Un estudio del Instituto Milenio en Socio-Ecología Costera (SECOS), encontró la primera evidencia de la presencia de microplásticos en estuarios del sur de Chile.
Recordemos que, los estuarios son las áreas donde los ríos desembocan en el mar. Hasta ahora, se detectaron microplásticos en dos estuarios de la región del Biobío: Lenga y Tubul-Raqui.
De acuerdo con un comunicado del Instituto Milenio SECOS, si bien las concentraciones son bajas en comparación con estuarios altamente industrializados del mundo, los científicos interpretan estos resultados como una “advertencia temprana”.
Además, sugieren la necesidad de tomar acciones preventivas para proteger estos ecosistemas vitales, su biodiversidad y la economía local.
“La investigación sobre microplásticos ha dejado de lado el estudio de los estuarios, ecosistemas importantes en la interfaz entre el continente y el mar”, expresó el Dr. Ricardo Barra, investigador de SECOS y la Facultad de Ciencias Ambientales UdeC.
“Quisimos verificar si la intensidad de la intervención humana se refleja en los niveles de contaminación en los sedimentos, que representan una escala de contaminación más prolongada en el tiempo. Este es el primer reporte de microplásticos en sedimentos estuarinos en Chile”, añadió.
La investigación se publicó en la revista Environments y también participó la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI) y la Universidad de Concepción (UdeC).
¿Qué está pasando con los microplásticos en los estuarios?
Los estuarios de Lenga y Tubul-Raqui son diferentes. Lenga, en la Bahía de San Vicente, está altamente industrializado, mientras que en Tubul-Raqui predomina la pesca artesanal, por lo que el hallazgo de microplásticos varió bastante.
Lenga registró una abundancia significativamente mayor de microplásticos, con 106,9 partículas por kilo de sedimento, y Tubul-Raqui contenía 49,3 partículas por kilo.
Se identificaron fibras, fragmentos, espumas y películas como los tipos de microplásticos más comunes. Un análisis con espectroscopía infrarroja (FTIR) reveló la “huella digital” química de estos polímeros, descubriendo perfiles distintos en cada estuario.
Los análisis FTIR también identificaron la composición de los polímeros presentes. En Lenga, predominó el poliamida (PA), representando el 35% del total, seguido de poliéster y poliuretano, todos materiales comunes en ropa técnica, redes de pesca y materiales industriales.
Por otro lado, en Tubul-Raqui, en cambio, el polímero más abundante fue el cloruro de polivinilo (PVC), utilizado ampliamente en cañerías, envases y materiales de construcción.
¿Bajas concentraciones: buena noticia o advertencia?
Aunque las concentraciones son decenas de veces menores que las ya reportadas en estuarios de regiones como China, India o Francia, donde los niveles pueden superar las 1.000 partículas por kilo, las diferencias responden tanto al nivel de desarrollo industrial como a factores locales como el tipo de sedimento, las corrientes, la pluviosidad o el manejo de residuos.
En este sentido, los investigadores coinciden en que esto no es una buena noticia, sino una advertencia.
“Esto representa una advertencia temprana. Debemos investigar ahora qué provoca en los organismos que viven en el estuario esta contaminación. El llamado es a prevenir, a mejorar el manejo de los desechos plásticos”, apuntó Barra.
“Aunque los niveles son menores, este estudio y otros recientes muestran que los estuarios del centro-sur de Chile actúan como reservorio y fuente estacional de microplásticos, con aumentos de hasta 20 veces en invierno. Esto indica que la contaminación aún es incipiente, pero existe un riesgo creciente si no se implementan medidas de mitigación locales”, agregó Marco Lardies, académico de la UAI e investigador del SECOS.
Además, los microplásticos pueden afectar directamente a las especies bentónicas, que son las que viven en el fondo de estos ecosistemas acuáticos, al ser ingeridos o alterar su hábitat.
“Estas partículas modifican la estructura del sedimento y los ciclos biogeoquímicos esenciales. Polímeros como PVC y poliamidas pueden liberar aditivos tóxicos y metales pesados, actuando como vectores de contaminantes a lo largo de la red trófica”, señaló Lardies.
Prevenir microplásticos en los estuarios
Como los microplásticos provienen en gran medida de la fragmentación de plásticos mayores, su eliminación del ambiente es prácticamente imposible. Por eso, los autores enfatizan la importancia de prevenir su ingreso, reforzando la gestión de residuos, promoviendo la reducción del plástico de un solo uso y fomentando nuevas políticas públicas.
“El tema de la contaminación con plásticos va más allá del manejo de desechos: se trata de un material con múltiples aplicaciones, pero que debe ser diseñado para tener una mejor disposición final”, planteó Barra.
“Debemos avanzar hacia un mejor uso del material, eliminar los usos no esenciales y mejorar su reciclabilidad desde el diseño. No es imposible, pero requiere voluntad tecnológica y política”, añadió.
Chile ha avanzado en esta materia con leyes que restringen las bolsas plásticas y regulan los plásticos de un solo uso, como la Ley 21.368, además del marco de Responsabilidad Extendida del Productor (REP). Sin embargo, los investigadores sostienen que aún faltan medidas específicas para los ecosistemas costeros, donde los impactos pueden extenderse a la biodiversidad y la salud humana.
“Incluso en zonas de baja industrialización, como Tubul-Raqui, los microplásticos ya están presentes y se acumulan en los sedimentos”, sumó Lardies.
“Esto demuestra la necesidad de ampliar la fiscalización y monitoreo ambiental, e incorporar los ecosistemas estuarinos en los planes nacionales de gestión de residuos y conservación costera, priorizando la prevención sobre la remediación”, concluyó.
Referencia:
Belén Cáceres-González, Alessandra Perfetti-Bolaño, Alberto Araneda, Marco A. Lardies, Nicolás Leppes y Ricardo O. Barra. Sediment Microplastic Pollution in Contrasting Estuarine Environments of the Biobío Region South-Central Chile. Revista Environments, 2025.