El gobierno sirio y la oposición abren este lunes unas negociaciones indirectas en Ginebra para tratar de poner fin a cinco años de guerra civil, aunque las diferencias siguen siendo abismales.

Washington y París pidieron el domingo unas negociaciones “de verdad”, y acusaron al régimen de tratar de “hacer descarrilar el proceso”, al negarse a hablar del futuro del presidente Bashar al Asad, del que la oposición pide la partida.

En Ginebra, el emisario especial de la ONU para Siria, Staffan de Mistura, aseguró este lunes que la “transición política” será determinante en las negociaciones.

“¿Cuál es el tema principal? La madre de todos los temas es la transición política”, declaró en referencia al principal tema de discordia entre el gobierno sirio y la oposición, que reclama que el presidente Bashar al Asad deje el poder antes de la instalación de un “organismo de transición”.

El conflicto sirio, que comenzó el 15 de marzo de 2011 con unas protestas pacíficas reprimidas de forma sangrienta, se ha transformado en una compleja contienda con un gran número de actores locales e internacionales.

Desde entonces, más de 270.000 personas han muerto y millones han tenido que abandonar sus hogares, provocando por extensión una crisis migratoria en la Unión Europea.

Contexto diferente

Esta nueva sesión se inicia en un ambiente radicalmente diferente a la precedente, a fines de enero, cuando la ONU ni siquiera consiguió que arrancaran las conversaciones.

Una tregua, patrocinada por Estados Unidos y Rusia, y que entró en vigor el 27 de febrero entre el régimen y los rebeldes “moderados” en Siria, se mantiene pese a algunas violaciones. Ello ha permitido que la ONU aporte ayuda humanitaria a cerca de 250.000 personas bloqueadas en zonas asediadas.

Europeos y estadounidenses insistieron el domingo en la necesidad de que se respete la tregua y se entregue ayuda humanitaria, para garantizar que las negociaciones son “creíbles”.

“Toda violación, incluso esporádica, del cese de hostilidades pone en peligro el proceso”, destacó el secretario de Estado norteamericano, John Kerry.

Rusia, cuya intervención militar en Siria ha permitido al régimen recuperrar terreno ante los rebeldes, insistió en “la necesidad” de incluir en las negociaciones de paz a los kurdos, para que no haya una partición de facto del territorio sirio.

Órgano de transición

Por primera vez, las negociaciones de Ginebra abordarán el futuro de Siria de forma concreta.

“Esperamos que mañana empiecen las negociaciones con conversaciones sobre el órgano de transición, que tendrá todos los poderes, incluyendo el del presidente de la República”, comentó Al Meslet.

“En ese órgano no habrá ningún papel para aquellos que han cometido crímenes, incluyendo a Bashar al Asad”, insistió el representante opositor.

Sin embargo, el régimen no se plantea hablar del futuro de Al Asad, reelecto en 2014 en plena guerra para siete años más.

El régimen tiene además una interpretación muy diferente de lo que debe ser esa autoridad transitoria. Para él, se tratará de una simple remodelación ministerial para formar “un gobierno de unidad”, es decir ampliado a opositores pero bajo la autoridad de Bashar al Asad.

Ese nuevo gobierno, según el canciller sirio Walid Mouallem, designará a un comité para “redactar una nueva Constitución o enmendar la actual”. El texto sería luego sometido a referéndum.

Incluso si hay un acuerdo entre los rebeldes y el régimen en Ginebra, los combates seguirían en Siria, ya que los yihadistas del Frente Al Nosra, filial local de Al Qaeda, y del grupo Estado Islámico controlan más de la mitad del territorio, y están excluidos de la tregua en vigor.