Entre las diversas estrategias de intervención en personas con alteraciones de la interacción social y dificultades de comunicación, una nutrición adecuada tiende a ser una variable complementaria cada vez más relevante, a la par del surgimiento de nueva evidencia científica.

Así al menos lo entiende la fundación Morning Glory Ranch, que en una pequeña localidad de Texas, Estados Unidos, atiende a centenares de usuarios de todas las edades que sufren de autismo y otros trastornos, incluyendo a sus familias cercanas.

Esta ONG tiene a la innovación como inspiración principal de cada uno de sus programas: equinoterapia, ejercicio físico, apoyo conductual y social, investigación y absorción nutricional.

Invitada por Fundación San Nectario y la carrera de Terapia Ocupacional de la Universidad Autónoma de Chile en Santiago, su fundadora y presidenta ejecutiva Kimberly Rector, dictó una conferencia junto a su director y asesor científico Dr. William Toth.

“Hay mucha literatura científica en materia de alimentación saludable, pero toma tanto tiempo que esas conclusiones se traduzcan en una aplicación concreta que sirva a los niños autistas y sus familias”, señaló finalizado el encuentro realizado en el Auditorio del campus Providencia, al que asistieron estudiantes y académicos del área de la Salud y las Ciencias Sociales.

Uno de los grandes progresos alcanzados en Morning Glory Ranch es a juicio, haber desarrollado sus propios productos nutricionales. “Los conocimientos disponibles a partir de la ciencia de la expresión genética, nos han permitido crear suplementos alimenticios para ayudar las personas de una manera rápida, efectiva y eficiente”.

Tres son los grandes beneficios de ese tratamiento según el Dr. Toth. “La más importante, por el potencial que puede tener para deportistas por ejemplo, es poder activar los

mecanismos para regenerar de tejidos dañados. Además, permite al cuerpo humano producir sus propios nutrientes y mantener el equilibrio inflamatorio”.

En Chile, Fundación San Nectario recibe también a menores y adolescentes con autismo y disfacia en su centro de diagnóstico y su escuela. “El niño autista en general no está incorporado al sistema educacional”, sostuvo su directora, Afrodita Konorios.

Por eso, conocer la experiencia de Morning Glory Ranch le abre nuevas perspectivas de intervención.

“Tras el diagnóstico inicial apoyado por nuestro equipo de fonoaudiólogos, psicólogos, terapeutas ocupacionales y profesores especializados, recibimos a usuarios de entre 3 y 25 años, que reciben educación especial insertos en un proyecto educativo, siempre cumpliendo con los criterios del Ministerio de Educación”.

Las personas con ese tipo de trastornos ven afectadas su forma de interactuar con las personas, los objetos y el entorno, y asumen conductas muy particulares que son difíciles de reorientar. Por eso, desde la terapia ocupacional es posible desarrollar habilidades específicas.

Para el director de esa carrera en la Universidad Autónoma de Chile, “el tratamiento biológico genera cambios a nivel de funcionamiento del sistema nervioso central, lo que favorece conductas que pueden ser potenciadas para hacer que estos niños o jóvenes sean socialmente más adaptados y que interactúen de una forma más cercana a lo normal de lo que lo hacían anteriormente”.

Con todo, más allá del país o el contexto en que estén insertas las personas con autismo, las herramientas de intervención exigen de criterios biopsicosociales no solo entre los usuarios sino en su entorno más inmediato, aspecto transversal a las carreras de la Salud y las Ciencias Sociales en esta casa de estudios superiores.