Aunque esta propuesta chilena se estrenó antes de las grandes movilizaciones populares de octubre, se puede decir que olió el estado general que está viviendo el país.

Sobre todo, respecto de la violación de los Derechos Humanos, crímenes de los agentes del Estado que se han cometido antes, durante y después del Estado de Emergencia.

Porque el relato de Darío Fo (1926-2016) denuncia el asesinato de un trabajador italiano que la policía tenía en sus manos y el intento de hacerlo pasar como un suicidio.

Este hecho real ocurrió en Milán, en 1969, en un ambiente represivo generalizado en la península itálica que buscaba contener las luchas sociales de trabajadores y estudiantes en la década setenta.

Al estrenar en 1970, el autor dijo con ironía que contaría un caso verdadero… pero acaecido en EE.UU (1921), con un inmigrante italiano que “saltó” del piso 14 mientras lo interrogaba la policía de Nueva York.

Una historia que el Premio Nobel de Literatura 1997 actualizó al radicarla “en una ciudad italiana cualquiera… por ejemplo, Milán”, diría Darío Fo.

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El dramaturgo plantea esta obra en el formato de comedia-farsa política, un relato que contiene situaciones absurdas e irónicas y mucho desplante al momento de instalar la denuncia.

En el montaje chileno el diálogo vertiginoso original escurre algo atropellado por la fuerza del caudal expresivo que acompaña y ridiculiza el accionar de los comisarios.

Al mismo tiempo, Héctor Morales en su quíntuple rol como Loco, Sospechoso, Juez, Obispo y Señor de Barba tiene la función de descomponer la lógica policíaca.

Nacho Rojas | Teatro UC | "Muerte accidental de un anarquista"
“Muerte accidental de un anarquista” | Nacho Rojas | Teatro UC

Los disfraces que utiliza el protagonista cuando asume los diversos personajes, además de adoptar la kinética de cada cual, buscan poner en jaque las percepciones, mentiras y encubrimientos policiales.

El efecto de saturación que van provocando los discursos absurdos y la farsa en el gesto parecen estar en función de generar la imagen de un laberinto mental donde se mueve el poder y se planean y ocultan los delitos contra los derechos humanos.

El objetivo de Darío Fo es desnudar el crimen del ferroviario y demostrar que en el espacio donde está detenido se concentra el poder ilegal de un Estado desalmado y que se necesita ser un “loco” para develar su estructura.

Así, en la medida en que el trabajo del director Francisco Krebs (El amor de Fedra, Réplica) se apega al curso del relato diseñado por el autor, las resonancias con nuestro país saltan a la vista del espectador.

Corrupción, violencia, mentiras, manipulación comunicacional, entre otros recursos del manual de operaciones de táctica de contrainsurgencia urbana que usan las llamadas democracias occidentales, al menos, desde la década 60.

En este marco, aunque no parecen fundamentales, tienen cierto valor las inserciones formales que tiene la obra para acercarla a la situación nacional.

Un montaje que rescata una obra destacada del teatro internacional, útil para los tiempos que corren y que habla de la amenaza permanente a los Derechos Humanos y de la necesidad de estar siempre alerta.

Teatro UC. Jorge Washington 26. Miércoles a sábado, 20.00 horas. Entrada general $10.000; adulto mayor $ 6.000; súper jueves $ 7.000; miércoles populares y estudiantes $ 5.000. Hasta 23 de noviembre.