Este viernes 18 de diciembre el Museo de la Solidaridad Salvador Allende abrirá en marcha blanca la exposición Rojo, cuya apertura oficial será desde enero de 2021. Más de cien obras de la Colección ocuparán la totalidad del Museo en una invitación a reencontrarse con los significados y conceptos de un color, cuyas ideas más familiares nos hacen transitar entre la historia colectiva y los significados personales.

Su apertura estaba prevista para marzo de este año, pero la pandemia y las medidas de distanciamiento físico interrumpieron su montaje. Por meses, la incertidumbre y el cuidado de las personas obligaron al Museo a activar esta muestra exclusivamente en formato digital, con provocaciones y experimentos a los que ha ido invitando al público. Desde una playlist en Spotify, la activación del filtro color en las más de 2800 obras de la Colección en la web, una iniciativa de intercambio creativo de Artecorreo y recientemente un heterogéneo recetario, a través de los cuales el equipo del MSSA se ha mantenido en contacto con sus públicos, sugiriendo la provocación sensorial en torno a la exposición ROJO.

Rojo reúne obras producidas desde la década de los sesenta hasta la actualidad, muchas de ellas nunca antes exhibidas, en una mezcla de nombres consagrados y otros menos conocidos y que releva el rol de las mujeres artistas. Aproximándose a los conceptos asociados al color desde múltiples perspectivas reflexivas y sensoriales, el desafío es acercar la colección a los públicos a través del rojo entendido como una fuerza de renovación.

Rojo para cambiar la vida

Curada por Daniela Berger y Caroll Yasky -coordinadoras de Programación y de Colección del MSSA, respectivamente-, esta muestra encuentra su espíritu en una entrevista dada al Museo por el artista brasileño Antonio Dias el año 2012, y que habló del valor de este color como un símbolo de la renovación, una fuerza que puede despertar y cambiar la vida. Una idea que para la organización del museo se vuelve tanto más potente en estos momentos de cambios sociales y manifestaciones populares, refrescando así sus prácticas y su capacidad para acompañar a las comunidades en la contingencia desde su misión fundacional.

“Esta muestra se inspira y renueva ese ejercicio resistente, político y diverso, que hoy se ve fuertemente interpelado por el estallido social de nuestro país, pese a ser originalmente concebida y articulada con mucha anterioridad”, explican las curadoras quienes desarrollaron su trabajo de investigación desde el 2018.

Kjartan Slettemark, Bojklottra Juntan, stoppa matchen! [Boicoteen a la Junta, ¡paren el partido!] (1975) | Cedida
Kjartan Slettemark, Bojklottra Juntan, stoppa matchen! [Boicoteen a la Junta, ¡paren el partido!] (1975) | Cedida

Esta muestra propone tres conceptos-fuerza, que sugieren una ruta para observar las obras a través de las narrativas que se encuentran en torno a este color y las unen en cada una de las salas como un conjunto, una idea conectada con profundos sentidos: ideología, campos de color y cuerpo.

Las fuerzas del rojo

De acuerdo a lo que señalan las curadoras, entendido como campos de color, el rojo nos atrapa en su desborde natural y esta es la idea que prima en uno de los conjuntos de obras de la exposición. El rojo vibra, tiene una fuerza que activa a otros colores y genera efectos visuales pregnantes, se transforma en un símbolo que moviliza los sentidos. En ello citan a Aristóteles, quien se refirió al color como pharmakon, que quiere decir “droga” para referirse a su capacidad de pasar los límites de la racionalidad. En esta línea se encuentran obras de Julio Le Parc, María Chana, Myra Landau, Wanda Davanzo y Juan José Gil.

Myra Landau, Ritmo Nº 7 (1970) Técnica mixta sobre madera | Cedida
Myra Landau, Ritmo Nº 7 (1970) Técnica mixta sobre madera | Cedida

Al pensar este color desde la ideología, quizá su asociación más evidente, Rojo nos enfrenta a las narrativas vinculadas a una izquierda progresista, muchas veces llenas de épica, como la propia historia del Museo y de las obras en exhibición que fueron donadas por artistas de diversos países para mostrar su apoyo a una causa por compromiso político y solidaridad. En ese plano destacan obras de la ex Unión Soviética, Cuba, Finlandia y Suecia, algunas de las cuales nunca han sido exhibidas en Chile hasta hoy.

Asociado al cuerpo este color se aproxima al erotismo, conectado a las nociones de poder y de belleza, pero también a la violencia y al dolor. Se erige como símbolo de fertilidad, de ritos ancestrales, que representados en visiones indígenas lo instalan en un cuerpo asociado a la naturaleza, lejos de las ideas de la cultura occidental. Aquí las curadoras destacan las obras de Lesbia Vent Dumois (Cuba), Olavi Lanu (Finlandia), Valentina Cruz (Chile), Josep-Grau Garriga (España) y Ritch Miller (EEUU).

Ritch Miller, Diálogo (1969). Óleo sobre tela | Cedida
Ritch Miller, Diálogo (1969). Óleo sobre tela | Cedida

El color no es trivial

Desde comienzos de año el Museo ha ido invitando al público a sumergirse en los significados de este color, a través de distintos ejercicios sensoriales. Ahora que ya podrá abrir sus puertas, contando con medidas que aseguren la salud de los visitantes, se propone experimentar en la Sala de Experiencias ubicada en el zócalo del Museo, donde desde la teoría del color y las emociones, se invita a realizar seis ejercicios creativos sobre la relevancia del color en nuestras vidas, teniendo como telón de fondo obras de los artistas Kjartan Slettemark, Victor Vasarely y Sérvulo Esmeraldo.

Para agendar tu visita a esta exposición, puedes hacer click en este enlace.