Entre 2016 y 2019 fueron entregadas 28.926 visas a extranjeros en la región del Bío Bío. Más del 50% fueron otorgadas a venezolanos y sólo 4.798 de ellas corresponden a ciudadanos haitianos, de acuerdo a datos de Extranjería.

Han pasado al menos 5 años desde que comenzó la llegada de estos inmigrantes procedentes de la zona central de las Antillas. Y durante este tiempo han debido enfrentar todo tipo de situaciones. ¿Sigue siendo el idioma un obstáculo? ¿Cómo lidian con los estigmas impuestos por la sociedad? ¿Cómo están enfrentando la actual situación del país? Aquí en BioBioChile te lo contamos.

Al llegar a un país que no estaba acostumbrado a ver personas con rasgos afrodescendientes en sus calles, los migrantes haitianos debieron hacer frente al racismo. Y a esto se sumó el obstáculo del idioma.

No obstante, con el paso del tiempo fueron superando esta barrera y adquiriendo un mayor dominio del castellano (o del chileno) y ahora son uno más de la comunidad.

Pero si bien muchos migrantes vinieron a Chile buscando una mejor calidad de vida, el estallido social de octubre cambió el panorama…y posteriormente la pandemia puso en dificultades tanto a chilenos como extranjeros. Como dicen ellos: “Es algo mundial”.

Como en toda situación difícil, la crisis sanitaria y económica ha hecho aflorar lo mejor y lo peor de la humanidad. Y así como han surgido campañas de solidaridad, también han ocurrido situaciones de discriminación.

“No es racismo, sino humillación”

A fines de abril hubo un brote de Covid-19 en un cité de Quilicura, donde habitaba una comunidad haitiana.

La forma en que fue tratado el hecho por los medios de comunicación y los actos de violencia y discriminación perpetrados por vecinos del sector, generaron indignación y desataron el debate.

Agencia UNO
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En redes sociales se habló de “persecución mediática” contra los haitianos y se cuestionó el hecho de que no se dio el mismo trato a los casos registrados en el barrio alto de la región Metropolitana.

Desde el Servicio Jesuita Migrante confirmaron que hubo actos de discriminación y acusaron que incluso hubo gente que lanzó piedras al interior del cité.

Este hecho marcó no sólo a los residentes del lugar, sino a la comunidad haitiana en general.

Ernest Noel, quien se desempeña como facilitador haitiano en el Cesfam Tucapel de Concepción, afirmó que “dicen que lo que están viviendo en Chile no es racismo, sino humillación”. Y agregó que lo que pasó en Quilicura los “refrena bastante”.

Este hecho incluso ha influido en que se nieguen a recibir ayudas.

“Ven un haitiano y piensan que es pobre”

En medio de la crisis sanitaria y económica, diversas organizaciones han ido en ayuda de los sectores más postergados de la ciudadanía. Fue en ese contexto que una organización hizo entrega de cajas de alimentos a 79 familias de migrantes. No obstante, sólo tres familias haitianas se anotaron para recibir el beneficio.

Pese a que se hicieron las gestiones, ellos se negaron. Ernest Noel explicó que “no se presentan”, porque sienten que los están humillando.

Y detalló que hay gente de otras comunidades que están pidiendo, que incluso están durmiendo en la calle, pero se continúa apuntando a los haitianos como los más vulnerables. “Ni siquiera los muestran en la tele ni hablan de ellos, pero a nosotros sí”, agregó. Y enfatizó que “están haciendo un daño”.

“Ellos están buscando una forma de conservar su dignidad lo más posible”, sostuvo.

Dumas, quien llegó a Chile en 2017, señaló que hay muchas personas que ven a un haitiano y lo primero que se les viene a la mente es que son pobres. “Que son vulnerables y no es así”, enfatizó.

Y ejemplificó con el hecho de que él tiene un vehículo y que cuando maneja la gente lo empieza a mirar, “porque todos creen que los haitianos son los que venden en la calle”.

El estigma del Super 8

Reconocen que hay compatriotas suyos vendiendo en las calles, pero les molesta la generalización.

