El ministro en visita extraordinaria, Jaime Balmaceda, envió un exhorto internacional con destino a Italia, para conocer el paradero de tres jóvenes que habrían sido adoptados ilegalmente en Chile, en el marco de una investigación que sustancia por al menos 500 casos similares.

La decisión del magistrado de la Corte de Santiago quedó estampada en una carta rogatoria, donde solicita que las autoridades judiciales de ese país, interroguen a un ciudadano chileno que tendría relación con los hechos. Todas las identidades, este medio se las reserva.

Los hechos materia de la indagatoria llegaron a conocimiento de Balmaceda, luego que una joven descubriera, casualmente, que tenía tres hermanas a quienes nunca conoció. De ahí en adelante el magistrado solicitó información a policía internacional, que en un sucinto informe detalló solo la salida de las supuestas víctimas. A juicio del ministro, se configura el delito de sustracción de menores.

Lea el exhorto

El alcance de las averiguaciones judiciales de Balmaceda, ausculta casos anteriores y posteriores al golpe militar de 1973, incluyendo además los ocurridos desde 1990 en adelante, siempre y cuando no estén relacionados con la represión política. Sin embargo, existe otra cuerda separada, precisamente relacionada con este último aspecto.

De acuerdo a Ciper Chile, el ministro tiene en su poder más de 500 causas, las que de seguro han crecido desde que asumió el caso en 2019 nombrado por la Corte Suprema.

Una de las principales responsables de las adopciones ilegales fue la monja holandesa Gertrudis Kuijpers, monja holandesa quien reconoció la tramitación de al menos 99 casos durante la dictadura militar.

En tanto, la semana pasada una mujer, hoy adulta, interpuso una querella criminal ante el tribunal de alzada capitalino, con miras a que sea el propio Balmaceda quien la tramite.

Lea la querella

Su caso ocurrió en una ciudad de la zona sur del país, cuando a través de un médico dedicado a estas prácticas, la inscribió junto a un abogado que actuó como ministro de fe, como hija de otra pareja.

De acuerdo al relato estampado en el libelo, quien fungió por años como su madre legal decidió contarle toda la verdad. Gracias a lo anterior, buscó a su padre biológico y cambió su apellido.

Uno de los muchos “operadores” que buscaban niños para entregarlos en adopción fue el sacerdote Gerardo Joannón.

Fundamentalmente los hallaba en la clase alta de Santiago. A muchas jóvenes se engañaba, indicándoles que el bebé había muerto durante el parto.