Una de las cuidadoras que serán formalizadas por la muerte de Lissette Villa en un centro del Sename, contó su versión de los hechos que terminaron con la vida de la niña de 11 años y cuyo caso agudizó la crisis del organismo a cargo de velar por la infancia.

En diálogo con revista Sábado de El Mercurio, Conne Fritz, de 32 años, reconoció que desde un inicio cuestionó que se le permitiera trabajar en el Centro Galvarino del Sename, ubicado en Estación Central, pues no tenía estudios relacionados. Solo le pedían cuarto medio y “pasar las pruebas”.

Contó que nunca supo de protocolos, pero al conocer la dura realidad de los menores internos sintió que los quería y podía ayudar.

Así conoció a Lissette Villa, una niña separada de su familia por maltratos y que creció en hogares donde, según relata Conne, sufría graves crisis emocionales, difíciles de controlar, e incluso, se golpeaba y amenazaba con quitarse la vida.

Aquel 11 de abril de 2016, Conne dice que encontró a Lissette en plena crisis y junto a otra cuidadora, Thiare Oyarce, intentaron calmarla. Según la versión de ambas, en un momento la niña se llevó las manos a la boca , estando contra el suelo, hizo presión hacia abajo y se desvaneció. Minutos después la pequeña moriría.

Su relato contrasta con el testimonio de menores que dijeron ver a las cuidadoras “montadas” sobre la niña y cubriéndole su rostro con frazadas. El informe del Servicio Médico Legal estableció como causa de muerte una “asfixia por sofocación producto de compresión mecánica externa”.

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Conne agrega a su historia que, al ver a la niña desvanecida, con “su cara y labios morados”, intentó aplicarle primeros auxilios. Más tarde le preguntarían por qué le dio respiración boca a boca. “No te puedes quedar mirando y no hacer nada”, respondió.

“No se tendría que haber muerto si yo estaba ahí”

Tras el hecho, Thiare y Conne se encerraron junto a sus familias, temerosas de ir a la cárcel. Cuentan que aún sufren crisis de angustia e incluso han soñado con Lissette. Ambas serán formalizadas el 25 de enero, junto a otros tres funcionarios, por tormentos y apremios ilegítimos en el trato hacia la pequeña.

Uno puede querer mucho a los chiquillos, pero no por eso deberías trabajar ahí. No por quererlos estás capacitado“, dijo Conne a revista Sábado.

Consultada sobre por qué aceptó el trabajo, señala que “nunca va a haber personas más calificadas. Siempre van a tener personas como yo. No es la idea. Pero entre que esté una persona como yo, que los quiere, y otra que esté por las lucas, mejor que esté una persona que los quiere”.

“Hasta ahora siento que no hicimos todo lo que tendríamos que haber hecho. Siento que no le cumplí. Porque tendría que haberla salvado. No se tendría que haber muerto si yo estaba ahí“, lamentó Conne Fritz.