El ataque de un comando armado a una clínica de rehabilitación de adictos en Chihuahua dejó 19 muertos, en un nuevo episodio de la cruenta disputa que bandas ligadas al narcotráfico mantienen en ese estado mexicano fronterizo con Estados Unidos.

Unos 30 sicarios irrumpieron la noche del jueves al viernes en la clínica “Templo Cristiano Fe y Vida”, y durante 10 interminables minutos dispararon cientos de proyectiles de grueso calibre sobre enfermos y personal del centro de ayuda, informaron agentes policiales y testigos.

Los atacantes, que se movilizaban en seis grandes vehículos todo terreno, irrumpieron en el centro, subieron disparando hasta el segundo piso y allí se ensañaron con 14 pacientes y trabajadores sociales, relató uno de los agentes policiales. Al retirarse, sin dejar de disparar, mataron a otras cinco personas

“Al momento están confirmados 19 muertos, del ataque que fue el jueves casi a la medianoche”, dijo a la AFP un agente de la policía federal, que reportó además cuatro heridos graves en el ataque en esta urbe de unos 750.000 habitantes.

En el momento en el que se confirmaba el ataque a los adcitos en recuperación en Chihuahua, en el estado de Tamaulipas, también frontera con Estados Unidos, se reportó el hallazgo de 20 cadáveres tras el ingreso de un comando armado en la ciudad de Madero.

La Colonia Villa Nueva, donde se encuentra la clínica de rehabilitación, pasó la noche en vela luego del violento ataque, en realidad el tercero de este tipo registrado en un año en el estado de Chihuahua, del cual la ciudad homónima es capital.

Apenas concluido el feroz ataque, y tras un corto silencio, un centenar de patrullas policiales y militares comenzaron a llegar al sitio, seguidas por los servicios de socorro, que en la mayoría de los casos sólo pudieron limitarse a comprobar los fallecimientos.

Casi 23.000 personas han muerto en México desde diciembre de 2006 a causa de la guerra entre cárteles del narcotráfico, la mayoría de ellos en Chihuahua, estado que es escenario de una violenta disputa entre bandas de pistoleros al servicio de los rivales cárteles de Sinaloa y Juárez.

En septiembre de 2009 una banda de pistoleros fusiló a 18 pacientes en una clínica de la convulsionada Ciudad Juárez, y dos semanas después fueron acribillados de la misma manera 10 más en otro centro de rehabilitación para adictos.

El presidente Felipe Calderón condenó “enérgicamente” el asesinato en un comunicado emitido desde Johanesburgo, en donde asistió al juego inaugural del Mundial de fútbol 2010 que enfrentaba a México con Sudáfrica.

“Son actos indignantes que refuerzan la convicción de la necesidad de combatir con toda la fuerza de la ley a grupos criminales que realizan semejantes actos de barbarie”, señaló Calderón en un comunicado difundido mientras saludaba a los jugadores del equipo tricolor azteca.

La confrontación entre los cárteles del narcotráfico se ha trasladado a los centros de adicción, los cuales, según versiones que maneja la policía, son utilizados por vendedores de droga para ocultarse de rivales o de las autoridades.

Los agresores, que huyeron sin que hasta ahora se conozca su paradero, dejaron un mensaje amenazante, informaron de su lado varios medios de prensa.

Según las primeras versiones, en el “Templo Cristiano Fe y Vida” están internados integrantes de la pandilla de “Los Mexicles”, vinculados al cártel de Sinaloa, que mantienen una guerra con la banda de “Los Aztecas”, relacionados al cártel de Juárez, dijo el agente de la policía federal consultado por la AFP.

La semana pasada se registraron también dos riñas en penales de Chihuahua en donde murieron un total de cinco reos, víctimas de enfrentamientos entre estas dos pandillas.

Desde 2006 el gobierno de Calderón ha desplegado a más de 50.000 militares, de los cuales unos 8.000 en Chihuahua, para enfrentar a los cárteles.