Miles de fieles marcharon este sábado desde la Catedral de Buenos Aires, en Argentina, en dirección a distintos puntos significativos de la vida de Jorge Bergoglio, Papa Francisco.
La procesión, convocada bajo el título “Pacto de amor a Francisco: recorrido por los lugares del dolor”, no incluyó actos protocolares ni oradores designados en cada parada.
El recorrido comenzó sobre el mediodía de Argentina en la icónica Plaza de Mayo, frente a la Catedral Metropolitana de Buenos Aires, donde esta mañana se realizó una misa exequial en honor al sumo pontífice.
Los asistentes portaban enormes carteles con imágenes y frases de Francisco, así como banderas y simbología religiosa.
“No hay palabra para decirle, le pedía muchas gracias por todo lo que hacía por nosotros los necesitados, porque nosotros nos sentimos olvidados, los pobres, y él nos daba esa fuerza para poder salir adelante, ayudar a nuestros hermanos y sus hermanas”, dijo a EFE Edith Ortiz.
La procesión cuenta con numerosas paradas, incluyendo una en la Casa Mamá Antula, emplazada en el barrio porteño de Montserrat, donde brindaba servicios María Antonia de Paz y Figueroa, la primera santa argentina, canonizada por Francisco en la Basílica de San Pedro.
Otro de los puntos del recorrido es la Plaza Constitución, donde Bergoglio celebró múltiples misas por los migrantes y desde donde denunció la trata de personas y la esclavitud sexual.
Debido a la procesión, el Gobierno de la ciudad de Buenos Aires diseñó un amplio operativo de seguridad que incluyó el corte de calles en los distintos barrios incluidos en el trayecto.
Paso por hospitales y unidad penitenciaria
El camino pasó además por los hospitales Borda, Tobar García y Rawson para recordar las frecuentes visitas que Bergoglio hacía a quienes estaban internados en estos y otros hospitales porteños.
Los participantes también hicieron una parada en la unidad penitenciaria del Hospital Muñiz, en el barrio de Barracas, y luego en el Hogar de Cristo San Alberto Hurtado-Hospitalito Masantonio (Parque Patricios), donde el entonces arzobispo de Buenos Aires lavó los pies de 12 chicos con problemas de consumo.
La procesión, que los organizadores quieren que se repita todos los años, terminó con una oración comunitaria en la parroquia Virgen de los Milagros de Caacupé, en la capitalina Villa 21-24, donde Francisco impulsó el movimiento de los curas villeros.