Ser niño en Gaza es heredar la infancia más peligrosa del mundo: una vida marcada por los bombardeos en lugar de los cuentos, por el trauma en lugar de los juguetes.
Los niños de Gaza no son estadísticas: son rostros vacíos, miradas hambrientas y cuerpos frágiles atrapados en el miedo. En Gaza, los niños cargan traumas en vez de mochilas escolares y hambre en lugar de la esperanza. Estas agresiones genocidas israelí les ha arrebatado sus derechos más básicos: aprender, sentirse seguros, soñar y con horrible frecuencia, incluso sus vidas.
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“Ayloul era la niña más hermosa que he visto en mi vida, por dentro y por fuera. Caminábamos por la calle y ella se negaba a comprar nada, sabiendo que los demás niños de la calle no tenían qué comer”,dijo su tía Hiba Muqdad a The Washington Post.
Ser niño en Gaza hoy es crecer rodeado de ausencia, pérdida y escombros en vez de familia y protección. Según la Oficina Central de Estadísticas de Palestina, en abril de 2025, 39.384 niños habían perdido a uno o ambos padres debido a la guerra genocida en curso, en lo que se ha descrito como la mayor crisis de huérfanos de la historia moderna.
UNICEF denunció que Gaza tiene la mayor tasa de huérfanos por habitante del mundo. De ellos, al menos 17.000 están actualmente solos o completamente separados de sus familias. Desde octubre de 2023, más de 14.000 niños fueron asesinados y más de 25.000 quedaron huérfanos. Una generación entera está siendo borrada o condenada a crecer entre los escombros de la guerra. No es solo una crisis humanitaria: es una aniquilación sistemática de la infancia.
Alma Ja’arour, de 12 años, es la única sobreviviente de su familia tras el bombardeo de su casa en la ciudad de Gaza en diciembre de 2023. Esto declaró a ABC News:
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“Mi madre, mi padre y mis hermanos están enterrados en una misma tumba en nuestra casa en la ciudad de Gaza. Quiero verlos, despedirme. Pero ¿qué haré después? No tengo un hogar al que regresar, nadie me espera”.
Ser niño en Gaza significa enfrentar la muerte a cada momento o sobrevivir con el cuerpo y el alma irreparablemente dañados. Según Médicos Sin Fronteras y la Organización Mundial de la Salud, miles de niños heridos sufrieron amputaciones traumáticas, algunas realizadas sin anestesia debido al colapso del sistema médico, una generación marcada por cicatrices físicas permanentes. Aun así, sus historias apenas se escuchan.
Son el testimonio silencioso de una violencia que no termina con la explosión, sino que persiste de por vida. Son las víctimas olvidadas de la agresión humana—la prueba viviente de que incluso la supervivencia tiene un costo inimaginable.
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“A Mahmoud Ajjour, de 9 años, una explosión le amputó un brazo y le mutiló el otro durante un bombardeo a su casa en marzo de 2024. Su madre contó a BBC que fue operado en Gaza con anestesia limitada, y se despertó de la operación con mucho dolor y sin brazos.”
Ser niño en Gaza es enfrentar el hambre como arma de guerra. Según los datos más recientes de la ONU, más de 66.000 niños padecen desnutrición severa y más de 2.700 niños menores de cinco años están en estado crítico, cantidad que se ha triplicado en pocos meses. Este colapso refleja la devastación del sistema alimentario y la incapacidad para cuidar a sus niños más vulnerables.
Los niños son asesinados por los bombardeos, pero también por hambre, deshidratación y heridas sin tratar. Con acceso muy limitado a comida, agua limpia y atención médica—por el bloqueo y la destrucción—las familias contemplan cómo sus hijos se consumen por causas prevenibles porque carecen de lo básico para sobrevivir.
La ayuda humanitaria ha sido retrasada, bloqueada o atacada, dejando a los más pequeños al borde del colapso. En refugios abarrotados, los bebés lloran de hambre mientras las madres ven impotentes cómo se extingue su vida.
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“Abdulrahim Mohammed Al-Jarabe’a, de 10 años fue asesinado de un disparo el 1° de agosto 2025 luego de dar las gracias al soldado que le entregó sobras de comida.”
Ser recién nacido en Gaza es nacer al borde de la muerte. Las muertes de bebés en incubadoras simbolizan el colapso del sistema sanitario. En medio de la crisis de combustible y la destrucción hospitalaria, más de 100 bebés prematuros corren peligro inmediato. Hospitales como Al-Shifa y Nasser tuvieron que juntar a varios recién nacidos en una sola incubadora o mantenerlos con ventilación manual—medidas usadas hasta julio de 2025.
Cuando el combustible se agota, las incubadoras dejan de funcionar, el oxígeno se interrumpe y los bebés mueren. A comienzos de 2024, más de 30 recién nacidos ya habían fallecido en estas condiciones y el número real probablemente sea mucho mayor. Funcionarios de la ONU y médicos confirman que la atención neonatal está colapsando en Gaza: la hipotermia, la asfixia y los apagones han convertido las salas neonatales en “cementerios silenciosos”.
Washington Post publicó los nombres de 18.500 niños de Gaza asesinados durante el genocidio, de los cuales 953 no alcanzaron a cumplir un año.
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“Sannd Abu al-Shaer tenía apenas 70 días cuando un ataque aéreo lo asesinó junto a su hermano de 8 años, Abdul y a su hermano de 5 años, Tariq, en septiembre 2024.”
Ser niño en Gaza es ver tu futuro enterrado bajo los escombros de tu escuela. Desde octubre de 2023, más de 80% de las escuelas fueron dañadas o destruidas (UNICEF, UNRWA). Más de 625.000 niños no asisten a clase debido a los ataques y el colapso del sistema educativo. Las escuelas son constantemente blanco directo o convertidas en refugios, lo que impide cualquier actividad académica. La destrucción deliberada de infraestructuras educativas interrumpieron la enseñanza, los exámenes y el apoyo psicosocial, poniendo en riesgo el desarrollo futuro de toda una generación.
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El hermano mayor de Sannd, Tariq, a diferencia de muchos niños, le pedía a su madre que lo ayudara a prepararse rápido para ir a la escuela. Tenía una bicicleta y soñaba con ser pediatra.
Ser niño en Gaza es vivir en el epicentro de una de las mayores fallas morales de nuestro tiempo. Su sufrimiento no es accidental: es intencional, producto de políticas, impunidad e indiferencia global. Los niños de Gaza no son un problema temporal. Son una herida abierta en la conciencia del mundo.
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