El director de “El avaro” de Molière, Andrés Céspedes, está buscando una puesta en escena lúdica y cercana a Chile, de acuerdo a la traducción y versión contemporánea de Benjamín Galemiri.

La obra, en pleno ensayo, la protagoniza Patricio Contreras, junto a un elenco en que figuran actores como Mario Bustos, Sebastián Layseca, Berta Lasala y Cristián Chaparro.

Lo “vertiginoso”, la “actualización de la obra” para que “retrate al Chile actual, con todo lo que eso puede significar” son rasgos con que el destacado director Andrés Céspedes perfila la puesta en escena de “El avaro”, de Molière, obra que está ensayando en la sala “Antonio Varas”, sede del Teatro Nacional Chileno (TNCH).

Este clásico del teatro universal, cuyo estreno está fijado para el 22 de Junio, día del ANIVERSARIO/75 del TNCH, tendrá otra doble característica desafiante y llamativa. Tanto la traducción como la versión que verá el público pertenecen al dramaturgo chileno Benjamín Galemiri.

Breve reseña

“Junto con una puesta bien barroca en el lenguaje, lúdica, musical, con canciones y pasos coreográficos, también habrá una suerte de distanciamiento en la construcción de los personajes y las situaciones.

Además, la obra opina sobre sí misma, una búsqueda en relación a desde dónde surge este avaro. La obra de Molière es muy actual, lo que se acentúa con la traducción e intervención del texto por parte de Galemiri”, subraya Andrés Céspedes.

¿Quién es y qué implica ser avaro hoy?

“Avaro es quien atesora dinero, una persona enamorada del dinero. Es lo que se ve hoy. Hay gente con mucho dinero… ¡ para qué quieren más ! También equivale a una tacañería, a no querer gastar. Pareciera que en nuestro país lo único que interesa es acumular riqueza y no distribuir. Chile es uno de los países con peor distribución de la riqueza per cápita. Hay una gran desigualdad, de esto también habla la obra… si sigue esta desigualdad lo único que faltará es una nueva revolución”.

Los grandes capitalistas acumulan para tener más control político y social… “Creo que eso es un resultado: lo que les interesa es acumular dinero, tener más y este tener más pasa por tener poder. Poder es dinero, dinero es poder. Hay una relación perversa entre ambas cosas. En la sociedad chilena vales en la medida en que tienes. Eso también está en la perspectiva del avaro”.

¿Se relaciona dinero y sexo en la versión de Galemiri?

“La obra tiene un subtema: el amor. La normalidad se modifica, porque a Harpagón, el protagonista y avaro, se le pierde el dinero. Hay mucha gente enamorada y él quiere sacar partido en el amor y en el dinero. En la sociedad actual hay una diferencia entre el amor y el sexo y ambas cosas están cruzadas”.

¿Cómo se manifiesta este cruce en la obra?

“Está explícito. Los personajes hablan de sus historias sexuales, de si el amor es el sexo o a partir del sexo, de quién me enamoro, dónde encuentro el amor. Hay una lucha por el amor, pero tal vez es sólo por poseer al otro u otra. Harpagón busca amistades a través del dinero, trata de congraciarse, que lo quieran porque tiene recursos… pese a que siempre está ocultando que es rico. Harpagón siempre querrá que la gente lo considere un hombre pobre. En este ámbito, el sexo funciona como moneda de intercambio, ya que hay una suerte de confusión entre la importancia del sexo en una relación amorosa”.

Miradas contemporáneas

¿Cómo se concilian un clásico universal versus una versión contemporánea?

“El avaro’ que dirijo es una obra para adultos y jóvenes, y los estudiantes que vean la obra no verán nada que no hayan visto en la TV o en internet. Ciertos adultos se sorprenderían de cómo es la vida sexual y amorosa de los jóvenes en nuestros días. Tal vez nos quedamos cortos, en este sentido. Pienso que lo sexual en la obra está puesto para ver el desmoronamiento de los valores del país, de lo importante del amor como valor real, no como moneda de intercambio para conseguir poder y dinero”.

“Esta obra es contemporánea, tiene la misma intriga que propuso Molière y ciertas licencias dramatúrgicas de Galemiri. Los personajes están más profundizados, se le buscan otros resortes. En sus monólogos comentan las actitudes de Harpagón. También tiene cosas de la historia de Chile entre medio. Es una comedia con humor negro, una tragicomedia. Nos reímos, porque provoca escozor. El humor negro tiene algo de agresivo y corrosivo”.

¿Coincides con quienes piensan que la crítica a la corrupción en Chile proviene de una ética religiosa que no corresponde en una sociedad laica?

“Creo que las denuncias tienen que ver con lo que es correcto o incorrecto. En Chile no estamos acostumbrados a mostrar nuestro desagrado o molestia respecto de cómo se conduce el país. Hoy, con las comunicaciones actuales, todos podemos comentar sobre lo que está sucediendo. Vivimos mucho tiempo sin poder opinar… Además, la gente en actividades públicas está sujeta al escrutinio público y tiene que responder por sus actuaciones. También tiene que ver con que la educación cívica ni siquiera se enseña en los colegios.

“En Chile se vive en un eufemismo: que todos cometemos errores. Pero no: uno se da cuenta de los errores después de cometerlos. Y se podría intentar corregir las cosas. Pero todo lo que se ha denunciado como corrupción no son errores: son actividades dolosas que se cometieron y se cometen a proposito. Entonces, tienen que atenerse a las consecuencias”.