La voz política y feminista de Violeta Parra, una leyenda de la música chilena que se suicidó en 1967 de un tiro en la cabeza, resuena este fin de semana en el festival de Sundance, donde una ambiciosa película retrata su vida, sus amores y sus fracasos.

Dirigida por Andrés Wood, “Violeta se fue a los cielos” está en competencia en la sección de ficción internacional de la 28 edición del festival de cine independiente, que tiene lugar en la estación de montaña de Park City en Utah (noroeste de Estados Unidos) hasta el 29 de enero.

El cineasta chileno, autor también de “Machuca” -presentada en el festival de Cannes en 2004- y de “La buena vida”, vuelve a Sundance diez años después de haber estrenado allí “La fiebre del loco”.

Ícono de la música chilena, Violeta Parra tuvo una vida agitada y novelesca a la que el filme da un vistazo.

Adaptada de una biografía escrita por Ángel, uno de los hijos de la artista, “la película trae a una Violeta un poco renovada”, dijo a AFP Andrés Wood.

Existe “un cliché de música folclórica para referirse a ella”, continuó, pero “ella era una mujer muy moderna y la nueva generacion la ve así: muy moderna, muy irreverente, muy fuerte, muy clara en lo que quiere, muy luchadora y a la vez con mucho sentido del humor”.

La película, cuyo relato tiene sobresaltos aunque gran fluidez, se concentra en los años creadores de la artista nacida en 1917, de sus viajes por Chile a principios de los años ’50 para grabar el repertorio folclórico de su país, de su período parisino y de su historia de amor apasionado con el antropólogo y músico suizo Gilbert Favré.

Comunista, indígena por parte de su madre, amiga del poeta Pablo Neruda y de “una elocuencia maravillosa”, la cantautora fue una personalidad controvertida y repudiada por los conservadores durante la dictadura de Augusto Pinochet.

“Violeta tuvo muchas amistades en la burguesía o la clase social más alta, pero tuvo muchos choques también y, de alguna manera, todavía hay un sector muy anticomunista en Chile, que no la conoce y que no quiere ni conocerla”, dice el cineasta.

Pero su canción “Gracias a la vida”, interpretada entre otros por Mercedes Sosa, Elis Regina o Joan Baez, se ha convertido prácticamente en un himno latinoamericano.

La actriz Francisca Gavilán consigue cumplir el desafío de interpretar a la cantante, expresando estupendamente su mezcla de fragilidad y candidez, pero a la vez de brutalidad y agresividad que caracterizaba a esta personalidad en carne viva y finalmente trágica.

“Ella quería ser querida por todos y quería ser entendida por todos y que todos se preocuparan tanto por lo que ella se preocupaba”, dijo Andrés Wood. “Nunca la dejé de querer haciendo la película, aunque no quisiera ser su pareja”.

Para el cineasta, Violeta Parra no ha perdido vigencia: “Tiene una voz política totalmente actual, una voz de mujer totalmente actual”, dijo. Durante las manifestaciones estudiantiles que sacudieron el país el año pasado, “Violeta fue un ícono”.

“Las canciones políticas de Violeta hablan de puros conflictos de hoy día”, agregó.

“Pero lo más importante, para mí, es que busca mirarse a sí misma. Busca la fuente (de inspiración) en sus raíces, en su gente, en su tierra, en su cara”, afirmó el director.

“Allí está la fuente del saber, de la creación. Y hoy día, en un mundo tan globalizado en el que estamos siempre buscando afuera los estímulos, para mí es una clave”.