con personas de carne y hueso detrás de un headset, sin la necesidad que el usuario despliegue un menú de acciones entre las cuales hacer click, sino que bastará conversar tal como se hace con un mesero en un restaurante, una vendedora en una tienda o un cajero en un banco.

La generación de espacios metaversales abre múltiples posibilidades para que las actividades humanas se desenvuelvan con normalidad en lo virtual. Allí, la creación de avatares con IA permitirá que estos realicen una serie de acciones motivadas por una orden, esta vez no por códigos, sino que por la voz, el lenguaje en tiempo real entre humanos y metahumanos. Esto, además de acelerar la experiencia humana de lo real como la suma de lo físico y lo virtual, prescinde de la interfaz a la que actualmente estamos acostumbrados: el click en la pantalla. Las cosas ya no estarán, necesariamente, dispuestas en un catálogo desplegado en un computador o smartphone, sino que las personas estaremos virtualmente entre las cosas, experimentando cual fuera una tienda física, esta vez atendida por un avatar.

La creación de metahumanos, de este modo, permitirá que funciones virtuales, por ejemplo, atender un pedido de comida se realice con una continuidad e instantaneidad inesperada en el mercado tradicional. Esto tendrá un impacto directo en los modelos de negocio de las empresas, principalmente del retail y servicios, que, según sea el grado de conexión de usuarios, tenderá a aumentar los espacios digitales y por tanto las operaciones físicas resultantes de las interacciones que allí se realicen, y en consecuencia, del delivery de aquel objeto que en el metaverso se compró, arrendó, contrató (…) y así.

Ciertamente la domesticación de estas máquinas provocará discusiones éticas y jurídicas respecto al comportamiento de estos metahumanos, cuyas acciones repercutirá en la realidad de las personas. Los riesgos, probablemente, serán de la misma índole que en la realidad, solo que quienes lo ejecuten, en principio, carecen de voluntad. Y aunque la discusión no es ésta, esta sí refleja el alcance de la tecnología en nuestras vidas.

Sabemos que en tecnología lo innovador deja de serlo al día siguiente, de modo que la insurgencia del metaverso en el desarrollo tecnológico hoy es incipiente. Sin embargo, se trata de la manera en que seguiremos interactuando en Internet, esta vez, sin pantallas de por medio. Los metahumanos pronto llegarán.

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