Las sanciones de Biden tendrán solamente un efecto de condena simbólica si no se acompañan con medidas radicales de la Unión Europea, la ONU y los organismos financieros internacionales, opina el periodista Amir Valle. Análisis en nuestro medio asociado Deutsche Welle

La radicalización de las dictaduras en Cuba, Venezuela y Nicaragua es el ejemplo perfecto de la ineficacia de las usuales sanciones internacionales.

Por ello, poco debemos esperar de las sanciones contra Cuba que el presidente estadounidense, Joe Biden, acaba de anunciar.

El mismo estilo de sanciones ha sido aplicado antes a los regímenes totalitarios de Maduro y Ortega.

Nada ha sucedido, salvo el empeoramiento de las condiciones del pueblo, el atrincheramiento ideológico del chavismo y el sandinismo.

Esto, además de la consolidación en la propaganda internacional de esos gobiernos, que pretenden asfixiar las revoluciones.

Para muchos analistas se vuelve a producir un acto de histrionismo generalizado en la política internacional. El llamado “mundo libre y democrático” ejerce su papel de juez en las palabras, mientras persiste en mantener sus intereses en Cuba.

Abandonar esa hipócrita actitud parece ser el reclamo de una buena parte de los partidos políticos representados.

Se le exige a Josep Borrel una postura más crítica y el establecimiento de sanciones efectivas contra el régimen de Díaz Canel.

De Naciones Unidas nadie espera nada; mucho menos la oposición cubana y los cientos de exiliados que han manifestado en países del “Primer Mundo”.

Así lo aseguran quienes critican a la ONU. Un organismo que conoce las numerosas violaciones de los derechos humanos que lleva décadas cometiendo la dictadura cubana.

Sin embargo, la elige como miembro de su Consejo de Derechos Humanos, promueve año tras año una votación contra un cada vez más cuestionable embargo económico. Se convierte en propagandista gratuito a través de sus organismos especializados de los supuestos “logros de la Revolución Cubana”.

Salud, educación y alimentación, incluso el propio Raúl Castro reconoció que el retroceso en estos era tal que impedía considerarlos ya verdaderos logros.

Propuestas no escuchadas

Díaz Canel y su gobierno se burlan ya de estas sanciones.

Analistas de la isla explican que las medidas de Biden contra “supuestos represores del pueblo” son risibles, puesto que no existen funcionarios cubanos con propiedades y riquezas en Estados Unidos.

Las recientes sanciones apuntan a identificar a los máximos represores: el general Álvaro López Miera, Ministro de las Fuerzas Armadas, y las tropas especiales antimotines conocidas como “Boinas Negras”.

Pero un amplio sector de la diáspora está exigiendo, tanto a Estados Unidos como a la Unión Europea, medidas más asentadas en la realidad y, por ello, seguramente más efectivas.

Además, analistas económicos sugieren la adopción conjunta de exigencias a Cuba del pago de sus deudas internacionales, así como la verificación de la transparencia de empresas financieras asentadas en Panamá y algunos paraísos fiscales europeos.

Grupos de la oposición de la isla han propuesto llevar a tribunales a líderes responsables de la represión masiva en las calles cubanas.

A lo anterior se suma la desaparición de más de 200 personas, la detención arbitraria de 400 manifestantes, Esto, según los análisis más recientes de la asociación independiente de abogados Cubalex. Esas, en su opinión, serían sanciones efectivas.

Los senadores Bob Menéndez y Marco Rubio han elogiado las sanciones como “una advertencia al gobierno cubano”.

Pero nada resuelve el pueblo de Cuba con “advertencias” a sus gobernantes, ni con que Estados Unidos ponga en sus listas negras a represores que seguirán reprimiendo.

Los cubanos se han cansado de esperar las promesas castristas de futuro. Quieren acceso a internet, cuyo poder dinamitador el escritor Ángel Santiesteban definió como “la madre de todas las bombas”. Reclaman que las instituciones obliguen a Díaz Canel a recibir la ayuda humanitaria que el gobierno es incapaz de ofrecer a su gente.

Reclaman otros muchos que no se trata de vivir de las remesas enviadas desde la diáspora, sino de abrir el país a la iniciativa privada nacional.

Algunos piden que se levante de una vez el embargo, pero condicionado a que el gobierno establezca todos los mecanismos para una economía nacional diversificada.