Políticos de derecha, políticos de izquierda, y muchísima gente más, están realmente muy enojados con el llamado Periodismo “MSM” (Main Stream Media), ese periodismo de las grandes empresas transnacionales que dominan la actividad periodística mundial y que, directa o indirectamente, llegan a dominar también, en gran medida, a otros medios de difusión que se esfuerzan por ser independientes.

Y, oiga, no es ninguna exageración eso de que hay mucha gente enojada con el periodismo de este presente tan convulsionado. Mire usted lo que pasó recién en Amsterdam, Holanda, en el centro de la muy civilizada Europa.

Allí, la red N.O.S, de televisión y radio, que incluye varias radioemisoras y tres canales de TV públicos, con carácter estatal, el pasado 26 de octubre tuvo que borrar todos sus logotipos y caracterizaciones de sus vehículos, e incluso de las cámaras que usaban los reporteros.

Eso, porque ya los periodistas, los técnicos y lo choferes no se atrevían a salir a trabajar porque la gente que los reconocía los insultaba, les arrojaban inmundicias y hasta los agarraban a pedradas.

O sea, una rabia tan sañuda, que los equipos periodísticos ya no querían lucirse. Más bien sólo anhelaban pasar piolita, no fuera cosa de que alguien los reconociera.