“Donde quiera que vean a un haitiano le dicen Super 8. Los estigmatizan. Pero a la gente que está vendiendo otras cosas en la calle no les dicen nada”, manifestó el facilitador haitiano.

Mientras que Stervenson Elien, quien administra un grupo de WhatsApp y dos páginas de Facebook dirigidas a haitianos, indicó que “hay chilenos que dicen ‘¡ay! es haitiano, vende Super 8 no más’. Eso es marginador”.

Stervenson manifestó que es algo que no le gusta y que si dependiese de él ninguno vendería, pero no está dentro de sus posibilidades.

Explicó que en su comunidad la mayoría de los que vienen a Chile son personas que en Haití contaban con recursos y que tienen un nivel de estudios avanzado. Él es profesor y su esposa es enfermera, sin embargo no les reconocen los estudios.

Contexto | Agencia UNO
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Ante ese escenario relató que para los hombres es más fácil encontrar trabajo, en la construcción por ejemplo. Pero para las mujeres la situación es más compleja, ya que no van a trabajar en ese rubro y tampoco considera como una opción la gastronomía, porque dice que en Chile está más avanzada que en Haití, por lo que poca gente sabe cocinar.

“Por ejemplo, si a una mujer la contratan para cuidar un adulto mayor, pero requiere de una dieta especial. La haitiana no sabe hacer esa comida (…) y su marido no va a tener la confianza para que un chileno le enseñe”, relató.

Acotó que es por esto que no encuentran trabajo y terminan vendiendo en la calle.

“Para los hombres es más fácil. Yo soy profesor, era director de un colegio, tengo mi licencia ¿y dónde trabajo? En una panadería. Por suerte conocí a una persona que me enseñó. Pero si no ¿qué habría hecho?. Habría tenido que trabajar en la construcción. La mujer no tiene esa posibilidad”, añadió.

Ser parte de la comunidad y trabajar para Chile

Afirman que si vinieron a Chile es para quedarse y ser un aporte para la comunidad.

Ese es el caso de Dumas, cuya primera impresión de nuestra tierra fue que era “un país maravilloso”. Al principio le resultó complicado encontrar trabajo, porque sabía inglés, pero no español y mucho menos entendía los modismos chilenos.

Vivió en Santiago, luego en Chillán y finalmente llegó a Concepción. Dumas vino con el objetivo de estudiar y el año pasado ingresó a la carrera de Construcción Civil en la Universidad Santo Tomás. Sin embargo, debido a la pandemia las clases se están realizando de forma online, por lo que decidió retirarse y retomar cuando todo vuelva a la normalidad.

“Mejor pausar y después seguir y aprender bien”, explicó.

Contexto | Agencia UNO
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Relató que cuando empezó a estudiar había gente que no le creía que fuese haitiano, “porque los haitianos como que ‘tienen un límite’ (…) así piensa la gente, pero no es así”, subrayó.

Actualmente trabaja en la planta Lenga de Abastible y señaló que tiene planes de quedarse en el país. “Ya soy parte de la comunidad, porque si ahora estoy trabajando y haciendo el medio esfuerzo es para Chile”.

Cuando Dumas llegó a Concepción, un amigo le recomendó que fuera a la parroquia Santa Madre de Dios. Allí el párroco lo recibió con mucho cariño y hasta el día de hoy son amigos, pese a que él es evangélico.

Quien también acudió a ese lugar fue Ebens, quien en 2018 llegó a Santiago y luego de estar sólo horas en la capital viajó a Concepción. Desde la Casa de Migrantes del Arzobispado le recomendaron ir a la parroquia ubicada en el sector Pedro del Río.

Allí conoció a un grupo de personas que le enseñó a hablar español, conoció a más haitianos y tomó contacto con el Grupo de Acogida al Migrante (GAM) de la Universidad de Concepción y con la fundación Unhibi.

Desde hace más de dos años trabaja en una empresa de servicio de ingeniería, como montajista de andamios.

Y además, desde el año pasado, dicta un curso de criollo haitiano en la Universidad de Concepción “a estudiantes de diferentes carreras, por ejemplo de Medicina y Enfermería”.

