Una llamada telefónica de parte de la espía Anna Chapman, a su padre en Moscú, el mes pasado convenció a las autoridades de Estados Unidos de acelerar los arrestos de ella y otras nueve personas bajo cargos de espionaje para Rusia, informó este domingo el diario Washington Post.

El diario cita fuentes en los servicios de inteligencia y seguridad, para afirmar que la llamada del 26 de junio a Moscú fue aparentemente monitoreada por Estados Unidos.

En una operación llevada a cabo en Viena, Washington entregó los 10 espías a Rusia a cambio de cuatro personas acusadas por Moscú de trabajar para servicios de inteligencia occidentales.

Funcionarios de Estados Unidos insistieron que la red de espionaje jamás logró pasar información clasificada a Rusia pese a trabajar en Estados Unidos por más de una década.

De acuerdo al Post, las autoridades de Estados Unidos comenzaron a planear los arrestos de cuatro parejas a mediados de junio, las cuales llevaban años bajo la vigilancia del FBI, además de Chapman, 28 años, y otro espía, Mijail Semenov, que había llegado al país hace unos meses.

El FBI intentó hacer que Chapman y Semenov se invlucraran en actos que le permitiera acusarlos de cargos más graves que el de mantener comunicaciones secretas con funcionarios rusos.

El padre de Chapman, un veterano del servicio secreto soviético KGB, trabaja en el ministerio de Asuntos Exteriores en Moscú.

El FBI actuó ya que temió que el actual servicio de inteligencia ruso el SVR, actuara alertado por la llamada de Chapman.