Un verdadero terremoto en la realeza británica ha ocurrido este miércoles, luego que el príncipe Harry y su esposa Meghan Markle anunciaran que abandonarán sus funciones de primer rango como miembros de la Familia Real para pasar más tiempo en Estados Unidos.

Como era de esperar, la noticia no tardó mucho en tiempo en dar la vuelta al mundo, cubriendo las portadas de los medios internacionales más importantes.

Los rumores del alejamiento de los duques de Sussex con la realeza británica comenzaron a los pocos meses de la boda de la pareja. En dicho momento, se empezó a hablar de una enemistad entre Harry y su hermano William, producto de una supuesta mala relación de Meghan y Kate Middleton.

Lo ocurrido hizo recordar a algunos el caso de Eduardo VIII, tío paterno de la reina Isabel II -y por ende tío-bisabuelo de Harry- que en 1936 renunció a su título por estar profundamente enamorado. De esta forma cumplía la profecía hecha por su padre Jorge V.

“Tras mi muerte, el chico arruinará su reinado en 12 meses”, comentó el monarca sobre su hijo, quien era conocido por su actitud despreocupada e inmadura, además de ser un mujeriego empedernido.

La realeza o el amor

Fue en 1931 cuando Eduardo conoció a Wallis Simpson, una mujer de 34 años que venía de una familia de clase media de Estados Unidos. Ella no sólo estaba casada en ese momento, sino que antes ya se había divorciado de un oficial de la Marina, que abusaba físicamente de ella.

En 1927, poco antes que su divorcio estuviese terminado, Wallis comenzó un bullado romance con Ernest Simpson, un ejecutivo de transporte marítimo que en ese momento también estaba casado. El amorío con la mujer lo llevó a pedir el divorcio a su esposa para formalizar su relación con Wallis.

Wallis y Eduardo
Wallis y Eduardo

Tras la depresión del 29, donde ellos perdieron parte de su fortuna, la pareja se asentó en Londres y formaron parte de la clase alta del país. Fue así como llegaron a codearse con Eduardo, entonces príncipe de Gales.

En su libro The Duchess of Windsor, Michael Bloch afirmó que en los siguientes años el futuro rey era una presencia constante en la vida de la pareja que comenzaba a pasar complicaciones financieras debido a sus excesivos gastos y costosa forma de vivir, la que no se adecuaba a su realidad económica.

Poco a poco Wallis y el Príncipe fueron acercándose y haciéndose cada vez más amigos. Él estaba encantando con el carisma de la mujer y ella estaba fascinada con la oratoria de él.

En 1933 el romance entre “David” y Wallis ya era un secreto a voces, a pesar que ellos lo negaran. Sin temor a romper reglas, al año siguiente partieron juntos a un crucero por la costa Dalmacia donde fueron fotografiados por los paparazzi de la época.

Wallis y Eduardo
Wallis y Eduardo

“Cuando Eduardo y la entonces señora Simpson fueron al crucero (…), salió una foto. Esa foto dio la vuelta al mundo e impactó a la gente, porque de pronto se dieron cuenta que el futuro rey era un adúltero. La prensa británica no escribió sobre eso. No había censura pública, podrían haberlo hecho, pero fue un acto de respeto hacia la familia real”, señaló la historiadora Lisa Hilton en el documental The Royals.

El ímpetu y entusiasmo del príncipe con su nueva relación lo llevaron a presentar a Wallis a sus padres, quienes no estuvieron nada contentos, pues si había algo que desaprobaba la monarquía de la época era el divorcio. Esto, sumado a la personalidad fuerte y extrovertida de Wallis, el rey y la reina la veían como una amenaza.

Cuando Eduardo ascendió al trono tras la muerte de su padre en febrero 1936, el príncipe estaba empecinado a casarse con ella a como diera lugar y sin importar todas las leyes que se lo prohibían. En octubre de ese año, los trámites del divorcio de Wallis habían llegado a su fin gracias a su alegato de adulterio en contra de su marido.

A finales de ese año, el rey informó formalmente al Primer Ministro de la época, Stanley Baldwin, su intención de casarse con su amante. No obstante, la única alternativa que le quedaba eran abdicar a su trono o sencillamente terminar su relación.

Eduardo VIII
Eduardo VIII

“Él tuvo que elegir y eligió lo que muchos consideraron que era el gesto más romántico de la historia. Él decidió que amaba tanto a Wallis, que como dijo en su discurso de abdicación, no podía continuar cumpliendo su deber, sin la mujer que amaba a su lado”, explicó Hilton. Finalmente, el 10 de diciembre se concretó su renuncia y realizó una breve declaración para su pueblo, dando paso al reinado de su hermano Jorge VI.

“Quisiera hacerlos comprender que, al tomar esta resolución, no he olvidado en absoluto al país o al Imperio, a los cuales, primero como príncipe de Gales y más tarde como Rey, he dedicado veinticinco años de servicio. Pero pueden creerme cuando les digo que me ha resultado imposible soportar la pesada carga de la responsabilidad y desempeñar mis funciones como Rey, en la forma en que desearía hacerlo, sin la ayuda y el apoyo de la mujer que amo”, señaló en aquella oportunidad.

En junio de 1937, varios meses después de la abdicación de Eduardo, la pareja contrajo matrimonio en Francia y pasaron a ser los duques de Windsor, titulo concendido especialmente por Jorge VI. La boda se realizó el mismo día del cumpleaños del padre de Eduardo -lo que fue tomado como un agravio- y a ella no asistió ningún miembro de la familia real.