Crear una institucionalidad para la cultura, las artes y el patrimonio no sólo es complejo… nunca dejará a todos contentos porque es imposible encasillar y normar actividades y temas tan diversos, cambiantes y dinámicos.

El Gobierno ha presentado una propuesta de ley para crear el Ministerio de la Cultura. Y esto tiene varios puntos positivos, como poner el tema en la palestra y la discusión, revisar los puntos fuertes y los débiles en estas materias en el país.

Presentar un proyecto de Ley en el peor momento

Lo malo es presentar este proyecto de ley en un año electoral cuando al gobierno le queda muy poco en el poder. Es decir, las posibilidades de una discusión seria y profunda son muy bajas, en especial cuando hay muchos indicadores que hacen pensar que el futuro gobierno no será de la coalición gobernante y los parlamentarios estarán en campaña. Y que se llegue a aprobar –en una versión por cierto que requiere muchas mejoras- son casi nulas, porque además el gobierno no trabajó en forma paralela en un proceso de construir y llegar a consensos con diversas fuerzas políticas para tener los apoyos necesarios previos a su ingreso en el Congreso. Es decir, lo más probable es que, como dicen algunos abogados y jueces, “se vuelva a fojas cero”.

Cómo se formuló esta propuesta de ley: un mal proceso

Se ha dicho muchas veces que este proyecto es el resultado de un gran proceso participativo, en el que se involucraron más de 500 personas. Lo concreto es que hubo un proceso consultivo, y que la formulación se hizo entre cuatro paredes del Palacio de La Moneda, ya que no fue en el CNCA, sin retroalimentación ni discusión, por ejemplo, con una institución tan importante como es el Consejo de Monumentos Nacionales (CMN), la entidad estatal más importante para el Patrimonio en Chile en la actualidad. En entrevista a biobiotv, Bernardo Jorquera, Secretario General de la ANEF y dirigente por 20 años de la ANFUDIBAM, reclamó por la casi nula participación de los funcionarios públicos de la DIBAM (Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos), del CMN y del CNCA en este proyecto. Y las instituciones también las hacen quienes trabajan en ellas.

Lo anterior no es superfluo, ya que la forma en que se crean las instituciones y organizaciones las marcan, las condicionan, y también manifiestan en general cómo serán.

Ministerio de Cultura: Un nombre excluyente

La propuesta de ley lo define como el Ministerio de Cultura, eliminando de nombre CNCA a las Artes y omitiendo al Patrimonio. Esto en el entendido que cultura abarcaría todo. Esto, sin embargo, deja afuera todo lo referido a Patrimonio Natural, que es parte del CMN, pero que no cabe dentro de lo “Cultural”. Y esto no es un detalle, si se piensa que el Patrimonio Natural de Chile es mucho y muy importante para su identidad y su desarrollo.

El argumento es que el Ministerio del Medio Ambiente se haría cargo del Patrimonio Natural. Doble problema: ese Ministerio apenas puede con el Medio Ambiente –y de hecho está muy cuestionado en esa labor- que difícilmente podrá pensar más allá de los Estudios de Impacto Ambiental, centrales termoeléctricas e hidroeléctricas y mantener la biodiversidad como para pensar además en el Medio Ambiente como factor fundamental en las identidades de comunidades. Y doble porque además establece un límite o fragmenta –en vez de unir, que es lo que pretende esta ley- lo que se entiende y considera Patrimonio.

En qué consiste la propuesta de Ministerio

En forma muy sintética, consiste en sumar al actual Consejo de la Cultura y las Artes (CNCA) a la Dibam, que actualmente está radicada en el Ministerio de Educación. Lo anterior parece razonable, ya que existe relativo consenso que la Dibam y el CMN no es bueno que estén en el Ministerio de Educación, que tiene muchos problemas y urgencias.

