Durante siete años, Sandra Norak (nombre ficticio) fue prostituta. En 2008, cuando aún no era mayor de edad, conoció a un hombre por internet que le prometió amor eterno. Ella tenía entonces problemas en casa, abandonó la escuela y se mudó a vivir con él. La obligó a prostituirse. Una forma muy extendida de incitar a las mujeres a la prostitución, el conocido “método del chico amoroso”.

El proxeneta la introdujo en burdeles baratos donde Norak satisfizo sexualmente a entre 400 y 500 hombres en cuatro semanas, contó ahora la mujer de 29 años. “En algún momento, dejas de sentir como un ser humano. Es comparable a la destrucción de la propia identidad”, dijo en el podio del congreso mundial contra explotación sexual de mujeres y chicas, Coalition AbolitionProstitution (CAP).

Alrededor de 350 mujeres y hombres de organizaciones internacionales acudieron a dicho congreso. Todos tienen el mismo objetivo: prohibir la compra de sexo y, a largo plazo, acabar con la prostitución en países como Alemania.

“Los hombres compran poder”

También Norak se ha comprometido con la causa desde que dejó de prostituirse: “La prostitución debería ser reconocida como lo que realmente es: violencia y violación de la dignidad humana”, explicó a DW.

Los participantes del congreso argumentaron que la prostitución siempre nace de la necesidad y termina en obligación y explotación de la mujer. La fundadora de la revista EMMA, Alice Schwarzer, opinó que “los hombres no compran sexo, sino poder”.

Alemania, pidieron los asistentes, debería introducir el modelo nórdico en el que la compra de servicios sexuales se considera un delito. El proxeneta puede ser sancionado; la prostituta, no. Francia lo adoptó en 2016, Irlanda en 2017 y Suecia desde hace 20 años.

Es difícil saber en qué medida la legislación sueca ha reducido la prostitución en el país. Algunos expertos dicen que ha cambiado: de la calle a los apartamentos o a internet. Hay estudios que muestran que el mercado sexual se ha reducido en general.

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“Pasaporte de prostituta”

La ley de prostitución en Alemania aprobada en 2002 debía fortalecer los derechos de las prostitutas y legalizar los servicios sexuales. Desde 2017, existe la Ley de Protección de Prostitutas, cuyo objetivo es proteger a las mujeres contra la violencia y la prostitución forzada.

Los burdeles necesitan un permiso. Las prostitutas deben registrarse y obtener un certificado conocido en ese entorno como “Pasaporte de Prostituta”. De hecho, solo unas 7.000 mujeres se registraron en el primer año después de su entrada en vigor. Según las estadísticas, en Alemania hay entre 200.000 y un millón.

Alemania sigue teniendo una de las leyes más liberales de prostitución en Europa. Por eso, el país es conocido como “el burdel de Europa”. Entre el 80 y el 90 por ciento de las prostitutas proceden del extranjero. Muchas trabajan forzadamente y bajo condiciones inhumanas.

Sin embargo, el gobierno alemán considera que la prohibición de compra de sexo es la vía incorrecta para afrontar el problema. Existe el riesgo de que “las trabajadoras sexuales se vean obligadas a caer en la ilegalidad, y sean vulnerables ante los peligros y riesgos de ese sector”, dijo un portavoz del Ministerio Alemán de Familia hace unos días.

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Organizaciones: no hay prostitución voluntaria

Este argumento es cínico para los participantes del congreso CAP, al igual que la idea generalizada de que muchas mujeres se prostituyen voluntariamente. “He estado apoyando a mujeres que han sido explotadas durante 34 años”, dijo a DW Lea Ackermann, fundadora de Solidarity With Women in Distress (SOLWODI, por sus siglas en inglés) y organizadora del congreso: “Hoy afirmo: Ni una sola mujer lo hace voluntariamente”.

La exprostituta Norak cree que el “lobby” de las trabajadoras sexuales impide una legislación más estricta. “Esta legislación transmite la idea de que los hombres tienen derecho al sexo y que pueden usar a una mujer en cualquier momento y luego tirarla como un paquete de cigarrillos”, añadió.

Los representantes de asociaciones de prostitutas no estuvieron presentes en el congreso. Tampoco fueron invitados, dice Simone Wiegartz, directora del centro de asesoría Hydra y miembro del Centro de Asesoría para Trabajadores Sexuales (BUFAS).

Hydra y BUFAS quieren equiparar cada vez más el trabajo sexual a otras formas laborales. En ambas organizaciones se rechaza prohibir la compra de servicios sexuales o la prohibición total de la prostitución. Las mujeres ya no podrían defenderse adecuadamente, según Wiegartz, porque actuarían ilegalmente y estarían socialmente excluidas.

En la actualidad, Norak estudia Derecho y la prostitución ya forma parte del pasado. Se encuentra bien, “pero a pesar de todo no se puede olvidar de lo sucedido”.

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