La ONU y la UE dan muestras de una “timidez” excesiva y a veces de “cobardía” frente a los gobiernos que violan los derechos humanos, denunció el lunes Human Rights Watch (HRW) en su informe anual.
La organización, basada en Nueva York, deplora el “fracaso de los países supuestamente campeones” de estos derechos a la hora de influir en la política de Estados represivos, escribe su director general, Kenneth Roth, en la introducción del documento sobre 2010.
En opinión de Roth, el fallo fundamental del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, y de “muchos países miembros” de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU es anteponer el “diálogo y la cooperación” a todo tipo de presión pública.
Ban “sobrestima su capacidad de persuasión mediante contactos personales con gente como el presidente sudanés, Omar al Bashir, el jefe de la junta militar birmana, Than Shwe, y el presidente de Sri Lanka, Mahinda Rajapaksa”, agrega el informe.
Por su parte, la Unión Europea (UE) “parece haber adherido” a esta política, como lo demuestra el hecho de que su jefa de la diplomacia, Catherine Ashton, “exprese de forma repetida su preferencia por una ‘diplomacia tranquila’, independientemente de las circunstancias”.
Por este motivo, Roth eligió presentar el lunes su informe en Bruselas.
El director general reprocha sobre todo a la UE la política “servil” de los 27 con Uzbekistán –cuyo presidente, Islam Karimov, era esperado el lunes en la capital belga para entrevistarse con el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso–, y de Turkmenistán.
En Europa, Alemania, Francia y Gran Bretaña son juzgados complacientes con China y su política de derechos humanos.
Pero estos no son los únicos en hacer la vista gorda sobre Pekín, denuncia HRW: “Hay una cobardía casi universal frente al deterioro de las libertades civiles en China”.
Roth arremete además contra “las grandes democracias del Sur, como Brasil, Sudáfrica e India”, que también “privilegiaron acciones discretas” frente a los gobiernos de conducta reprensible.