Un Consejo Nacional de la Cultura con mayoría del gobierno de turno

De esta forma queda el Ministerio de Cultura con un Consejo Nacional de la Cultura y el Patrimonio que aprueba las propuestas y los presupuestos del Ministerio, similar al que tiene actualmente el CNCA. Pero este Consejo, destinado a hacer más participativo y menos manipulable la cultura, está compuesto por:

- El Ministro de Cultura, que lo presidiría. (Del gobierno de turno)
- El Ministro de Educación o su representante. (Del gobierno de turno)
- El Ministro de Relaciones Exteriores o su representante. (Del gobierno de turno)
- Cuatro representantes del área de la cultura y el patrimonio, que serán “designadas por el Presidente de la República a propuesta de las organizaciones o entidades culturales del país” y “con acuerdo de 3/5 de los Senadores”. (En un sistema binominal, lo más probable es que sea 2 de gobierno y dos de oposición)
- Dos académicos designados por las instituciones de educación superior acreditadas.
- Un Premio Nacional del ámbito de las artes o la educación “elegido por quienes hayan recibido esa distinción”.
- El Director del Instituto de las Artes e Industrias Culturales y el Director del Patrimonio Cultural, con derecho a voz.

En otras palabras, un Consejo que fácilmente será manipulado por el gobierno de turno y que difícilmente podrá tener la diversidad que requeriría un Ministerio tan complejo. Por ejemplo, se requeriría expertos en música clásica y popular (con la diversidad y dinamismo que hay bajo esta “denominación”), en literatura, artes visuales, arquitectura patrimonial, arqueología, historia, teatro, danza, patrimonio intangible, cine, artesanías… y ya tenemos más de 10, pensando que con uno en cada área se pueda tener una mirada lo suficientemente completa y diversa.

Un Ministerio descentralizado con Consejos Regionales manipulables

El ministerio tendría un subsecretario y las Secretarías Regionales Ministeriales y los Consejos Regionales de la Cultura y el Patrimonio. Este punto permitiría darle más fuerza a todas las regiones y no sólo a la Metropolitana (aunque esto ya sucede con el CNCA). Vale destacar que los Consejos Regionales estarán integrados por el Seremi, cuatro personalidades regionales pero designadas por el Consejo Nacional de la Cultura y el Patrimonio (es decir, lo más probable es que se replique el 2 y 2, además de volver al centralismo); un destacado académico designado por el Intendente (es decir del gobierno de turno, sin entender qué tiene que ver el intendente); dos representantes de organizaciones culturales comunales de la región (no se especifica cómo se designan ni se entiende lo “comunal”); y los directores regionales del Instituto de Fomento de la Artes e Industrias Culturales y del Patrimonio Cultural (dos más del gobierno de turno).

El Ministerio tendría dos grandes áreas:

1- Artes e Industrias Culturales: dos rubros que no es bueno que estén tan juntas

El Instituto de Fomento de las Artes e Industrias Culturales, del cual forman parte el Consejo Nacional del Libro y la Lectura, el Consejo de Fomento de la Música Nacional y el Consejo del Arte y la Industria Audiovisual. Y administraría al Ballet Folclórico Nacional y la Orquesta de Cámara de Chile, entre otras atribuciones.

Lo peligroso de esta figura es dejar en una sola cabeza Arte, que es creación, libertad, con las Industrias Culturales, cuyo foco debiera ser el de toda industria: ganar dinero, lucrar. Y en esa ecuación, sin lugar a dudas el más fuerte son las Industrias Culturales, cuando lo que se espera es que el Estado apoye y fomente la creación, la experimentación, las vanguardias, lo que resulta más difícil para el mundo privado (en especial con un empresariado tan conservador en el ámbito de la cultura).

En otras palabras, esta estructura no facilita tener un Estado desarrollado en materia de fomento de las Artes, capaz de poner al país a la altura verdaderos países desarrollados, con vanguardias y una creación sólida y dinámica.

2- El Patrimonio Cultural

Por otro lado, se crearía la Dirección del Patrimonio Cultural

Este sería un servicio descentralizado, lo que constituye posiblemente su principal virtud, ya que ha sido un anhelo del CMN que nunca logró realmente.

La Dirección Nacional de Patrimonio Cultural estaría integrada por cuatro servicios:

La Secretaría Ejecutiva de Monumentos Nacionales
El Sistema Nacional de Archivos
El Sistema Nacional de Bibliotecas Públicas
El Sistema Nacional de Museos

El Director Nacional, designado mediante el sistema de alta dirección pública presidiría el Consejo de Monumentos Nacionales.

Secretaría Ejecutiva de Monumentos Nacionales: ¿a eso se reduce el Patrimonio?

