En respuesta al programa infantil de “31 Minutos” reaparecido recientemente en TVN, circula por algunos medios de comunicación y redes sociales, que el fenómeno del Trastorno del Colapso de las Colmenas (CCD) es un problema surgido en las abejas en el año 950, en Irlanda.
Responsable de tal aseveración es Daniel Norero, de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad Católica, que interpreta pésimamente los antecedentes históricos sanitarios de las abejas, sin el conocimiento y capacidades para diagnosticar las patologías de las mismas, menos de hechos ocurridos hace miles de años atrás, y existiendo como único antecedente la frase “A. D. 950. In Ireland, a mortality in bees” (1).
La Organización Mundial de la Salud Animal (OIE) define al CCD como la rápida desaparición de la población de abejas adultas de una colonia, sin que se encuentren abejas muertas en la colmena y sus alrededores (2).
El primer caso de CCD dataría de 1868 cuando las abejas de las colmenas de los estados de Indiana, Kentucky y Tennessee, en USA, habrían “emigrado” por falta de polen, miel contaminada, o un verano inusualmente caluroso (3). Desde esa fecha, en EE UU y en otros países, el CCD se presentaba en forma esporádica, en poca extensión y bajo número de colmenas pero que, en el otoño-invierno_2006-2007, alcanzó grandes extensiones del territorio de EE UU afectando a unas 800.000 colmenas, cifra que resulta al relacionar los resultados de una encuesta entre apicultores americanos que señalaron pérdidas promedio del 35% con el inventario de 2,4 millones de colmenas de EE UU (4).
No se ha encontrado una etiología única y específica para el CCD, señalándose que es un problema multicausal las que actuarían sinérgicamente y, según la ubicación respecto de la colmena, las clasificaremos en causas internas (enfermedades prevalentes, oportunistas y emergentes, pérdida de la diversidad, contaminación de la cera) y externas (trashumancia, malos manejos sanitarios y de alimentación; pesticidas, probablemente cultivos transgénicos) (5–6).
Al listado de factores estresores externos sumémosle la pérdida de la flora melífera, los monocultivos y el cambio climático. La situación del CCD es preocupante para el bienestar de las abejas las cuales, y como lo indica la OIE, experimentan un debilitamiento y una mortalidad aparentemente inhabituales en las colonias de abejas de varios países desde 1997 (2).
Por eso es lamentable el aventurero diagnóstico de D. Norero sobre los inicios del CCD, más cuando, la defensa férrea que él hace de los cultivos transgénicos la sustenta con 31 trabajos científicos que demostrarían la inocuidad de estos cultivos para con las abejas. Sin embargo, estaremos atentos a los acontecimientos pues existen productos que llegan al mercado avalados por la ciencia pero después deben ser retirados por daño en el hombre y medio ambiente como el DDT; el 2,4,5-T uno de los dos componentes del agente naranja; y la talidomida, por ejemplo.
Referencias:
1. Fleming, G. [1871]. Animal Plagues: Their History, Natury and Prevention, pág. 53
2. Organización Mundial de la Salud Animal [2009]. Boletín Técnico Nº 4
3. Anonymous, [1869]. Report of the Commissioner of Agriculture for the year 1868. U. S. Government Printing Office, Washington, D. C. Pp. 272-281
4. Van Engelsdorp, D. y colaboradores. [2007]. American Bee Journal, July
5. Ellis, J. [2007]. University of Florida, Cooperative Extension Service
6. vanEngelsdorp D., y colaboradores [2009]. PLoS ONE 4(8): e6481. doi:10.1371/journal.pone.0006481
Juan Carlos Plaza González
Médico Veterinario y Apicultor. Los Ángeles, Chile.