Un conocido director de Teatro en Argentina apareció muerto el domingo, tras ahorcarse en su sala teatral, después de que sus familiares denunciaran su desaparición el sábado, luego de haber sido fundado en redes sociales y de forma presencial por abuso sexual.

Según publica diario Clarín de Argentina, la muerte de Omar Pacheco se dio luego que el viernes se iniciara una funa en su contra por posibles casos de abuso sexual, donde se le acusaba de haber acosado y abusado a colaboradoras y/o alumnas de su grupo de teatro.

“Somos mujeres integrantes del Grupo Teatro Inestable del Teatro La Otra Orilla, creado y dirigido por el director teatral Omar Pacheco. Somos parte de esta grupalidad hace más de cinco años en donde hemos sufrido todo tipo de violencias de género, entre ellas abuso y manipulación sistemática por parte de quien era nuestro docente y director”, señalaba un texto difundido en Facebook.

El texto señala que Pacheco aprovechaba ejercicios de relajación y respiración, los cuales muchas veces se realizaban en habitaciones con escasa iluminación, para manosear y tocar a los actores.

“Los talleres formativos constaban de lo que él llama ‘trabajo de piso’, que consiste en relajarse plenamente en el piso en condición de total oscuridad, con estímulo sonoro y olfativo, para lograr un estado pre-conciente en donde ‘liberar’ todas las censuras y resistencias que nos inculcaron desde la infancia. Hoy vemos que muchas veces él se aprovechaba de este estado de vulnerabilidad para meterse cuando él quisiera y sin aviso previo en el piso, manosearnos y manipularnos corporalmente”, sostiene la denuncia.

“En estos años ejerció abuso de poder donde, entre otras cosas, construía relaciones sexo-afectivas con sus alumnas, imprimiéndole su posesión enfermiza en el completo ocultamiento ya que la no vinculación extra profesional era para él un requisito excluyente para ser parte del proyecto”, agrega el documento.

Además de la funa en Facebook, algunas denunciantes también publicaron un video donde encaraban a Pacheco en su escuela de teatro, calificándolo de “sorete” y que en algún momento debía pagar el trato que dio a colaboradoras y alumnas.