Una junta militar tomó el jueves el poder en Bamako, alegando la necesidad de combatir con eficacia la rebelión tuareg en el norte del país, lo que provocó una firme condena del Consejo de Seguridad que pidió el “restablecimiento del orden constitucional”.
En una declaración leída por el embajador británico en el Consejo de Seguridad de la ONU, Mark Lyall Grant, los 15 países miembro “condenan firmemente” el golpe en Malí y piden el “restablecimiento inmediato del orden constitucional y del gobierno democráticamente electo”
El Consejo de Seguridad pidió además a los militares amotinados que “garanticen la seguridad del presidente Amadou Toumani Touré y vuelvan a sus cuarteles”.
El presidente derrocado, Amadou Toumani Touré, se encuentra en una base militar de Bamako, afirmó a la AFP una fuente militar leal al mandatario, lo que confirmó su entorno, junto a militares de élite de su guardia presidencial. Todos rechazaron los rumores según los cuales estaría refugiado en una embajada extranjera o en camino hacia un país vecino.
El golpe en este país de África del oeste, que debía celebrar elecciones presidenciales el 29 de abril a pesar de una rebelión tuareg comenzada en enero, fue recibido con numerosas condenas internacionales.
El jueves hacia las 01:00 hora local militares en uniforme aparecieron en la televisión nacional cuyo edificio ocupaban desde el miércoles poco después de comenzar un motín en Kita, ciudad guarnición a 15 km de la capital, que se extendió a Bamako y luego a Koulouba, donde se encuentra el palacio presidencial.
La revuelta llegó hasta Gao (noreste), sede de un cuartel general del ejército que combate a la rebelión. Los jefes militares leales fueron detenidos.
La junta militar afirmó el jueves haber puesto fin al “régimen incompetente” instalado en Bamako y anunció la disolución de “todas las instituciones”, la suspensión de “la Constitución” y un toque de queda.
El aeropuerto de Bamako fue cerrado y los vuelos anulados hasta nueva orden, según una fuente aeroportuaria.
Este golpe se produce a un poco más de dos meses de comenzada una guerra contra los rebeldes tuareg del norte de Malí, amplia zona en donde operan grupos islamistas y traficantes, que provocó el desplazamiento de 206.000 personas en el país y en los Estado vecinos, según la ONU.
El régimen de Touré tuvo que hacer frente las últimas semanas al malestar en el frente, con soldados subequipados frente a adversarios fuertemente armados, respaldados por islamistas, pero también a los allegados de las tropas desplegadas en el norte, que criticaban la falta de firmeza del gobierno frente a los rebeldes.
El teniente Amadou Konaré, portavoz de los golpistas, denunció la “incapacidad” del gobierno para resolver “la crisis en el norte de nuestro país”. Los golpistas, que formaron el Comité Nacional para la Recuperación de la Democracia y la Restauración del Estado (CNRDRE), se comprometen a “restaurar el poder” civil y a formar un gobierno de unión nacional.
Durante el golpe, al menos una persona murió y 40 resultaron heridas, “de las cuales 3 a 4 civiles”, la mayoría alcanzadas por “balas perdidas”, según la Cruz Roja.
Varias personas también fueron detenidas, incluidas miembros del gobierno de Touré y jefes militares leales en Gao, según fuentes concordantes.
El jueves por la noche la junta golpista parecía tener dificultades para controlar a sus seguidores que saquearon el edificio de la radiotelevisión.
El golpe militar puso fin a un proceso electoral que preveía una elección presidencial, un referendo constitucional y legislativas. Toumani Touré -elegido en 2000 y reelegido en 2007- debía ceder su cargo, conforme a la Constitución que le autoriza un máximo de dos mandatos consecutivos de cinco años.
El golpe generó una ola de condenas, en particular desde el extranjero, y llamados a que se restablezca el orden constitucional.
Además del Consejo de Seguridad, la Comunidad Económica de Estados de África del Oeste (CEDEAO), la Unión Africana, Francia, Argelia, Estados Unidos, la Unión Europea, la ONU y la Organización Internacional de la Francofonía (OIF), la Unión Africana (UA), Sudáfrica, Nigeria, la Organización de la Conferencia Islámica (OCI), entre otros, reaccionaron con energía.
Estados Unidos urgió a la “inmediata restauración” del orden constitucional en Malí y condenó “enérgicamente la violencia iniciada por elementos de las fuerzas armadas”.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, condenó “firmemente la rebelión” y llamó “a la restauración inmediata del orden constitucional”, indicó su portavoz.
Francia anunció el jueves la suspensión de su cooperación con el gobierno de Malí tras el golpe de Estado y pidió “el restablecimiento del orden constitucional”.
La Unión Europea (UE) también condenó este jueves el golpe de Estado en Malí y pidió que se restablezca el orden “constitucional”.