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Resumen generado con una herramienta de Inteligencia Artificial desarrollada por BioBioChile y revisado por el autor de este artículo.

La Comisión presidencial para la paz y el entendimiento presentó 21 recomendaciones, generando reacciones diversas. Destacan críticas iniciales y la esperanza del mundo mapuche en el Estado. Se destaca la propuesta equilibrada y razonable del grupo de trabajo, que buscó consenso y negociación. Sin embargo, se plantean puntos para fortalecer el camino iniciado, como ampliar la mirada del origen del conflicto y basarse en marcos jurídicos modernos.

Conocidas las recomendaciones de la Comisión presidencial para la paz y el entendimiento, observamos con preocupación algunas reacciones destempladas de un sector del arco político, incluso antes de que se conociera el documento. Hoy el debate parece atemperarse. Del otro lado, gran parte del mundo mapuche vuelve a poner su esperanza en el Estado. Digo vuelve, porque como sabemos, ha habido varios intentos para buscar la salida al conflicto desde que recuperamos la democracia.

La diferencia con los otros procesos es obvia. Un grupo de personas indígenas y no indígenas, con diversas miradas políticas y de diversos orígenes, han entregado al presidente una propuesta equilibrada y razonable. ¿Podría haber sido mejor? Claro que sí. Pero cuando este grupo se autoimpuso el consenso, sabíamos que habría que negociar y eso implicaba que no obtendríamos todo lo que queríamos. Esta propuesta es mejor de lo que tenemos y esa es su principal virtud.

Más allá de las 21 recomendaciones cuyo contenido y alcance compartimos, nos gustaría hacer un par de puntos para fortalecer el camino que iniciamos.

Comisión para la paz y el entendimiento, ¿Qué hacemos ahora?

La primera es cambiar esa idea que se ha ido deslizando, tanto en el informe como en su bajada comunicacional, como que el conflicto comenzó el año 1997 con la quema de camiones en el camino de Lumaco a Purén. Aunque ese es un punto de inflexión en la historia, sabemos que el problema partió hace poco más de un siglo y con hechos muchísimo más graves de los que han ocurrido desde el año 97 a la fecha. Si no extendemos la mirada hasta el inicio del conflicto, ¿de qué forma la salida que nos proponen le puede hacer sentido a la sociedad chilena y en consecuencia a la clase política? No podemos hablar de reparación, si no mostramos antes el daño.

Lo segundo, es partir del marco jurídico adecuado. Hoy la propuesta solo busca su sustento jurídico en la ley indígena y el Convenio 169 de la OIT cuyos estándares han sido superados por otros más modernos, los que inclusive ya tienen casi 20 años de existencia. Como sabemos, la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas es un instrumento internacional que el consenso de las naciones del mundo, han hecho suyo en lo referido a la protección y promoción de los derechos de los Pueblos Indígenas. Chile, junto al resto del mundo, suscribió este instrumento Internacional en el año 2007.

¿Cómo seguimos avanzando? Hay ejemplos exitosos en el mundo y para mostrar que la salida es posible, nos gustaría referirnos al caso canadiense. Hay otros, pero menciono este, pues es un proceso en desarrollo, bien valorado por los Pueblos Indígenas y porque nos gusta mirar al norte buscando buenos ejemplos.

El caso de Canadá y las 21 recomendaciones

Canadá desarrolló un proceso entre 2008 y 2015 que concluyó con la creación de su “Comisión de la Verdad y la Reconciliación”. La sociedad canadiense tomó conciencia de lo ocurrido y resolvió buscar un camino para salir adelante. Luego de encontrar su verdad, pidió perdón a los Pueblos Indígenas y comenzó un proceso de reconciliación.

Entre otras medidas de reparación, todos los años en noviembre se conmemora el día de la verdad y la reconciliación, e indígenas y no indígenas visten una polera naranja, como muestra de respeto a las víctimas que no lograron volver de los internados. Además de lo simbólico, esa Comisión de la Verdad tomó la Declaración de Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas y consiguió que el Estado convirtiera en su legislación interna.

Uno de los protagonistas indígenas del proceso canadiense, participó en nuestro proceso (ver pag. 25 del Informe) invitado por la Comisión. Se trata del Jefe Cree Wilton Littlechild, Gran Jefe de la Confederación de las Primeras Naciones del Tratado Seis, ex miembro del Foro Permanente para las cuestiones indígenas de Naciones Unidas y ex miembro del Mecanismo de Expertos sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas de Naciones Unidas y congresista en su país, entre otras responsabilidades de su dilatada trayectoria. El Jefe Littlechild es además uno de los sobrevivientes de esos internados luego de vivir 14 años allí. Nos habló entonces como víctima y en primera persona.

En Willie, como lo llaman afectuosamente sus amigos, no van a encontrar otro consejo que no sea el diálogo, el amor, la paz y la reconciliación.Chile puede, a partir de estas 21 recomendaciones, dar pasos sustantivos para avanzar. La tarea es de todos nosotros. No hay que inventar nada, solo hay que poner atención.