Cuando los gritos de las mujeres que dan a luz en el hospital general de Puerto Príncipe disminuyen, llantos más discretos comienzan a escucharse: son los bebés recién nacidos que escaparon del violento sismo que el 12 de enero golpeó a Haití.
Acostadas sobre colchones instalados sobre el pedregullo, las mujeres deben hacer frente al calor agobiante de las tiendas de campaña montadas en el patio del hospital.
Algunas tienen miembros amputados, y otras, fracturas de la pelvis. En Haití, la felicidad de dar a luz debe esperar. Y en algunos casos, para siempre.
“Las mujeres dan a luz luego de haber sido sacadas de entre los escombros, con sus brazos o piernas amputadas, algunas con heridas profundas”, explica a la AFP el doctor Jean Herby Lafrance, un médico haitiano que estudió en Cuba y llegó a la isla hace una semana junto a un equipo de médicos cubanos.
Antes del sismo que dejó al menos 150.000 muertos, el país más pobre de América ya tenía la tasa de mortalidad maternal más alta de la región, con 670 muertes cada 100.000 nacimientos.
El 15% de los nacimientos están acompañados de hemorragias u otras complicaciones, según el Fondo de Naciones Unidas para la población (UNFPA). El organismo estimó que 63.000 mujeres embarazadas fueron afectadas por el sismo.
En el hospital, los médicos, las enfermeras y las madres trabajan a la par. Algunos padres balancean a sus nuevos hijos en sus brazos y algunas mujeres amamantan. Pero la mayoría de los rostros no expresan nada, debatidos entre el pavor frente a la magnitud de los desastres y la felicidad de estar entre los sobrevivientes. Pese a esto, algunos logran soltar una sonrisa.
Este día, Lafrance ayudó a traer al mundo a 20 bebés, de los cuales cinco fueron por cesárea y dos fueron prematuros, a causa del estrés provocado por el sismo.
“Atendimos casos de abortos involuntarios, algunos de tres o cuatro meses de embarazo”, se lamenta el médico de 33 años y padre de dos niños que quedaron en Cuba.
“Tenemos problemas con el material, en particular para las cesáreas”, dice. “La situación es muy crítica para las operaciones, no tenemos el material, pero igual operamos. Es muy difícil”, añadió.
Según el médico, cuando él llegó al hospital no había obstétra. Desde entonces, los voluntarios comenzaron a llegar de todas partes del planeta y ahora hay suficientes médicos. Pero en todo el resto hay carencias.
“No tenemos nada para preparar a las mujeres, no tenemos compresas, y hay veces que tampoco tenemos anestésicos y las mesas de operaciones están incompletas. Necesitamos material”, insiste el médico.
Por otro lado, algunas mujeres no logran llegar al hospital y dan a luz sin ayuda en algunos de los campamentos improvisados que desde el sismo han proliferado en la capital.
La UNFPA intenta brindarles materiales de higiene para que puedan parir en mejores condiciones.
“Se prevé que aproximadamente 7.000 mujeres den a luz en las zonas afectadas por el sismo durante el mes que viene, y deberían haber 1.000 abortos involuntarios”, dijo a la AFP Jemilah Mahmood, responsable de la UNFPA.