Hasta hace unas semanas, quienes trabajamos en los ecosistemas I+D estábamos discutiendo y analizando estrategias de posicionamiento, aceleración y otras medidas para la transferencia de tecnologías desarrolladas en nuestros países.

Con el surgimiento de la crisis sanitaria por el Covid-19, las prioridades han cambiado y nuestros miembros han redirigido aceleradamente sus recursos a enfrentar colaborativamente desde la escasez de implementos de salud hasta el desarrollo de tecnologías de diagnóstico. La ciencia aplicada, en tiempo récord, está haciendo frente a la pandemia.

Lamentablemente, durante toda mi carrera, he visto cómo el trabajo de los científicos y científicas ha sido relegado. Hoy, debido a la crisis, empezamos a dimensionar el valioso aporte que le entregan al país. Las esperanzas de muchos (y me incluyo) para disminuir el impacto o acabar con esta crisis radican en sus capacidades y conocimientos.

Sin embargo, esta valoración no puede reducirse a un sentimiento de esperanza. Es fundamental sumarnos a los requerimientos que hacen tanto el Estado como el sector privado para enfrentar esta pandemia. Impulsar la innovación en salud requiere de un soporte colaborativo. Ojo, no es momento de discutir por los bajos aportes presupuestarios de la región al desarrollo de I+D. Es tiempo de poner nuestros esfuerzos y experiencia a disposición de las necesidades de los ciudadanos. Las capacidades de nuestros científicos y científicas son tremendamente inspiradoras y debemos ayudarlos desde la gestión del conocimiento y las tecnologías.

Cuando dejemos atrás esta tempestad, será necesario que nos reconstruyamos con más convicción, relevando el rol de la ciencia, para que se instale de manera más significativa en el imaginario de todas las personas, desde los más pequeños hasta los más adultos.

Eso necesariamente debe traducirse en más oportunidades económicas para nuestros científicos, así como en mejores condiciones para desarrollar ciencia de calidad. Si hay algo que estamos aprendiendo en estos días, es que la ciencia puede ser una respuesta para enfrentar nuevas amenazas, así como una oportunidad para redefinir el nuevo normal que le tocará vivir a las futuras generaciones.

Varinka Farren
Directora ejecutiva APTA
Hub de Transferencia Tecnológica

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