Este viernes Nintendo sacó a la venta su nueva consola, la Switch, un lanzamiento clave para la firma con el fin de revertir unas ventas a la baja y competir con la PlayStation 4 de Sony.

La Nintendo Switch, que permite jugar tanto en casa como por la calle, refuerza la posición del fabricante de Super Mario en la industria de videojuegos portátiles, tras el éxito que registró Pokémon Go el pasado verano.

Es así como diversos reporteros han comenzado a compartir sus impresiones sobre las novedades que incluye esta consola, tanto a nivel estético como gráfico.

Drew Angerer / GETTY IMAGES NORTH AMERICA / AFP
Drew Angerer / GETTY IMAGES NORTH AMERICA / AFP

Sin embargo, un detalle en particular ha llamado la atención por lo curioso que ha resultado. Tal como recoge el sitio especializado en videojuegos Polygon, los cartuchos tienen un amargo y desagradable sabor. Si, tal como lo lees.

Este hecho fue dado a conocer por Jeff Gerstmann (aún no nos explicamos cómo fue que se dio cuenta), co-fundador del sitio de reviews de juegos Giant Bomb, quien tuiteó:

“Puse el cartucho de la Nintendo Switch en mi boca y no estoy seguro qué fue lo que hizo esa cosa, pero aún puedo sentir el sabor. No lo intenten en sus casas”, escribió.

Pero no se trata de una simple casualidad, ya que según indicó un representante de Nintendo a Polygon, estos han sido cubiertos con un “agente amargo” para evitar que los usuarios se los metan a la boca.

“Para evitar la posibilidad de una ingesta accidental y mantener los cartuchos lejos de infantes. Un agente amargante (Benzoato de Denatonio) ha sido aplicado al cartucho. Este agente amargante no es tóxico”, expresó el representante de la compañía.

¿Y qué es el benzoato de denatonio?

De acuerdo a una publicación del medio español 20 Minutos, se trata de la sustancia química más amarga que se conoce, e incluso así lo estableció el libro Guiness de los récords de 1982.

Debido a lo amargo de su sabor, se utiliza precisamente para que los humanos no ingieran otros productos que podrían resultar tóxicos.

Lo más curioso es que su descubrimiento fue una mera casualidad: en 1958, el científico escocés MacFarlan Smith, junto a su equipo, investigaban sobre anestésicos locales cuando detectaron que el denatonio podría ayudar a terminar con las intoxicaciones accidentales.