Cuando el argentino Leonardo Oyola estaba en el patio de su casa en julio pasado, sintió un golpe en su cabeza e inmediatamente, por reflejo, se tomó la zona afectada. Vio sangre y acudió al Hospital Durand, según relató al periódico Crónica.

El joven de 23 años le relató al médico de turno lo que había sucedido en su vivienda. Sin embargo, el profesional que no ha sido identificado, le dijo que era un piedrazo que había recibido, lo limpió, le dijo que se desinfectara la herida y se pusiera hielo. Nunca le ordenó una radiografía para ir, literalmente, a fondo del caso.

Leonardo regresó a su casa en el barrio porteño de Pompeya, pero con los días, el dolor de cabeza comenzó a ser muy fuerte y así fue incrementándose con las semanas.

El hombre sostiene que dejó pasar la semanas y que sus actividades diarias lo alejaron de un segundo diagnóstico, pero la migraña se volvió tan insoportable, que acudió a un centro asistencial en marzo pasado.

“Yo sentía un chichón en mi cabeza, un chichón que no se desinflamaba y cada vez era más grande. Sin embargo, por problemas personales y temas laborales, nunca podía hacerme un tiempo para hacer una segunda consulta. Cuando los dolores se hicieron incontrolables, ocho meses después del impacto, volví al hospital y me indicaron algo que sorprendió hasta a los propios médicos”.

Crónica Argentina
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Un proyectil en la cabeza

Había pasado cerca de un año, tras del supuesto piedrazo que sacudió la jornada del joven y más adelante su vida. Un médico que si hizo su trabajo completo, ordenó las radiografías para determinar por qué tanto dolor de cabeza. Lo descubrió de inmediato.

La respuesta fue todo un impacto. Le dijeron que una bala estaba alojada en su cabeza y le mostraron los análisis en los que claramente se observaba el proyectil.

Vino entonces un rápido procedimiento. Una incisión en la que extrajeron la bala.

“Hicieron un corte en mi cabeza y sacaron la bala. Los médicos no podían creer que sobreviví todo este tiempo con un proyectil alojado en mi cabeza. Se quedaron desconcertados cuando les conté que sólo sufrí dolores de cabeza y que en ningún momento perdí la conciencia”.

Es un caso que suena tan ilógico como imposible. Un médico en la vecina nación, consultado por el medio de comunicación antes mencionado, hizo una valoración para entender como una persona sobrevive ante semejante situación.

“Las placas muestran que la bala quedó alojada fuera del cráneo. Es como si tuviera un quiste pero no afecta nada. Es más, si no le hubieran hecho ese estudio podía seguir su vida como si nada”, aseguró Agustín Hugo Alí, médico cirujano.

Crónica Argentina
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Es ahí donde radicó la suerte de Leonardo, con el asombro del equipo médico que lo atendió en la segunda consulta, el cual no dudó en calificar de “mala praxis” la situación.

“Hasta los mismos médicos del hospital donde me atendieron me dijeron que fui víctima de mala praxis y que los trabajadores que me trataron se equivocaron”, relató el joven.

Ahora, asegurá que seguirá la vía judicial para que su caso siente un precedente y otra persona no quede al borde de la muerte, como la bala al borde de su cráneo.

“Esto no puede quedar así, tiene que llegar a oídos de otras personas. Yo no sabía que debía exigir una placa. El que sepa de mi historia, no va a dudar en pedir que le realicen los estudios. Sobreviví de milagro, esto pudo haber sido mucho peor. Este error pudo haberme costado la vida”.