La asignatura se llama “Introducción a la Cultura y a la Lengua Criollo Haitiano” y el año pasado contó con 30 alumnos. Este año son 46 y debido a la pandemia se encuentra realizando clases online.

Respecto de sus alumnos, afirmó que “son sumamente inteligentes” y que “Chile tiene un futuro brillante con esos estudiantes”.

Está feliz en nuestro país y dijo que “la gente es maravillosa”, que ha conocido a muchas buenas personas y que disfruta mucho su trabajo y lo que hace en la UdeC.

Por su parte, Stervenson, indicó que nunca ha estado sin empleo desde que llegó a Chile y que ha trabajado muy duro. Incluso sacrifica parte de su tiempo libre para ayudar a compatriotas a buscar un lugar donde desempeñarse.

En ese contexto, sostuvo que en este momento no necesita ayuda de nadie. “Pero sí, para ayudar a otros, porque mi fuerza solo es poca, pero con otra fuerza, la unión hace la fuerza (…) y se puede avanzar”.

Solidaridad en tiempos de crisis

La pandemia y la crisis económica ha puesto en jaque a chilenos y extranjeros. Al ser consultado por la situación de los haitianos, Ernest Noel fue enfático en señalar que no se trata de algo que sólo afecte a sus compatriotas, sino que “es algo mundial”.

Precisó que los haitianos que han perdido su trabajo “están viviendo con lo que tenían” y se han acogido a la Ley de Protección del Empleo.

“La mayoría de los que estaban trabajando, están recibiendo el seguro de cesantía. Entonces con ese seguro ellos hacen lo posible para vivir con eso, mientras tanto que se recupera la cosa”, explicó y agregó que ya no están en una situación tan crítica como cuando llegaron.

A disposición de la comunidad haitiana están las páginas de Facebook “Haitiano Consecuente en Chile” y “Haitianos en Concepción”. Además de un grupo de WhatsApp donde participan al menos 88 personas, con quienes también realizaban encuentros presenciales antes de la pandemia.

Stervenson Elien administra estos grupos y detalló que a través de esos canales se organizan -incluso cuentan con un comité directivo- y brindan espacios para explicar cómo funciona el Seguro de Cesantía, el sistema de licencias médicas y otros temas que pueden ser útiles para sus compatriotas.

Debido a las circunstancias actuales y a que hay miembros de la comunidad haitiana, al igual que muchos chilenos, que se encuentran en situación precaria, realizaron una campaña para comprar alimentos.

A través del grupo, Stervenson preguntó quiénes necesitaban ayuda y al menos 15 personas dieron su nombre para ser anotadas en la lista. Junto al comité prepararon las cajas y las dejaron en un negocio donde trabaja un haitiano. Las personas iban ahí a retirarlas y luego escribían para agradecer.

Comentó que además hubo personas que si bien no están en el grupo, al enterarse de la iniciativa decidieron colaborar. Y también se brindó ayuda a venezolanos y a una chilena.

Stervenson manifestó que “no es mucho (…) pero algo sirve”. Respecto a las ayudas brindadas por otras entidades, que sus compatriotas se han negado a recibir, sostuvo que “el haitiano tiene que conocer a la persona para recibir algo”.

En ese sentido, relató que hay gente que le pregunta y le pide referencias de personas que tengan alguna necesidad, pero a él le da miedo confiarle esa información a un desconocido.

Lo anterior, debido a que ha tenido experiencias, donde se han acercado personas con malas intenciones. Por eso prefiere que la ayuda se efectúe mediante el comité.

A través de la agrupación apoyan con dinero a quienes han sufrido la pérdida de un ser querido, también a quienes se van a casar e incluso a quienes tienen dificultades para pagar el arriendo o sus viviendas. “No queremos nunca ver a una persona sufrir por hambre o por una mala situación”, afirmó.

“Si un haitiano hace algo malo por necesidad, por hambre, ¿de quién van a hablar mal? De la comunidad. Y nosotros no queremos eso. No podemos ayudar a todos, porque no los conocemos a todos, pero sí a los que conocemos”, aseguró.