El 2 de mayo la Cámara de Diputados aprobó el primer trámite legislativo del proyecto de ley que crea las Garantías de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes. Pero, debido a un artículo introducido por Chile Vamos y aprobado mediante el apoyo de la Democracia Cristiana, se establece “el derecho a la protección de la vida del que está por nacer” por sobre las niñas menores de 18 años, que siendo niñas y teniendo derecho a la infancia, serán obligadas a parir. En ese momento, acertadamente Karol Cariola, militante del Partido Comunista (PC) y diputada, ocupando su twitter denuncia que “la derecha y la DC aprueban indicaciones que interfieren en dos causales (del proyecto sobre despenalización del aborto) usando como excusa la Ley de Garantías de la Niñez”.

Recientemente, el 5 de junio, la Comisión de Salud del Senado despachó el proyecto que despenaliza el aborto en tres causales. El cual será visto ahora en las instancias de Constitución y Hacienda. En dicha sesión, el debate se centró en la objeción de conciencia, la cual será personal y no institucional, ejercida exclusivamente por los médicos facultados para realizar la intervención. Sumando a ello, que en la causal de violación, la objeción de conciencia quedará nula en caso de que esté próximo a vencer el plazo para interrumpir el embarazo. Que buena noticia, sin duda, donde vimos a Claudia Pascual, en tanto ministra, defendiendo un avance en la dirección correcta, dentro de una tramitación, que ha estado protagonizada por incoherencias políticas desde la Nueva Mayoría, que boicotean reformas y con ello la posibilidad de recuperar y conquistar derechos para las mujeres.

Ambos posicionamientos políticos de militantes del PC, no solo son correctos sino enormemente deseados para la lucha feminista. Situarnos en la trinchera de las mujeres, desde la izquierda y sin dudar, abre mucha esperanza, no solo para nuestros derechos, sino también para reimaginar una Izquierda del SXXI, ya que, la del SXX no solo quedó en deuda con nosotras, sino que derechamente funda parte importante de su derrota en nuestra exclusión. A ese polo transformador le temen los “grandes patriarcas”. A ese polo, le teme la política de acuerdos anti-mujeres, sustentada en la misoginia y legitimada, en nombre de la democracia, por la Concertación y la Derecha. Es decir, por la eterna transición.

Enfrentar la violencia de género, la desigualdad, la discriminación y la misoginia requiere de una alianza social y política que no siga oxigenando a la vieja política. Sin embargo, contrario a lo que hemos visto en debates particulares como los mencionados en esta columna, el actuar general del Partido Comunista, va en la línea de poner la estabilidad de su coalición por sobre el derecho de las mujeres, lo que hemos visto desde la Ministra hasta las mujeres de la Concertación cuando celebran etapas legislativas burocráticas del proyecto de aborto, que derechamente han constituido retrocesos a la posibilidad de avanzar en la autonomía de la mujer, ejemplo de ellos son las declaraciones de la Ministra recientemente señalando que en la tramitación parlamentaria se han mantenido las ideas matrices del proyecto, cuando el cuestionamiento mayoritario de las organizaciones feministas dice todo lo contrario, debido al cercenamiento que ha sufrido principalmente la causal de violación.

Además, legislar a favor de las mujeres no se agota en el proyecto de aborto, sino en todos los aspectos de nuestras vidas frente a un país que nos vulnera dos veces, una vez obligándonos a una mayor precarización y otra vez por ser mujeres. En eso no se puede estar a favor de la despenalización del aborto y omitirse cuando diputados de su coalición son acusados de violencia intrafamiliar, legitimar la reforma laboral que se sustenta en nuestra desigualdad o estar favor de la reforma educacional que excluye cualquier posibilidad de avanzar en educación no sexista.

Nuestro derecho a ser mujeres en Chile requiere tanto de las nuevas fuerzas de cambio como del Partido Comunista, pero en una sola ruta y esa ruta es la que han construido las organizaciones sociales y luchas feministas por derechos sexuales y reproductivos.

Daniela López Leiva.
Frente Feminista Izquierda Autónoma.

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