Esta semana Matilde Esquerré juró como presidenta de la Corte de Apelaciones penquista, restando importancia -en su discurso inaugural- al cargo asumido, que dijo es entregado por un turno, sin mérito alguno más que la antigüedad como ministra del tribunal de alzada.

Sus primeras declaraciones no dejaron indiferente a nadie dentro de la administración de justicia, siendo calificadas como las menos protocolares o políticamente incorrectas en comparación con las de sus últimos predecesores.

Esto último, especialmente en referencia a las palabras con las que la nueva presidenta de la Corte señaló sin tapujos que los funcionarios del Poder Judicial habían sido privilegiados durante la pandemia, proponiendo en retribución un rápido regreso al trabajo presencial y mas aún después de recibir la vacuna contra el Covid.

Además, junto con seguir en la línea del trabajo por una justicia paritaria, la ministra Esquerré comprometió impulsar desde la Presidencia de la Corte de Apelaciones la atención especial de minorías como las mujeres violentadas, los migrantes y los miembros de pueblos originarios, entre otros grupos.

La ministra Esquerré, abogada de la Pontificia Universidad Católica de Chile, ingresó al Poder Judicial el año 1984, ejerciendo como secretaria de juzgados en Los Angeles y Concepción, relatora, secretaria de la Corte y jueza del Tribunal Oral penquista, antes de ser nombrada en el actual cargo de ministra.