Por Daniel Mediavilla, de EsMateria.com

Un equipo canadiense estudia por primera vez las posturas más recomendables para tener sexo cuando se sufre dolor lumbar.

Cuatro de cada cinco personas sufren dolor lumbar a lo largo de su vida. De ellos, el 84% de los hombres que lo sufren y el 73% de las mujeres afirman que reducen significativamente la frecuencia con que tienen sexo. Aunque la relación entre el dolor y las ganas de tener relaciones sexuales puede parecer evidente, hasta ahora no se había realizado ningún estudio biomecánico sobre cómo se mueve la columna durante el sexo para tratar de averiguar qué posturas y qué movimientos pueden ser mejores para evitar sufrir.

Esta semana, un equipo de investigadores de la Universidad de Waterloo, en Canadá, ha publicado los resultados del primer análisis de este tipo.

Empleando técnicas de captura del movimiento como las que se emplean para recrear la forma de moverse de los jugadores de fútbol en los videojuegos, los científicos siguieron a diez parejas para analizar el movimiento de la columna vertebral en cinco posiciones sexuales frecuentes.

Con la información recopilada, los autores del trabajo, que se publica en la revista Spine, quieren crear una guía con recomendaciones de posiciones y formas de empujar para evitar los movimientos con más posibilidades de provocar dolor en los pacientes.

Entre los hallazgos de los investigadores, ellos mismos destacan que la posición de la cuchara, en la que los dos miembros de la pareja permanecen tumbados sobre el costado y mirando en la misma dirección, no siempre es la mejor para quienes sufren dolor lumbar, pese a que muchas veces sea una recomendación médica general frente a estos problemas.

”Posiciones que son buenas para un tipo de dolor de espalda no lo son para otro”, afirma Natalie Sidorkewicz, una de las autoras del estudio. Este estudio se ha centrado sobre la postura y el movimiento del hombre y en los próximos meses se publicará otro centrado en la mujer.

En su atlas de movimientos para un sexo con menos dolor, el equipo canadiense recomienda que los hombres que toleran mal la flexión, es decir, que sufren más cuando tratan de tocarse los dedos de los pies o permanecen sentados durante mucho tiempo, sustituyan la posición de la cuchara por la de coito a tergo, vulgarmente conocida como posición del perro, en la que la mujer permanece de espaldas al hombre apoyada sobre brazos y piernas.

Como recomendación general, la clasificación de posiciones de más a menos recomendada comienza por la posición del perro con la mujer apoyada sobre los codos, en segundo lugar el misionero, con el hombre encima de la mujer apoyado sobre las manos, en tercero la posición del perro con la mujer apoyada sobre sus manos, en cuarta el misionero con el hombre apoyado sobre sus codos y en quinto la cuchara.

La brecha entre la teoría y la práctica

Pero esta es la teoría, puesta en práctica en un entorno de laboratorio, con condiciones controladas y analizando los movimientos de personas sanas. Como recuerda Francisco Kovacs, presidente de la Fundación Kovacs, especializada en el dolor de cuello y espalda, en la vida real, con personas con dolor, lejos del laboratorio, las cosas se vuelven mucho más complicadas.

“El dolor, cuando es crónico, no siempre es igual, y no es tan fácil clasificar en dolor por flexión o extensión, como se hace en el estudio. Además, en la vida real las cosas se mueven o te puedes resbalar en las sábanas”, explica Kovacs. Por eso, este especialista asegura que, más allá de atlas como el que recomiendan los investigadores canadienses, lo que se suele recomendar es algo que “puede parecer obvio” y consiste en “ponerse en la posición en la que el dolor sea menor”.

Kovacs considera que, como sucede con la higiene postural, que propone una serie de posiciones y movimientos para evitar el dolor de espalda en las actividades cotidianas, las recomendaciones respecto al sexo no son prácticas y, además, “pueden hacer que el paciente se angustie porque no está manteniendo la postura adecuada. Lo que se ve que ha tenido efectos beneficiosos es mantenerse físicamente activo, evitar el reposo y los movimientos que produzcan dolor y a partir de ahí tratar de disfrutar de la vida”, concluye. No obstante, reconoce que este tipo de estudios son interesantes para generar hipótesis que después se comprueben en la clínica.