Utilizando el telescopio VLT (Very Large Telescope) del Observatorio Europeo Austral (ESO, por sus siglas en inglés), un equipo internacional de astrónomos descubrió que la mayor parte de las estrellas masivas muy brillantes, las cuales provocan la evolución de las galaxias, no viven solas.

Los astrónomos estudiaron unas estrellas conocidas como “de tipo O”, que tienen temperaturas muy altas, mucha masa y un gran brillo; y parejas de estrellas (binarias), situadas en seis cúmulos cercanos de estrellas jóvenes en la Vía Láctea.

Tras analizar en profundidad la luz proveniente de esos astros, descubrieron que al menos tres de cada cuatro de estas estrellas, tienen una estrella compañera cercana, muchas más de las que en un principio se creía.

Asimismo, muchos de esos pares también están interactuando, generando capítulos de inestabilidad, tales como transferencia de masa de una estrella a la otra, e incluso se cree que alrededor de un tercio de ellas acabarán fundiéndose, formando una sola estrella.

“La vida de una estrella se ve profundamente influenciada por el hecho de tener a otra estrella cerca”, afirma Selma de Mink, del Instituto de Ciencias del Telescopio Espacial (Space Telescope Science Institute), EE.UU., y una de las investigadoras del estudio.

“Si dos estrellas orbitan muy cerca la una de la otra, pueden llegar a fundirse. Pero incluso si esto no ocurre, es común que una de las estrellas atraiga material de la superficie de su compañera”, añade.

Los astrónomos consideran que para comprender la magnitud de estos efectos, y cuánto puede cambiar esta nueva perspectiva la visión de la evolución de las galaxias, serán necesarios más estudios al respecto.

Los resultados de esta investigación se publicaron en la revista Science.