Una de las críticas a la actual institucionalidad y al CMN, en particular, es que no responde a lo que hoy se entiende por Patrimonio Cultural, reduciéndolo a Monumentos Nacionales y a Zonas Típicas, sin abarcar el Patrimonio Intangible ni los Paisajes Culturales, por ejemplo.

En este sentido, esta Secretaría sería un retroceso al mantenerse enmarcada en la ley 17.288 de 1970.

Pero además presenta un agravante: hoy el CMN se relaciona directamente con el Ministro (de Educación en este caso), pero ahora tendría que hacerlo a través de la Secretaría Ejecutiva de Monumentos Nacionales con la Dirección del Patrimonio Cultural el que debería comunicarse con la o el Subsecretario para recién a través de él llegar al Ministro(a).

Patrimonio Intangible queda invisible

En la propuesta de Ley no está considerado, salvo en menciones generales. >Lo que se propondría es crear después un órgano especial para que se encargue de él. Pero ello sólo se haría disgregando más el concepto y la gestión del patrimonio. ¿Vamos a seguir separando el Patrimonio Tangible del Intangible? ¿Por ejemplo la arquitectura de lo que sucede en ella?

¿Y dónde queda el CMN?

La Secretaría Ejecutiva de Monumentos Nacionales asesoraría “al Consejo de Monumentos Nacionales en todo aquello que dicho organismo le requiera y ejecutar las decisiones que éste adopte”. El punto es dónde se inserta el CMN y qué modificaciones tendrá…

El CMN es una de las organizaciones del Estado más diversas y participativas –aunque todavía sea insuficiente al no tener a las comunidades fuertemente vinculadas a su patrimonio representadas-, con una gran trayectoria, desarrollo –al menos en los últimos 20 años- y experiencia. No es algo para desechar o considerar de forma tan vaga.

Por otro lado, se han escuchado no pocos rumores sobre lo poco grato que resulta para algunos políticos y funcionarios públicos tener una institución con tantos consejeros, muchos de los cuales no se “cuadran” con intereses de gobierno…

¿Las Bibliotecas Públicas son sólo Patrimonio Cultural?

Las Bibliotecas son Patrimonio Cultural pues conservan y difunden textos antiguos, en buena medida son la memoria escrita e impresa. Pero también son creación y actualidad, ya que reciben lo que se está escribiendo –creando, pensando y sintiendo- hoy, en formato de libros, revistas, periódicos, diarios y otros.

Reducir a las Bibliotecas Públicas a Patrimonio Cultural es reducirlas, matarlas, ya que hace mucho tiempo las bibliotecas hacen exposiciones, dan obras de teatro, conciertos, hacen lecturas de poesía, proyectan cine… todo ello para hacerlas más dinámicas, más vivas, para conectarlas con lo actual, para acercar a jóvenes y niños. Son en buena medida o tienden a ser verdaderos centros culturales, ya que reducidas se aíslan y se marginan.

Lo anterior también es válido para los Archivos y para Museos (no en vano a fines del sXIX ya se planteo la necesidad de tener museos que incorporaran importantes espacios para exposiciones transitorias y para venta de de recuerdos, libros, cafetería, etc.

Además esta propuesta disgrega una institución que en los últimos 10 o 15 años ha tenido un desarrollo que ha sido reconocido y alabado ampliamente, que se ha consolidado y no se entienden las razones para intervenirla. ¿Por qué la DIBAM no es una tercera “pata” en el Ministerio?

Y eso es todo…

La propuesta de creación del Ministerio de la Cultura no aborda la dispersión de las Artes y las Industrias Culturales, como por ejemplo la Comisión Antúnez, pero en particular no lo hace con la increíble fragmentación de organismos del Estado que abordan el Patrimonio. Sólo enuncia que debe coordinar, pero no menciona quién ni cómo. Y con Patrimonio tienen relación el Ministerio de Educación, de Obras Públicas, de Vivienda y Urbanismo, de Agricultura, de Relaciones Exteriores, de Salud, de Bienes Nacionales, de Defensa… Es decir, es una labor urgente pero que requiere poder.

En definitiva, lo más significativo de la ley es agregar la Dibam al CNCA y darle una presencia a lo largo de todo el país a la institución vinculada al Patrimonio. Lo demás son vacíos y omisiones. Suficiente para esperar una nueva propuesta.